Puesta en valor del Archivo Histórico del Museo Histórico Nacional de Argentina
Hoy damos a conocer fragmentos de la ponencia recientemente presentada en el II CONGRESO ARCHIVÍSTICO DE LAS AMERICAS, llevado a cabo en Lima, Perú, el presente año. Nos interesa poner de relieve algunos de los aportes señalados por su autora, razón por la cual hemos extractado los parágrafos que nos pareció oportuno difundir a través de este medio, pues consolidan nuestra postura con respecto a la problemática de los Archivos Históricos en Argentina.
“Puesta en valor del Archivo Histórico del Museo Histórico Nacional de Argentina (2005-2012).
Su relevancia para el estudio del proceso histórico sudamericano.”
Sofía Rufina Oguic
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1. Creación del Museo
El 24 de mayo de 1889 un decreto del intendente Francisco Seeber crea el “Museo Histórico de la Capital”. Las circunstancias de su fundación y su organización estuvieron marcadas por el accionar de su promotor y primer director, Adolfo Pedro Carranza y envueltas en el marco de la crisis política y económica que desemboca en la “Revolución del 90´”. El carácter municipal lo perdería muy pronto en 1891 cuando fue declarado Museo Histórico Nacional.
Desde los comienzos, el acopio de objetos trasciende el período histórico propuesto -la Revolución de Mayo y las Guerras de la Independencia-, y rebalsa el espacio. Luego de varios traslados el Museo abre sus puertas el 1º octubre de 1897 en la casona de Parque Lezama, sede que ocupa hasta hoy.
Carranza, inicia una tarea personal de rescate en la Capital y en todo el país de objetos y documentos, y envía pedidos a protagonistas de los hechos y a sus descendientes. De esa manera se conforma la mayor parte del patrimonio de la Institución. Entretanto, permanentes e infructuosas eran sus solicitudes de recursos a los gobiernos y las gestiones para un edificio propio durante los 25 años de gestión.
2. Historia de los documentos
Los documentos formaron parte del patrimonio del Museo Histórico Nacional desde su apertura en 1890. En el primer catálogo se registra: “Autógrafo de la Junta Gubernativa de 1810”. En los años siguientes, las cartas de donaciones demuestran el ingreso de una variada e importante cantidad de memorias, fojas de servicio, cartas, actas, tratados, designaciones, diplomas, expedientes, nombramientos y proclamas. Carranza publicó de ellos trascripciones o ediciones facsimilares como San Martín su correspondencia y Días de mayo. Dirigió además la publicación de documentos de otras instituciones: catorce volúmenes del Archivo General de la República y cinco de las Actas del Extinguido Cabildo de Buenos Aires.
Las gestiones posteriores fueron también receptoras de documentos. La esposa de Carranza expresa el deseo de que quedaran en el Museo todos los papeles de su marido, ingresan numerosos documentos sueltos y se reciben importantes donaciones de familias patricias como los Baldez de Rosas, los Trelles y los Matheu.
El 15 de noviembre de 1944, el entonces director Alejo González Garaño escribe al inicio volumen de “Registro de Documentos” esta frase: “Libro en que se lleva la lista de los documentos existentes en este MHN al hacerme cargo de la dirección del establecimiento el 3 de julio de 1939”. Se enumeran allí 9.629 documentos.
En la gestión de José Luis Trenti Rocamora iniciada en 1950 se organiza todo el patrimonio en forma cronológica y se elaboran los dos tomos del Catálogo del Museo Histórico Nacional. En 1952 se publica el Catálogo de Documentos del Museo Histórico Nacional en tres volúmenes. Los documentos ordenados también por fecha alcanzan el número de 10.928. Ese mismo año se publica Selección de Documentos del Museo Histórico Nacional del que, previstos seis tomos sólo apareció el primero.
En noviembre de 1954 un decreto hace trasladar los documentos catalogados al Archivo General de la Nación. Del mismo modo sucedió con documentos del Museo Sarmiento y de la Biblioteca Nacional, institución ésta de la que el Director del Museo era también Interventor. A los pocos meses Trenti Rocamora presenta su renuncia a ambos cargos. El Catálogo de la Biblioteca del Museo Histórico Nacional, que completaba el proyecto total presentado en 1950, no se llegó a concretar.
El decreto de 1954, cuyos términos estaban basados en la centralización de documentación histórica, promovió un traslado que incluyó documentos pertenecientes al fondo de Adolfo Pedro Carranza y documentos sobre donaciones e historia de objetos del Museo. Unos cientos quedaron. Sobre ellos aún no se ha podido establecer si existió criterio de selección. Es aleatorio todo dato referido a fechas, temas o valor histórico. Tal vez se explique en la existencia de documentos enmarcados, otros en proceso de transcripción para las publicaciones previstas y otros que no llegaron a ser incluidos en el Catálogo.
Si el orden de producción y de procedencia de los fondos documentales había sido alterado en el Registro de 1938, la ordenación y catalogación cronológica de 1952 fue fatal para los fondos originarios. A ello se sumó la dispersión física del traslado y la dispersión dentro del edificio de aquellos que permanecieron. Epistolarios completos quedaron así desmembrados. Sin embargo y a pesar de ello, el Museo siguió recibiendo donaciones de documentos textuales y realizó adquisiciones desde 1956 hasta la fecha.
Los documentos de otras tipologías como fotografías o mapas, que actualmente integran los archivos históricos sufrieron la misma suerte aunque no fueron objeto de migraciones a otros repositorios, pero su orden de producción y de procedencia fue roto y por lo tanto, los fondos originarios colapsados. Valiosas tareas de preservación como las realizadas con fotografías, también propiciaron estos efectos.
Los documentos pasaron décadas en muebles, y los que veían la luz fue por hallarse enmarcados en exposiciones. En 1992 en una ponencia presentada en las I Jornadas Nuestros Museos en 1992, Diana Klug quien trabajaba en la Institución escribió: “Hay, en la actualidad una considerable cantidad de documentos que esperan ser conocidos, clasificados y mostrados. Es una deuda que el Museo tiene con parte de su patrimonio”
En 1997, con motivo del centenario en la casona de Parque Lezama, se publicó el libro Museo Histórico Nacional. De este volumen sólo un artículo entre sesenta y tres, refiere el tema. Se titula “Museo y Archivo: destino y desafío común” escrito por el entonces director del Archivo General de la Nación, Miguel de Unamuno. Traza un paralelo entre la historia de las dos instituciones y en una breve frase expresa que …“el Archivo General, aún conserva su colección de documentos” refiriéndose al traslado de 1954.
Las primeras aproximaciones a los fondos documentales demostraron que hubo intervenciones parciales de preservación e indización de grupos de documentos textuales que alcanzaron a algunos cientos de piezas. Tales acciones parecen no haber tenido continuidad ni demuestran carácter orgánico. No obstante son de destacar como intento de recuperación del patrimonio.
3. El Archivo Histórico. Conformación, puesta en valor y políticas públicas.
En 2005, luego de un año de trabajos de limpieza, preservación, ordenación y clasificación del mueble de chapa del mítico “Archivo Carranza”, único archivo reconocido hasta entonces del Museo Histórico Nacional, se hizo evidente la existencia numerosos documentos textuales algunos de inestimable valor histórico que no correspondían a ese Fondo. Esos hallazgos se produjeron al buscar más documentos de Carranza en otros contenedores. La evidencia llevó a reconocer la existencia de un Archivo Histórico del Museo Histórico Nacional que excedía y contenía al “Carranza”.
A fines de ese año fue presentado al director Dr. José Antonio Pérez Gollán un Proyecto de puesta en valor del Archivo Histórico del Museo Histórico Nacional. A su vez en 2006 la Dirección de Patrimonio y Museos comienza a realizar un diagnóstico de los fondos documentales de las instituciones a su cargo. Las visitas permitieron elaborar un primer Cuadro de Clasificación, contemplando, además de los documentos Textuales, documentos Visuales: (daguerrotipos, negativos y positivos fotográficos, mapas, planos, láminas y grabados); documentos de Sonido y documentos Audiovisuales. Se inició entonces la aplicación de las ISAD-g (General International Standard Archives Description) emanadas del Consejo Internacional de Archivos.
Esa tarea fue paralela a la continuidad de las acciones de rescate, limpieza, identificación, ordenamiento y clasificación de patrimonio histórico documental existente. Numerosos documentos de diversas tipologías se hallaron dentro de libros de Biblioteca, en oficinas, depósitos, cajones de madera o arcones de chapa, diseminados en todo el edificio. Las medidas de preservación habían sido parciales o nulas y en casos extremos algunos habían sufrido deterioro por agua, óxido o roturas.
El doctor José Antonio Pérez Gollán, Director del Museo, planteó desde los inicios de su gestión que tener conocimiento del patrimonio histórico era paso previo y necesario a toda acción futura. Se iniciaron las acciones y un ordenamiento total de los depósitos tomó forma orgánica en 2008 con la coordinación de la jefa del Área de Conservación licenciada Vilma Pérez Casalet. Las tareas se realizaron en forma conjunta y mancomunada entre las áreas de Documentación y Registro de Colecciones a cargo de Ezequiel Canavero, Textiles y Archivo, con la asistencia del personal del Área Mantenimiento. Para algunas de esas tareas se contó con la colaboración, en carácter de prácticas profesionales de alumnos de las carreras de Museografía y de Conservación de la Universidad del Museo Social Argentino, la Escuela Nacional de Museografía y el Instituto Universitario Nacional de Arte.
A modo de ejemplo podemos afirmar que fue común encontrar en un mismo estante o cajón muchas veces cubiertos de tierra, paquetes en papel de diario con charreteras, documentos envueltos en papel de diario o madera, que podían ser del siglo XVIII junto con otros del XX, armas de puño, libros, relicarios, devocionarios y los más diversos objetos, algunos de carácter histórico junto con otros que no revestían esa condición. Sin perjuicio ello, el Área de Museografía venía haciendo en forma aislada desde años atrás envoltorios individuales de espuma de polipropileno o lienzillo de algunas piezas.
Ese ordenamiento totalizador del patrimonio histórico del Museo llevó al rescate de miles de documentos visuales, textuales y en menor proporción audiovisuales y sonoros. Por otra parte, los diagnósticos realizados por la Dirección Nacional de Patrimonio culminaron en la Resolución SCN Nº 1397/08 de Descripción de Fondos Documentales. El conocimiento del patrimonio que constituía el acervo del Museo permitió entonces su aplicación. Con ella se buscó homologar las descripciones de los archivos históricos de las instituciones dependientes de la Secretaría de Cultura de la Nación de acuerdo a las normas ISAD-g.
La localización de nuevas unidades de tipo documental provenientes de distintos fondos evidentemente colapsados, llevó a realizar ajustes en el Cuadro de Clasificación y a continuar con la elaboración de inventarios someros, analíticos y por unidades de conservación, tareas que junto con la de ordenación y preservación, y digitalización preventiva, continúan.
En septiembre de 2012 la Secretaría de Cultura a través de su Dirección Nacional presentó su Base de Registro e Inventario de sus de Fondos Documentales, MEMORAR, en el Museo Histórico Nacional. Los archivos históricos de cada una de las instituciones de la Secretaría describen allí su fondos, subfondos secciones, series y documentos. Dicha base, concebida de acuerdo a las pautas de las normas ISAD-g puede ser consultada en la web.
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5. El acervo, sus aportes y la importancia de los archivos.
El acervo del Fondo Documental Museo Histórico Nacional abarca un amplio período histórico argentino y americano: la colonia, los inicios de la nacionalidad, las luchas por la independencia, las autonomías provinciales, las guerras civiles, el período Rosista, la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires, las presidencias nacionales, la guerra del Paraguay, la campaña contra el indígena, cuestiones limítrofes, y los numerosos asuntos que presenta el “Archivo Carranza” sobre la Argentina y América a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
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El Fondo está caracterizado por la importancia de los emisores, destinatarios o la trascendencia del propio documento; el carácter inédito de la mayor parte de ellos; la amplitud temática, temporal y geográfica de las cuestiones referidas en su acervo, y la información provista, que permite contrastar, corroborar y completar aspectos ya conocidos por otras fuentes.
En cuanto a las propuestas de reflexión del Congreso, podemos destacar que los documentos relativos a las revoluciones que iniciaron el proceso independentista en relación con las celebraciones del Bicentenario, tuvieron su expresión en el Museo en la muestra “Las Huellas de la Revolución” inaugurada en mayo de 2010.
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Otro de los puntos a destacar en los lineamientos del Congreso es concientizar sobre la importancia de la archivología a lo largo del tiempo. En el caso de los fondos documentales del Museo Histórico Nacional, la aplicación de sus paradigmas permite considerar que la triple función social de los archivos se halla cumplida:
- Sus documentos son fuentes para las ciencias sociales, incluso para la historia de otras ciencias con sus antiguos calendarios, cuadernos de recetas para enfermedades del siglo XIX o tablas aritméticas con que cuenta el acervo.
- Sus documentos son garantía de derechos, cuando en frecuentes ocasiones, originales del Fondo de Gestión o del Archivo Administrativo son requeridos por Recursos Humanos de la Secretaría para otorgar la jubilación a un antiguo agente.
- Sus documentos preservan la memoria de la institución productora, en este caso, permiten el estudio de la historia y del patrimonio del Museo Histórico Nacional. Personal del Área de Investigación se halla abocado a esa tarea, y se han realizado investigaciones y trabajos de tesis en base al Fondo de Gestión Fundacional y al Adolfo P. Carranza.
Sin embargo, entendemos que puede sumarse un valor agregado a estos tres aspectos. Es interesante reparar en las reflexiones de Pierre Nora sobre los Archivos en Les lieux de mémoire. Allí observa que “Hoy, cuando los historiadores se han desprendido del culto documental, toda la sociedad vive en la religión conservadora y en el productivismo archivístico”. Es un hoy en que el archivo es… “la secreción voluntaria y organizada de una memoria perdida”.
Pero en el caso de los fondos que nos ocupan según Pierre Nora, ellos tienen otro sentido y estatuto que los de hoy. Esto les da un particular valor pues constituyen, …“el saldo más o menos intencional de una memoria vivida”.
Consideraciones finales
Tan reducidos han sido los recursos humanos y materiales para las tareas que se realizan, como firme la convicción de la actual gestión de hacer del Museo Histórico Nacional un centro de preservación, investigación y exposición de Historia. Para ello conocer el patrimonio es una tarea previa necesaria. Se trata de limpiar, ordenar, clasificar, describir, preservar, conservar, inventariar, registrar y digitalizar un acervo reunido durante ciento veinte años.
Del mismo modo, los que participamos en las tareas tenemos un firme compromiso con la preservación de un patrimonio histórico que pertenece a todos y a las generaciones futuras. Pero cuyo cuidado es también una forma de respeto para con las generaciones pasadas.
En cuanto a los Fondos, recomponerlos informáticamente en base a una minuciosa investigación, como viene haciendo, tal vez sea uno de nuestros mayores desafíos. Contamos a ese fin con los documentos de gestión, con la crítica externa e interna, con el auxilio de especialistas, y fundamentalmente con las herramientas informáticas que permiten opciones múltiples de búsqueda y digitalización. El colapso de los Fondos priva al historiador de innumerables datos sobre el documento que tiene en sus manos, al que refiere, cita y con el que confronta sus hipótesis.
La deuda que el Museo mantenía en cuanto a sus documentos, está en proceso de ser saldada. Pero es importante destacar que no se trata de una acción aislada. Del mismo modo que con los fondos documentales, en el Museo Histórico Nacional de Argentina se está cumpliendo con una deuda de atención a la totalidad de su patrimonio histórico.
(El destacado nos pertenece).
YA FALTAN MENOS
DE 80 DÍAS
PARA EL CENTENARIO
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