9/12/19

Dora Cristina Greco - Homenaje

 Por Chalo Agnelli

Por el pájaro enjaulado,
por el pez en la pecera,
por mi amigo que está preso,
porque ha dicho lo que piensa.

Por la flores arrancadas,
por la hierba pisoteada,
por los árboles podados,
por los cuerpos torturados:

¡YO TE NOMBRO, LIBERTAD! 

Por el beso clandestino,
por el verso censurado,
por el joven exiliado,
por los nombres prohibidos:

YO TE NOMBRO, LIBERTAD
(fragmentos)



Dora Cristina Greco era oriunda de Berazategui donde nació el 28 de octubre de 1947, apodada "Chochi". Su padre fue un prestigioso facultativo que llegó a intendente de Berazategui en 1963, presidente de la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular "Manuel Belgrano" e historiador de su localidad, autor de "Historia de Berazategui" edición Muncipal de 1971.

Dora Cristina egresó de la Escuela Normal Superior de Quilmes en 1963, de la división de 5° 3ᵃ. Luego hizo la carrera de odontología. Como tal trabajó en el Hospital de Quilmes; tenían un programa en el que iba de manera voluntaria a buscar en una ambulancia a los pibes de barrios carentes de Quilmes como Villa Los Eucaliptus (antes San Perón) y los llevaba al Hospital para hacerles controles bucodentales. Se casó con Armando Prigione, médico anestestesista. 

Militaba en el Partido Comunista Marxista Leninista, fue secuestrada el 1 de Octubre de 1976, llevada a la ESMA y liberada tras seis meses. Fue nuevamente secuestrada el 26 de febrero 1978 a medianoche en Mar del Plata, en presencia de su hija Victoria y embarazada de 8 meses. Fue llevada nuevamente a la ESMA, donde fue sometida a condiciones inhumanas de vida, dando a luz a María Isabel en febrero de 1978, en el cuarto donde eran alojadas las detenidas-desaparecidas embarazadas. El parto fue atendido por Jorge Luis Magnacco. 

Las niñas fueron entregadas por los marinos al Tribunal de Menores de Mar del Plata y el 30 de marzo de 1978 a sus abuelos maternos, María Isabel apenas tenía dos meses.

Dora Cristina continúa desaparecida. María Isabel y Victoria lucharon todos estos años para reconstruir su historia familiar y para llevar legalmente el apellido de su padre, también militante del PCML y detenido desaparecido en los CCD “Club Atlético” y “El Banco”. 

El jueves 6 de marzo de 2014, María Isabel Prigione Greco y su tía Susana dieron su testimonio en el Juicio ESMA III. Con su máximo jerarca, Emilio Massera, muerto impune, y tras 10 años de anuladas las leyes de impunidad, son sólo 36 los integrantes de la Armada condenados en todo el país. Y de los 30 partos clandestinos sucedidos en la ESMA, hasta la fecha señalada, sólo 12 llegaron a juicio y obtuvieron sentencia.

La causa por el primer secuestro de Cristina no está incluida en este juicio de hechos de ESMA. Y el proceso por su secuestro y posible permanencia en algún lugar ilegal de detención en Mar del Plata está estancado.

El Colegio de Odontólogos de la provincia de Buenos Aires distrito 2 con sede en Alberdi 59 Avellaneda realiza el lunes 9 de diciembre de 2019 un homenaje a la colega detenida desaparecida Dora Cristina Greco.



Comunicado de HIJOS La Plata http://juicioesma.blogspot.com
Ver en Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes "Silvia Manuela Gorleri" del viernes 23 de marzo de 2012 “Jóvenes estudiantes de la Escuela Normal de Quilmes detenidas desaparecidas durante la última sangrienta dictadura” – 1976/1983 (Colaboración de Chalo Agnelli – EL QUILMERO).
Y del 29/3/12 “Nuestros Desaparecidos - Los que hasta ahora hemos podido identificar”
Pablo Bruno, 16/2/2017 facebook “Menos mal que existen”
EXANQUI (2018) "Historia para un Centenario" 1912 - 23 de octubre - 2012 Ed. Jarmat 3a Ed. Pág. 179
Colaboración Viviana Buscaglia y Mary Leyes
MEGACAUSA ESMA - 6/3/2014 |http://correos.espaciomemoria.gov.ar

EL TESTIMONIO DE SUSANA MATILDE GRECO, HERMANA DE DORA

"Soy hermana de Dora Cristina Greco, nacida en 1947", comenzó. "Cristina es odontóloga, está desaparecida, fue compañera de militancia de Armando Prigione, también desaparecido". Susana contó que antes de María Isabel, Dora y Armando tuvieron otra hija, María Victoria, quien nació el 24 de marzo de 1976. Cristina y Armando conformaron una familia y ambos permanecen desaparecidos.

Cristina desaparece por primera vez el 1º de octubre de 1976. Una llamada telefónica anónima dice que fue secuestrada en un departamento de Capital Federal, en la calle Viamonte al 1600. Mi padre era médico por elección y político por convicción, un tipo honesto en la profesión en la función pública. Intenta hacer la denuncia de la desaparición de Cristina, pero no es tomada. 

En diciembre de 1977 suena el timbre y al abrir la puerta estaba Cristina. La habían liberado, porque decían que querían capturar a su compañero, Armando Prigione. Dijo que la habían traído en auto y le dijeron que se bajara. Dijo que su primer pensamiento fue que la mataban. Cuando pudo, contó acerca del cautiverio, los grilletes, la cabeza cubierta, los guardias. Llegó en un estado físico y anímico lamentable. Estaba delgada, se le marcaban las clavículas, estaba encorvada hacia adelante y tenía un temblor continuo en su cuerpo. Llegó con miedo, terror, tenía miedo a la oscuridad, reaccionaba ante los ruidos intensos. Tuvo una crisis tremenda. Ella sólo quería reencontrarse con María Victoria". Relató la testigo.

Dora Cristina se fue con su hija y su compañero. Tiempo después le envió una carta a su familia para avisar que estaba embarazada otra vez. A fines de febrero de 1978 ocurre el segundo secuestro. La familia fue convocada por el Juzgado de Menores Nº 2 de Mar del Plata para retirar a María Victoria y Sofía Roncoroni. En el Juzgado les dijeron que las niñas habían sido encontradas en la vía pública. Luego supieron la verdad. 

LA VIDA

"El 30 de marzo de 1978 suena el timbre de casa y, al atender pensando que era un paciente, aparecen hombres de civil con un moisés en la mano. Lo dejaron en la casa. Cuando mi papá pregunto si era la hija de Greco le dijeron que si no la quería recibir no lo hiciera. Un pariente pediatra comprobó que la nena estaba sana y que tenía pocos días de vida. Tenía alrededor de la muñeca una pulsera con el nombre María bordado", contó Susana, y agregó que le explicaron a María Victoria la aparición de su hermana sin su mamá. La familia llevó a la beba al Juzgado de Menores de La Plata, donde determinaron el 21 de marzo de 1978 como la fecha de nacimiento de María Isabel González "sin filiación, lo que fue un duro golpe de dolor y humillación para nosotros. Debimos aceptarlo como tal". Después de varios trámites lograron la tenencia de la niña y se agregó el apellido Greco, hasta ser el único.

"Las chicas deciden reconstruir la historia de sus padres, no sólo con datos familiares, sino que se entrevistan con amigos de ellos, compañeros de militancia y también con hijos. Así ellas conocen la militancia, compromiso social e integridad de sus padres".

Susana se refirió a su hermana: "Nos amábamos mucho, mucho, nos queríamos, nos respetábamos. Sé que ella supo que iba a cuidar bien a sus hijas. Los apodos familiares eran Petisa y Regordeta. Estoy acá 38 años después de la primera desaparición de mi hermana, buscando justicia, brindando testimonio de la forma más ordenada y concisa posible, para que los responsables sean juzgados y digan dónde están mi hermana, Armando y los nietos apropiados, por la memoria, la verdad y la justicia por los desaparecidos", dijo la testigo para concluir y pidió leer una carta que escribió Cristina el 2 de julio de 1977, tras haberse reencontrado con su hija y su compañero, antes de su segunda desaparición forzada. 


EL TESTIMONIO DE 
MARÍA ISABEL PRIGIONE GRECO

"Juro decir la verdad por la memoria de mis padres y los 30.000 compañeros desaparecidos", dijo la testigo al comenzar y luego pidió que durante su declaración se exhiba la foto de su mamá y papá: "aunque no tuve la oportunidad de compartir o preguntárselos, estoy segura de que mis viejos fueron los padres más felices del mundo".

NACER EN LA ESMA

"Mi mamá me trae al mundo, me da a luz en un centro clandestino, rodeada de médicos torturadores". María Isabel sostuvo que fue Magnacco quien participó en el parto en cautiverio. El imputado no presencia el juicio en la sala, pero ella recordó que "hasta el año pasado se lo veía libre en Barrio Norte, hoy está en prisión", en referencia a la revocación del beneficio del arresto domiciliario, perdido al ser denunciado por la Agrupación H.I.J.O.S. violando las condiciones del régimen.

"Después de que me da a luz, no sabemos qué pasa con mi mamá. Sara Osatinsky contó que el que me retiró de la ESMA fue ´Pedro Bolita´ (Carlos Galián) y que otro de los que sabían lo que pasaba con los bebés era Héctor Febres", contó María Isabel, quien agregó: "a 36 años, no sé qué día nací, nadie me puede dar esta cuenta. Yo hace 36 años cumplo años en mi no cumpleaños. Trato de que pase desapercibido, porque para mí cada 21 de marzo significa revivir el cautiverio con mi mamá".

"Pido Juicio y Castigo a todos los genocidas por todos los compañeros", sostuvo para concluir. 

SON OTROS DESAPARECIDOS EGRESADOS DE LA ESCUELA NORMAL DE QUILMES

Diana Iris García (promoción 1963)
Rosa Angélica Murno de Merediz (promoción 1964)
Amelia Bárbara Miranda (de Lanouscou) (2º año 1968)
María Cristina Lefteroff (promoción 1973)
Rodolfo Antonio Merediz (6º grado 1958)
Tarcisio Pisoni (6º grado 1966)
Elena Rinaldi Sarlo de Pocetti (promoción 1968)
Blanca Ortiz de Murúa (promoción 1969)
Diego Hernando Secaud Merlo (promoción 1969)
Graciela Marina González Marelli (promoción 1969)
PRESENTES AHORA Y SIEMPRE
NI OLVIDO NI PERDÓN

Fuente: https://elquilmero.blogspot.com/ , 4 de diciembre de 2019

5/12/19

La destrucción de archivos

LA DESTRUCCIÓN DE DOCUMENTOS Y ARCHIVOS: UNA TRAGEDIA  SILENCIADA PARA LA SEGURIDAD DE LOS ESTADOS
 Por Josefa Izquierdo Alberca
(Fragmentos)

La destrucción deliberada de los documentos y los archivos es una práctica habitual en las situaciones de conflicto, pero pasa desapercibida frente a la fuerza de las imágenes de la destrucción de monumentos y edificios. A pesar de la normativa jurídica vigente, la comunidad internacional debe prestar más atención a la protección de los archivos como centros custodios esenciales para la seguridad humana y la salvaguarda de la memoria individual y colectiva.

La seguridad de los archivos y los documentos 

La documentación nacional y personal que custodian los archivos también corre el riesgo de destrucción, incautación o saqueo y su seguridad y necesaria protección no pueden quedar al margen de estas recomendaciones y acciones. Destruir los documentos que guardan los archivos es ir más allá que un simple atentado contra la memoria cultural. Se trata de destruir la memoria institucional y personal. La damnatio memoriae [1] documental obedece a una voluntad expresa de reducir a la nada lo que antes fue un testimonio documental con graves consecuencias legales y de protección de derechos y que ha venido acompañando a la casi totalidad de guerras y conflictos. Implica una voluntad aniquiladora para eliminar el valor de prueba que pueden suponer los documentos, registros, escrituras o cartas. Y esto es así, porque en los archivos se recoge y custodia la actividad administrativa, judicial, económica, pero también la personal y privada, de una sociedad y un Estado [2].

Acciones y normativa internacional para la protección de los archivos 

Los archivos están protegidos por la Convención de La Haya [3], que declaró en 1954 la necesidad de proteger los bienes culturales en las guerras. En su artículo 7 se exhorta a los países firmantes a cumplir su compromiso en “inculcar en el personal de sus fuerzas armadas un espíritu de respeto a la cultura y a los bienes culturales de todos los pueblos” y determina el símbolo del escudo azul como identificador de los lugares culturales.

Pero hasta 1966 no se constituye el Comité Internacional del Escudo Azul (ICBS por sus siglas en inglés) y que integra a las cuatro organizaciones internacionales interesadas en la preservación y conservación del patrimonio cultural con el objetivo de asesorar en la protección de los bienes culturales en casos de conflicto [4]: el Consejo Internacional de Archivos, la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas, el Consejo Internacional de Museos y el Consejo Internacional de Monumentos y Yacimientos [5]. 

La UNESCO inició su participación en la protección del patrimonio documental en 1993 con la creación del programa Memory of the World e inició una serie de informes sobre los países que habían sufrido pérdidas en sus archivos, sobre todo, por acciones violentas. En estos informes se ofrecen datos del saqueo, dispersión, comercio ilícito, destrucción, así como el almacenamiento y la financiación inadecuados que han contribuido a que gran parte del patrimonio documental haya desaparecido para siempre y otra parte importante está en peligro.

En 1999 se firma el Segundo Protocolo de la Convención de La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en caso de conflicto armado [6], elaborado en colaboración con la Unesco. Recoge en este documento la creciente importancia que la comunidad internacional atribuye a los bienes culturales e incorpora una referencia explícita a la responsabilidad de los Estados, la nueva definición de la excepción de la "necesidad militar imperativa" y refuerza y detalla el concepto de protección reforzada para algunos elementos [7].

Conclusiones 

Los principales agentes en la destrucción de los archivos continúan siendo los actos de terrorismo, las campañas de limpieza étnica y la guerra. Los conflictos de las últimas décadas en Liberia, Burundi, Ruanda, la ex Yugoslavia, Afganistán, Irak, Mali o Siria han atestado un duro golpe al patrimonio histórico y cultural de los Estados. Durante la guerra de Irak se destruyó el Archivo Nacional de Irak y con él desaparecieron millones de documentos desde el periodo otomano, pero también pereció parte de su patrimonio histórico con la destrucción del Museo Nacional ante la inacción de las tropas norteamericanas (y así lo narró en sus crónicas el periodista Robert Fisk) [8].

Los documentos que se conservan constituyen un fundamento, puesto que solo la aportación de documentos originales, auténticos y fiables puede garantizar el ejercicio de los derechos ciudadanos y hasta “dotar de contenido a un concepto tan manoseado como el de memoria histórica, entendido como una recuperación del pasado en base a estudios científicos y con voluntad ejemplarizante” [9]. Los archivos y la conservación de sus documentos influyen decisivamente en la vida de las personas y de los países. La evidencia de esta responsabilidad se puede agrupar en tres grandes grupos de archivos:

Los archivos que, como en los países ex comunistas de la Europa central y del Este, han facilitado la producción de una “cosecha historiográfica sin precedentes” [10]; aquellos otros que sirven a colectivos sociales y, finalmente, los que se constituyen como el único medio reconocido para el reconocimiento de derechos y compensación a las víctimas.

Los archivos custodian decisiones, actuaciones y memoria, conservan un patrimonio único e irremplazable que se trasmite de generación en generación y desempeñan un papel esencial en el desarrollo de la sociedad contribuyendo a la constitución, a la seguridad humana y a la salvaguarda de la memoria individual y colectiva [11]. Merecen, por lo tanto, el apoyo en su adecuada conservación y la denuncia de su abandono, destrucción o expolio.

NOTAS:

[1] Se conoce con esta expresión latina a la práctica de borrar el recuerdo de los enemigos del Estado que dictaba el Senado de la antigua Roma. 
[2] NAVARRO, Diego,”Tiempos de memoria, contextos de archivo”, BID, 28, 2012 disponible en http://bid.ub.edu/28 /navarro2.htm
[3] http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=13637&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
[4] http://www.ancbs.org/cms/en/about-us/about-icbs
[5] ICA, IFLA, ICOM y ICOMOS respectivamente.
[6] http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=15207&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
[7] MAINETTI, Vittorio ,”Nuevas perspectivas para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado: entrada en vigor del segundo Protocolo de la Convención de La Haya de 1954”, Revista internacional de la Cruz Roja, 2004, disponible en
https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/64ch3v.htm
[8] Cruces Blanco, La Guerra Civil y los archivos en la provincia de Málaga: la destrucción de los símbolos, en Junta de Andalucía, abril de 2006, disponible en
http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/archivos_html/sites/default/contenidos/archivos/ahpmalag a/documentos/pdf/TXT_-_HIST_-_20061219_-_Axos_convulsos._ECB.pdf). Pág. 58
[9] GONZÁLEZ QUINTANA, Antonio, Actualización y ampliación del informe elaborado para Unesco y Consejo Internacional de Archivos sobre gestión de los archivos de los servicios de seguridad de los desaparecidos regímenes represivos, Paris, Consejo Internacional de Archivos, 2008. Disponible en www.ica.org.
[10] GONZÁLEZ QUINTANA, op.cit., 36
[11] Declaración Universal de los Archivos, en
http://unesdoc.unesco.org/images/0021/002134/213423s.pdf

El destacado en negrita nos pertenece.

Fuente: La destrucción de documentos y archivos: una tragedia silenciada para seguridad de los Estados, Josefa Izquierdo Alberca, Documento de Análisis, 27/2015 (Publicado 15 de mayo de 2015).

El valor de un archivo

El valor de un archivo
 Por Emilia Schijman *



Nací en 1983 en Argentina. Pertenezco a una generación inscripta en una historia fragmentada. Nos quedan una memoria oral y millares de archivos que amenazan hoy con ser destruidos. Necesitamos esos archivos, esos mismos que parte de otra generación considera molestos e insignificantes.

El 1º de junio de 2011 la Suprema Corte de Justicia bonaerense puso en marcha un programa para ordenar y destruir expedientes, con el fin de enfrentar la emergencia edilicia que afecta al Poder Judicial (resolución 1061/11). ¿Acaso la Argentina, en toda su extensión territorial, carece de espacio para archivar los legajos de sus ciudadanos? ¿Acaso el Tribunal Internacional de La Haya, con sede en los Países Bajos, quema sus archivos por falta de espacio? ¿Y qué decir de Inglaterra? ¿Carece ella de historia por su tamaño?

Sin tardar, los magistrados previenen contra toda indignación: “Se empezará por expedientes de casos cerrados sin valor historiográfico”. Y mencionan como ejemplo “los miles de causas por deudas impositivas que fueron archivadas sin posibilidad de reactivación”¿Qué es un archivo sin valor historiográfico? ¿Quién decide sobre el valor de un archivo? ¿A quién pertenecen los archivos de una sociedad? ¿Quién puede despojarnos de esta memoria que nos constituye como individuos y ciudadanos?

Tomemos el caso de aquellos expedientes “desechables” que atañen a los deudores impositivos. Los impuestos, ¿no son una historia del Estado ni de sus ciudadanos? Los impuestos tratan de un acto fundacional del Estado, de la propiedad, de la relación de los ciudadanos con la sociedad. Un Estado no existe sin impuestos y sin la impugnación de éstos. Los historiadores lo han demostrado, esta disputa constituye una pieza maestra de las relaciones entre los ciudadanos y el Estado. Mismo las quejas menores importan: permiten analizar cómo las autoridades las absorben, las negocian y las exoneran.

La decisión de la Justicia de la provincia no es un caso aislado. Es la continuación de una política de Estado que, por bienintencionada que sea, no debería constituir jamás una política de la historia. Volvamos sobre algunas de las decisiones recientes. El Departamento Judicial de San Nicolás destruyó los expedientes comprendidos entre 1954 y 1959 de un juzgado, así como aquellos de 1926 a 1930 y de 1944 a 1958 de un segundo juzgado. Asimismo, el Archivo Departamental de Azul procedió a la destrucción de expedientes comprendidos entre 1923 y 1968 de un tribunal civil y los del tribunal de menores que van de 1949 a 1972. Recientemente, el Archivo de la Suprema Corte de Justicia bonaerense comunicó que procederá a destruir expedientes de 1955 a 1957 y 1999, y los expedientes de la Procuración General de 1975 a 1998.

¿Quién puede decidir que se trata de legajos sin interés? ¿Lo son para las familias concernidas? ¿Y qué decir de los investigadores en ciencias sociales que se ven así privados de documentos a los que atribuyen un gran valor? ¿Cómo se puede pensar en suprimir archivos que hacen historia? La historia de los desaparecidos y la historia de tantos anónimos desalojados, encarcelados, abandonados. ¿Por qué los investigadores deberían limitarse a una historia de los casos judiciales pasados por el filtro de las autoridades?

En un Estado democrático, el archivo no pertenece ni al Congreso, ni a los ministerios, ni al Poder Judicial. No les corresponde definir su verdad. Son la historia y los ciudadanos los que deberían hacerlo. Una sociedad sin archivo, sin testimonios, tiene un Estado débil que no puede volver sobre sus procedimientos y decisiones, aquellas que, a un nivel capilar, hacen sociedad. El archivo ofrece clarificación, da lugar a una historia controvertida. Es una referencia para el futuro, un poder de democratización inigualable. Esta memoria viva, mi generación y las que me sucederán la necesitamos. Los archivos de nuestra sociedad nos pertenecen. Son inalienables. Una verdadera discusión sobre la suerte de los archivos administrativos y judiciales se impone.

Socióloga argentina cuya tesis se titula "Vivre à crédit: pauvreté, économie et usages du droit dans un grand ensemble à Buenos Aires" (Vivir a crédito: pobreza, economía y usos del derecho en un barrio popular de Buenos Aires, París, 2013).

El destacado en negrita nos pertenece.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-170276-2011-06-17.html
Esta nota ya fue publicada el 11 de diciembre de 2016.

25/11/19

Libros escolares de nuestros abuelos

CONFERENCIA

Ya se ha divulgado suficientes veces que el Archivo Histórico "Silvia Manuela Gorleri" integra la Junta de Estudios Históricos de Quilmes en ésta, su tercera etapa de vida.

Por tal motivo, se ha participado en el ciclo de Conferencias mensuales que dicha Junta organiza. El pasado viernes 22 se dictó la última del año, en el Centro Cultural "Hilda Perata", dependiente de la Biblioteca Popular Pedro Goyena.



El Profesor Chalo Agnelli, con la generosidad que lo caracteriza, publicó la siguiente crónica en el Blog El Quilmero en la Goyena.


domingo, 24 de noviembre de 2019


Magistral y amena la conferencia del viernes 22 de noviembre, "LOS LIBROS ESCOLARES DE NUESTROS ABUELOS", que brindó la profesora Raquel Gail, delegada en la JUNTA de ESTUDIOS HISTÓRICOS del Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes "Silvia Manuela Gorleri", del que es gestora y coordinadora (ad-honorem)





Un charla rigurosamente ilustrada con la colección de la disertante y acompañada con el patrimonio de libros de lectura del Museo Bibliográfico-Documental "Bibliotecario Carlos Córdoba", algunos con más de 100 años de antigüedad. 


Aprovechando la ocasión se hizo entrega a la Asociación Cultural Sanmartiniana "Sable de Gloria" de documentos que se hallaron en el Archivo de la Sra. Lila Giordano de Campelo, referentes a esa Institución, cuyas hijas, Laura y Susana Campelo, nos legaron y creemos que deben pasar a los archivos de las instituciones respectivas, como se hizo en 2017 con toda la documentación correspondiente a la Asociación Amigos del Parque Ecológico y Cultural “Guillermo Enrique Hudson” que estaba en el Archivo personal del Prof. Juan Carlos Lombán, que también se nos legó, y se entregó al Museo Histórico Provincial “Guillermo Enrique Hudson” de F. Varela que dirige el Lic. Aníbal Rubén Ravera.




Con esta, se cerró el ciclo de conferencias 2019 de la JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE QUILMES. La biblioteca obsequió a la Prof. Gail un plato conmemorativo de los 75 años de la Escuela Normal y en nombre de la A. H. Los Quilmeros se le entregó un libro editado por el Archivo Levene sobre la fundación de Escuelas durante la administración de Domingo Faustino Sarmiento en la Dirección General de Escuelas de la provincia. 


A su vez la Goyena y el Museo recibimos de la Prof. Gail una reproducción facsimilar de la “Cartilla o Silabario para uso de las Escuelas” de 1810 y dos ejemplares de “Método de Lectura Gradual” de D. F. Sarmiento de 1882. 


La historiadora Graciela Linari nos obsequió 4 antiguos libros de lectura que pertenecieron a su padre, insigne educador, además los dos últimos números de la revista “Palabras con Historia” (el N° 189 y el N° 190), que ella edita desde hace 16 años en la vecina Florencio Varela.




Graciela Linari

Chalo Agnelli, Graciela Linari y Cristina Secco
Elsa Torre, una consuetudinaria visitante de la Biblioteca Goyena y de las actividades de Los Quilmeros, vino desde Almirante Brown y nos trajo su libros “Recuerdos, historias y testimonios del Ferrocarril Provincial” de Ediciones "Encontrarnos", que cuenta una gran riqueza de imágenes y la Revista de la Feria del Libro Local “Encontrarnos”, un recorrido literario y visual del extraordinario evento que organizaron entre todos y todas, las y los vecinos de la Plaza Madre Teresa de Calcuta, de San José, donde se realizó el evento.


La amiga y colaboradora María Rizzo entregó para el Museo que se halla en el CCHP, un plano de un loteo de la localidad de Berazategui de 1949, de considerables dimensiones.


Muy entusiasta el público que permaneció dialogando hasta poco más allá de las 20 hs. Agradecemos la generosa colaboración de Los Quilmeros María Rizzo, Rodolfo Abiedatti, Cristina Secco, Mónica Cereda y Mauro Murillo.


Fue provechosa la venta del libro “El Quilmero, diez años haciendo historia”, cuyo beneficio se destina al sostenimiento de la B. P. P. Goyena.


Una jornada amable y provechosa en el CCHP, realizada por la Junta de Estudios Históricos, el Archivo de la Escuela Normal de Quilmes, la Biblioteca Popular Pedro Goyena, el Museo Bibliográfico Documental “Bibliotecario Carlos Córdoba" y la Asociación Historiadores Los Quilmeros.

Lo de Hilda

Logo de la Goyena


CHALO AGNELLI

5/11/19

Rosalía E. Davel de Deambrosi

 Por Chalo Agnelli

Rosalía Enriqueta del Corazón de Jesús nació en Cañuelas el 24 de agosto de 1887, fueron sus padres Juan Davel e Isabel Cano. [1] Fue bautizada el 20 octubre de ese mismo año en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de dicha localidad. Era la tercera de 6 hermanos: Balbina Georgina, Dardo Florencio, María Isabel, Rosalía Enriqueta, América y Adelina. Luego la familia se afincó en La Plata. Allí estaban cuando se realizó el censo de 1895. 


El 21 de febrero de 1911, se crea en el pueblito de San Salvador (Berazategui, aún partido de Quilmes), calle 10 y diagonal B, en una propiedad de Miguel Camuyrano, a tres cuadras de la estación, una escuela N° 2 con 4 secciones y 123 alumnos a cargo de Mercedes von Kotsch (n. 1895) la sucede María Villalba de Gatica Aguilera y desde mayo de 1922, Rosalía Enriqueta Davel de Deambrosi. La escuela Nº 2 de Berazategui, hoy es la Nº 9 que lleva el nombre de esta noble educadora. 

América Gregorini

El 17 de marzo de 1926, América Gregorini, directora de la Escuela Primaria N° 1 cesa en sus funciones para acogerse a la jubilación, después de haber estado frente a la primera escuela quilmeña 14 años y 10 meses; tenía 43 años. En lugar de la señorita Gregorini es designada, la señora Rosalía Davel de Deambrosi, quien ya tenía notoria actuación en la educación y la vida pública quilmeña. Su nombramiento no afectó en nada la gestión profesional de su predecesora, pues era una educadora de notoria actuación en la educación, la vida cultural y social quilmeña. La matrícula es de 786 alumnos distribuidos en 19 secciones, tres 6º; tres 5º; cuatro 4º; cuatro 3º; tres 2º y dos 1º grados. 


En 1927, “la Escuela Común y Curso Complementario Nº 1" tenía 925 alumnos, 513 varones y 412 mujeres repartidos en 19 secciones. Recibían útiles escolares 23 varones y 25 mujeres, de este modo se facilitaba la escolaridad a todos por igual. Las clases comenzaron el 7 de marzo y concluyeron el 24 de noviembre. 

Durante su gestión se creó la Cooperadora, que luego, el 25 de mayo de 1935 se bautizó “Juan Ithuralde”, primer presidente del Consejo Escolar, “… nombre de un caracterizado vecino de esta ciudad, cuyos sentimientos en su vida fueron nobles, generosos, amante de la educación y protector del maestro". Dijo el señor Luis A. Casabona, integrante de la Comisión en el acto de imposición del nombre.

Don Juan Ithuralde

Cuaderno que suministraba a los alumnos 
la Asociación Cooperadora "Juan Ithuralde"

PLANTEL DOCENTE EN EL AÑO 1928

DOCENTE Rosalía E. Davel de Deambrosi
CARGO Directora saliente
ANTIGÜEDAD EN LA ESCUELA 29/3/26
ANTIGÜEDAD EN LA PROVINCIA 1908

PLANTEL DOCENTE EN EL AÑO 1928

DOCENTE María T. de Bizzozero 
CARGO Directora entrante
ANTIGÜEDAD EN LA ESCUELA 6/5/18

DOCENTE Margarita Colomés 
CARGO Vicedirectora saliente que pasa en julio con igual cargo a la Nº 17 
ANTIGÜEDAD EN LA ESCUELA  2/4/27 
ANTIGÜEDAD EN LA PROVINCIA 1913

Rosalía Davel de Deambrosi permanece sólo 2 años en la Escuela N° 1 se retira en 1928; pero su actividad educativa, social no cesa, por el contrario pasa a integrar otras instituciones y a escribir varios libros de lectura escolar. 


LIBROS DE LECTURA 

Publicó varios libros de lectura con la Editorial Estrada: “Amiguito” (1934) con 8 ediciones; “Mañanita” (1934) que tuvo 11 ediciones con 166 páginas y un método de lectura para el maestro; “De Mi Tierra” (1937 circa) para 3° grado con casi 100 lectura, alcanzó 5 reediciones; “Aleteos” (1940) con 4 ediciones; [2] “Pío pío” (1942); “Alas y flores” (1943); “Relatos y Tradiciones” (1955) para 4° grado con la coautoría de Irma Freddi de Bedate, con ilustraciones de Mesi y Odiseo y con tapa de Manuel M. Ugarte. [3] En este se expresa elogiosamente sobre la nacionalización de los servicios públicos, el Mutualismo, la Fundación Eva Perón, el Segundo Plan Quinquenal, el voto femenino donde escribió “Así lo comprendió Eva Perón, y con su espíritu emprendedor y tesonero luchó hasta obtener que alcanzara tan grande conquista” [4]






ASOCIACIÓN DE MAESTROS

Fue una mujer de lucha que no se amilanaba ante las injusticias. En la Revista de Educación N° 8 de marzo de 1929 (Pág. 408) se menciona su reclamo, por intermedio del señor Juan José Alsina, ante el Consejo y la Dirección General de Escuelas, de la diferencia de haberes que le correspondían como directora de primera categoría ininterrumpidamente desde abril de 1926. 

Si bien por esos años, hasta aproximadamente, mediados del siglo XX el título de Maestro, el docente era altamente reconocido por la comunidad toda, era una función de jerarquía social, se cometían injusticias y abusos por parte de los funcionarios políticos; en respuesta el 25 de diciembre de 1900 se creó la Asociación de Maestros, la primera agrupación gremial de docentes de la provincia de Buenos Aires. En 1921, Rosalía Davel fue vicepresidenta de la Comisión del partido de Quilmes, junto con: presidenta, Celia V. de Steeg, secretaria, Luisa Molina; pro-secretaria, María Atana; tesorero, Antonio Oddone; pro-tesorero, María Elena Perli; vocales: Petrona Morris, Aurora Cóccaro, Eugenia Atanassi, Luciana Lemoine y Atanasio Lanz. El local se hallaba en la calle Leandro N. Alem 72 de Quilmes.



COMISIÓN DE DAMAS DEL HOSPITAL DE QUILMES 

En 1941, la educadora Rosalía E. Davel de Deambrosi es electa presidenta de la Comisión Cooperadora de Damas creada el 18 de octubre de 1923, después de largos años de la presidencia de la señora Matilde Otamendi de Soria. 


Matilde O. de Soria

El 31 de octubre de 1941 cuando el Hospital cumplió las Bodas de Plata del Hospital la señora Deambrosi dijo: “Esta labor que a tantos pa­recerá ingrata, que se efectúa sin aguardar recompensas ni consideraciones, es, sin embargo, rico manantial de satisfacción para quienes la ejecutan con amor y desinterés, ya que es proverbial la hidalguía quilmeña, constituye la mejor compensación para las que han puesto a su servicio su tiempo, su pensamiento, y sus más esco­gidos afanes.” Permaneció en el cargo hasta 1945, en que pasó a vicepresidenta 2ᵃ. Luego en 1946, fue secretaria general hasta 1951. 

LA FAMILIA 

Fue su esposo Santiago J. Deambrosi, [5] con quien tuvo cinco hijos, vecino antiguo de Berazategui y San Francisco, trabajó en el Ferrocarril del Sud. Un hombre también abocado al bien social. Tuvo una
relevante participación en la fundación y crecimiento del Hospital de Quilmes fue presidente, secretario y administrador durante décadas de esa Institución de la Salud. Realizó una estimable aunque dispersa obra literaria entre nosotros, diseña diestramente tipos y costumbres del pasado quilmeño, lugares hondamente sugestivos...


En el número extraordinario del diario El Sol de Quilmes de noviembre de 1947, dice de la nota un estilo llano y agra­dabilísimo algunos recuerdos de su infancia feliz en los “pagos” aludidos. Don Santiago usa para provocar la atención y el interés del lector frases sencillas y figuras “hudsonianas” por la sugestiva riqueza de matices que presenta a quien inicia la lectura con curiosidad para apurarla luego con avidez…”Volviendo al pasado de Berazategui”, “Historia de la Sociedad Hospital de Quilmes, Isidoro G. Iriarte, desde 1919 hasta 1972” de José Goldar. Falleció el 30 de abril de 1971.

SU FALLECIMIENTO

Rosalía E. Davel de Deambrosi falleció el 26 de agosto de 1953 y en su sepelio habló la señora María Josefa Lombán de Casado, vicedirectora de la Escuela Normal: “Prácticamente, resulta imposible condensar en breves líneas un pensamiento que defina su personalidad múl­tiple, fecunda y de singular calidad, Miembro de la Cooperadora de Damas y varias veces presidenta de la misma, su extraordinario di­namismo dejó a cada instante y en todas partes huellas de una acción eficaz”

"El Sol" 10 de agosto de 1956
"El Sol", 31 de agosto de 1956


NOTAS

[1] Libro de bautismo de 1887 del partido de Cañuelas folio 182 
[2] “Mi primer libro de lectura”
http://miprimerlibrodelectura.blogspot.com 
[3] La mayoría de estos textos se hallan en el Museo Bibliográfico-Documental “Carlos Córdoba” de la Biblioteca Popular Pedro Goyena. 
[4] Biblioteca Nacional del Maestro http://www.bnm.me.gov.ar (23/7/2010) 
[5] Ver en EL QUILMERO del jueves, 23 de febrero de 2017, “Volviendo al pasado de Berazategui”

Fuente

17/10/19

Nuestro Archivo

TUVIMOS VISITAS
Prof. Raquel Gail

El día de ayer, en medio de la rutina habitual de los miércoles a la tarde, cuando el equipo de voluntarios desarrolla sus actividades en el Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes, tuvimos el placer de recibir la visita de los alumnos de 6º C y 6º D (Turno Tarde) de la Escuela Primaria Nº 84 (ex Departamento de Aplicación de esta Unidad Académica).

Los alumnos, que estaban presentes con motivo de la conmemoración del 12 de Octubre, en la que participaron, recorrieron luego diversas instalaciones del edificio acompañados por sus docentes.

Observamos que estaban interesados por los paneles que se exhiben junto a la entrada y los invitamos a entrar, así se les pudo explicar con detalle cuál es el patrimonio que se custodia, las falencias que tiene por el paso del tiempo y el ataque de algunas plagas, y la labor de restauración que se realiza a propósito de su mejor conservación.

Algunas imágenes permiten ilustrar este fortuito y feliz episodio.

El Lic. Ariel Ghizzardi explica el daño provocado por
plagas biológicas.


La restauradora Sra. J. Volpati
explica parte de la tarea realizada.
A su lado la Sra. S. von Lurzer


Los alumnos observan fotografías del antiguo edificio
donde funcionó por décadas la escuela.

10/10/19

El patrimonio de El Prado en 1939

LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO
 UN EJEMPLO CÉLEBRE
 Diario El País, Madrid, 7 de octubre de 2019
Por Peio H. Riaño j Jaime Casal (vídeo)


MUSEO DEL PRADO
La lección de la República que copiaron los museos del mundo

El Museo del Prado recuerda en un congreso, 80 años después, la operación pionera que puso a salvo el patrimonio artístico de las bombas de la Guerra Civil.


Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial, las joyas del Museo del Prado cruzaron Francia en el último convoy civil que atravesó las vías férreas del país. Días después de que Las meninas llegaran sanas y salvas a Madrid desde Ginebra, La Ronda de Noche abandonó el Rijksmuseum, enrollada sobre un cilindro y por la puerta del jardín. Otras 30.000 obras de arte se desplazaron ese septiembre de 1939 desde el museo de Ámsterdam a varios búnkeres de la costa holandesa. Un año después, en mayo de 1940, cuando Hitler invadió los Países Bajos, la obra maestra de Rembrandt volvió a evitar el frente y fue trasladada a la mina de Saint Pietersberg, en Maastricht. El Louvre y el resto de museos europeos también movilizaron sus tesoros artísticos lejos de la contienda para evitar su destrucción.


El mundo había aprendido la lección que la República española puso en práctica durante la Guerra civil, cuando evacuó (desde noviembre de 1936) miles de joyas del patrimonio español, primero, a Valencia y de ahí a Cataluña, huyendo de las bombas franquistas. “La decisión española entró en los manuales de museística de todo el mundo. Entendieron que en caso de guerra era mejor evacuar. Hasta entonces la recomendación era bajar las obras a los sótanos”, explica Miguel Cabañas, investigador y jefe del Departamento de Historia del Arte y Patrimonio del CSIC. El mundo vio cómo la humedad, las bombas y el contrabando exigía desplazar rápido el patrimonio, lejos de las trincheras. Las dramáticas imágenes de la masacre cultural cometida por el ISIS desde 2014, en Siria, muestran las consecuencias de no hacerlo.

Uno de los primeros camiones cargados con pinturas sale del 
Prado en noviembre de 1936 con destino a Valencia. 
INSTITUTO DE PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA

A Cabañas lo que le llama la atención de esta operación —que será recordada mañana, el jueves y el viernes en el Museo del Prado, en un congreso, organizado junto con el Ministerio de Justicia, que celebra los 80 años del regreso del tesoro artístico— es “el interés que tuvo el pueblo español en salvar el patrimonio”. Fue fruto de la vocación conservacionista de la Generación del 14, formada en la Institución Libre de Enseñanza. Aquel interés tiene un nombre sin reconocimiento: Ricardo de Orueta (1868-1939). Pionero al entender la riqueza artística como tesoro cultural de una nación, fue azote de rapiñadores como William Randolph Hearst. Nombrado director general de Bellas Artes de la República legisló, en 1931, la protección del patrimonio con una ley que reformó en 1933. La actual Ley de Patrimonio Histórico de 1985 es heredera de aquélla.

La decisión de la República española entró en los manuales de museística de todo el mundo

Orueta reaccionó de manera inmediata ante la quema de iglesias y obras de arte de los primeros días de la República. Implantó la idea de que el Estado es el garante de la protección del legado histórico. “Hubo elementos que fomentaron los desmanes para acelerar una reforma religiosa. Pero la República no sacó el Ejército y dio instrucciones a los gobernadores civiles para que actuaran en sus ciudades contra la quema. Aquello no podía volver a ocurrir y la República tomó medidas para salvar el arte, no como los sublevados”, sostiene Cabañas.

Para Arturo Colorado, catedrático de la Universidad Complutense, la experiencia de la evacuación fue un “precedente fundamental”. Por entonces la Sociedad de Naciones preconizaba la protección in situ, pero la acción española “demostró que la mejor alternativa era la evacuación”. “El Prado se conserva íntegro gracias al traslado”, cuenta Colorado en referencia al bombardeo del museo por Franco. La idea de la República era moverlas a un almacén especial, un depósito gigantesco, pero el transcurso de la guerra impidió tenerlo listo. “La evacuación y salida al extranjero era la única posibilidad”, añade Colorado, que desmiente que la República se planteara alguna vez la venta del tesoro artístico.

Operarios cargan un camión en la 
puerta de Velázquez del Prado. IPCE

Sin embargo, fue una medida que contó con la oposición de los restauradores del Prado, al frente de los cuales estaba Francisco Javier Sánchez Cantón, subdirector del museo, que en agosto de 1936 dio la orden de cerrar las puertas, desmontar las salas y trasladar todas las pinturas a las plantas bajas. Defendía la teoría de convertir el museo en almacén... hasta que las bombas franquistas incendiaron los techos del Prado. Rafael Alonso, restaurador jubilado del museo, recuerda los Grecos que estuvieron en una caja fuerte del Banco de España: “Cuando se sacaron estaban podridos y comidos por el moho. Se salvaron gracias a la intervención de Jerónimo Seisdedos. Para mí es el mejor restaurador del Prado del siglo XX”, señala. Alonso asegura que la evacuación fue un ensayo general para lo que ocurrió en Europa poco después.

Devueltos en Ginebra

La República nunca quiso devolver los cuadros, esculturas, tapices... El acuerdo de Figueras determinó que lo entregaban a la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra. “Darle el patrimonio al otro bando habría sido reconocerles. Además, tenían miedo a que lo vendieran. Suiza terminó reconociendo al Gobierno de Franco pocos días después y le entregó las cajas”, recuerda Cabañas.

La idea original de la República era moverlas a un almacén especial, un depósito gigantesco

El relato de la salvación trascendió más en el extranjero, donde el primero en estudiarlo, el catedrático José Álvarez Lopera, tuvo que esperar a la Transición para rehabilitar la memoria de aquellos monuments men que ya ejecutaron esta tarea antes que los soldados del ejército estadounidense de la Segunda Guerra Mundial a los que dieron aquel apodo. El franquismo trató de ocultar esta labor. Como recuerda Alberto Porlan, escritor y director del documental Las cajas españolas (2004), aquellos hombres y mujeres acuñaron una expresión que definió su compromiso: “Si acertamos en esto nadie recordará nuestros nombres, pero como lo hagamos mal no nos van a olvidar nunca”.


Diario El País, Madrid, 18 de abril de 2008
 REPORTAJE:
OBRAS MAESTRAS EN EL EXILIO
Por Ángeles García


Y el Prado sorteó su fatal destino

Reconstrucción del viaje que el tesoro artístico emprendió en la Guerra Civil

16 de noviembre de 1936. Los Junkers alemanes de la Legión Cóndor se ceban con Madrid. Las bombas alcanzan al Museo del Prado. El presidente de la República, Manuel Azaña, decide que ha llegado el momento de completar la evacuación de las obras iniciada tímidamente bajo la dirección de Rafael Alberti. Puede haber más repúblicas o incluso regresar la Monarquía, pero un tesoro como éste sólo hay uno. A los pocos días comienza el largo viaje que acabaría con la llegada a Ginebra en febrero de 1939 de más de 20.000 obras maestras.

Esta formidable aventura, que contó con involuntarios protagonistas de la talla de Rembrandt, Velázquez, Goya, Tiziano o Rubens, podría haber sido escrita por el mejor guionista del más insuperable thriller.

Un operario embala un autorretrato de Durero

Pese a haber transcurrido casi setenta años de aquello, lo ocurrido con los fondos del Prado durante la guerra ha sido poco tratado por los historiadores. Como en un extraño pacto de silencio de todas las partes implicadas. Hasta ahora. El historiador Arturo Colorado Castellary (Huelva, 1950) reconstruye el relato en .Éxodo y exilio del arte La odisea del Museo del Prado durante la Guerra Civil (Cátedra), al tiempo que un documental, Salvemos el Prado, realizado por Alfonso Arteseros, añade luz sobre el periodo con declaraciones de testigos y protagonistas de la aventura.

La historia, desde luego, cuenta con todos los ingredientes. Un total de 71 camiones trasladaron a Valencia las joyas del Prado (a las que se sumaron otras de El Escorial, la Academia de San Fernando, el Palacio Real o el palacio de Liria). De ahí, a Barcelona. Y Figueras. Al fin, el tesoro quedó a salvo al otro lado de la frontera junto con los miles de españoles ateridos por el frío y confundidos por el hambre en 1939, en aquel despiadado invierno del exilio.

Un agente controla, pistola en mano, las obras de arte españolas
 a su llegada a Ginebra. En primer plano, La Sagrada Familiade El Greco.

El destino de los cuadros corrió paralelo al del Gobierno de la II República. Y siempre estuvo bajo control directo del presidente. "Debajo de nuestro comedor estaban los Velázquez", escribe Azaña en el castillo de Peralada ya en los días finales de la caída de la Cataluña republicana. "Cada vez que bombardeaban en las cercanías me desesperaba. Temí que mi destino me hubiera traído a ver el museo hecho una hoguera. Era más de cuanto podía soportarse".

Todo había empezado en realidad en agosto de 1936, cuando el Museo del Prado hubo de cerrar sus puertas al público. Las obras más importantes fueron descolgadas. Cubiertas con mantas y plásticos, ocuparon la parte baja del edificio, junto a otras requisadas por la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, que presidía Timoteo Pérez Rubio, protagonista también inesperado de la operación de salvamento del museo.

Alfonso Pérez Sánchez, que fue director del Prado durante ocho años, se pregunta en el prólogo del libro sobre la necesidad de la operación vista con la perspectiva del tiempo. Su respuesta es contundente. Los bombazos caídos sobre el palacio de Villanueva en los primeros días de la guerra ya justificarían la decisión. Aunque ésta tuviese que tomarse en medio de unas condiciones que la desaconsejaban. Y contra la propaganda fascista, que extendió la idea de que si los cuadros salían sería para ser cambiados por armamento. Pérez Sánchez concluye que el viaje no sólo fue imprescindible, sino que todos los españoles tienen una deuda moral pendiente con los responsables de la operación.

La precaria salida de las primeras obras, organizada por Alberti, prosiguió con las máximas garantías posibles entre abril y mayo de 1937. Las bombas que alcanzaron el Prado en noviembre de 1936 habían sonado a estruendoso ultimátum. El transportista Macarrón se encargó del embalaje de miles de piezas, recubiertas con cartón impermeable y empaquetadas a bordo de camiones que viajaban a 15 kilómetros por hora.

En Valencia, las obras se instalan en las Torres de Serrano, una auténtica fortaleza. A finales de 1937, el avance de las tropas nacionales fuerza a un nuevo traslado. El Gobierno se muda a Barcelona y Azaña decide que la caravana artística le acompañe a Cataluña. El castillo de Peralada, a 10 kilómetros de la frontera, y la mina de talco de La Vajol son los últimos escondrijos para el tesoro.

Febrero de 1939. Cataluña está a punto de caer ante el empuje de la Legión Cóndor. Hay que organizar la salida bajo la protección de los países democráticos. El pintor catalán José María Sert se pone a ello. El 2 de febrero se firma el Acuerdo de Figueras. En Francia, las obras son trasladadas en tren. Cuando, tras su entrada en Ginebra el 13 de febrero de 1939, los operarios que abrieron las 572 cajas del tesoro, custodiadas en el palacio de la Sociedad de las Naciones, respiraron aliviados. Los 45 Velázquez, 138 Goyas, 43 Grecos seguían allí con el resto del tesoro.


"TIMOTEO, DI QUE SOMOS HERMANOS"


Al poco de comenzar la guerra, el Gobierno de la República nombró al pintor y cartelista valenciano Josep Renau director general de Bellas Artes. Al frente del Museo del Prado colocaron a un ya célebre Pablo Picasso. Alberti quedó al cargo del Museo Romántico. Pero el verdadero protagonista de esta historia fue el pintor Timoteo Pérez Rubio, elegido para presidir la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico. De los tres nombramientos, este último fue, en realidad, el más importante. Renau tuvo una actuación relevante durante la etapa en la que las obras estuvieron en Valencia, pero la relación de Picasso con el museo fue inexistente. Desde París animó a Pérez Rubio a usar su nombre como aval para las gestiones internacionales que hubiera que emprender. "Puedes hacer ver que somos amigos desde la infancia. O hermanos. Lo que quieras. Utilízame para lo que consideres necesario".

Pérez Rubio, casado con la escritora Rosa Chacel, se preparaba para partir de veraneo cuando estalló la guerra. Conducía un coche rumbo a la sierra para alquilar unas habitaciones en El Paular. Iba en busca de nuevos paisajes. Les interceptaron el paso. La guerra había estallado. Pérez Rubio, sin adscripción política, se ofreció para lo que fuera. Sin él, el largo viaje del Prado no hubiera sido posible. Como dijo su mujer, Rosa Chacel, "hizo la guerra defendiendo el tesoro artístico español".

NOTA:

[1] REPORTAJE

Diarios de guerra del Prado. Así se salvó un tesoro artístico de las bombas 
por Peio H. Riaño

Esta es la historia de Manuel Arpe y Retamino, un personaje invisible que llevó a cabo la peripecia que permitió salvar obras maestras del Prado de las bombas de la Guerra Civil. Escribió las aventuras y desventuras de aquel exilio artístico en sus diarios, que ahora ven la luz.

EL 7 DE FEBRERO de 1940, Manuel Arpe y Retamino, de 44 años, aguarda la llegada del dictador Francisco Franco. El restaurador del Museo del Prado está junto a La carga de los mamelucos y Los fusilamientos. Cuando le estreche la mano al caudillo habrá pasado lo más difícil de su aventura: ser admitido como uno de ellos, que el nuevo régimen deje de sospechar de su lealtad y olvide su rencor contra este humilde conservador por haber participado en la huida de las joyas del patrimonio español, metido en cajas y transportado en más de 70 camiones durante tres eternos años acompañando al Gobierno de la Segunda República. Por fin llega Franco y su comitiva, se detienen ante los dos monumentales cuadros de Goya, y Arpe no deja escapar su oportunidad. Da un paso al frente, el director del museo le presenta al caudillo e inicia el relato de cómo devolvió a la vida a los mamelucos derrotados.

Manuel Arpe y Retamino, junto con 'La maja vestida', pintada por Goya, que el restaurador intervino antes de su marcha acompañando al Tesoro Artístico durante la guerra civil española. Desde 1922, Arpe y Retamino fue uno de los especialistas que velaron por la conservación del patrimonio del Museo del Prado. FOTOGRAFÍA DEL ARCHIVO FAMILIAR DE SECO DE ARPE / INSTITUTO DEL PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA

Aunque al dictador le dijo que los desperfectos fueron fruto de un accidente del automóvil que los transportaba, el motivo real fue un bombardeo de la aviación franquista. Dos años antes de este encuentro, en mayo de 1938, la columna de camiones cargados con miles de obras de arte embaladas que huyen hacia Cataluña cruza Benicarló. La bomba alcanza una casa y su cornisa se desploma sobre las cajas donde viajan ambas pinturas. La más perjudicada es la escena de Los mamelucos, que cae arruinada bajo los escombros y dividida en 18 pedazos. Algunos fragmentos del lienzo ni aparecen.

“Los cuadros estaban desastrosos”, anota Arpe en sus memorias de aquellos endiablados días. El restaurador improvisa un taller para recuperarlos en la cocina del castillo de Peralada. Antes de extraer los lienzos del cilindro en el que han sido enrollados, manda comprar un pedido de los materiales que necesitará para fijar los fragmentos supervivientes a una nueva superficie. Mientras alguno de estos se traen del extranjero, monta un gran tablero para reentelarlos y adherir a la parte posterior una tela nueva. Más tarde limpia y reconstruye los restos de la catástrofe, que hoy se contemplan sin apreciar los estragos.

Para cuando apriete con su plancha ardiendo la tela herida de Goya, Arpe habrá cumplido año y medio cuidando del Tesoro Artístico a la fuga. El 26 de diciembre de 1936 recibió la orden de dejar el Museo del Prado y partir de urgencia a Valencia. Parte de inmediato para seguir sus labores como restaurador junto al Conde-duque de Olivares, de Velázquez, que ha sufrido uno de los peores trayectos del legado. La lluvia entró en la caja que lo transportaba en camión. Ahora el agua corre por la superficie del cuadro “en forma de chorreones” y se ha llevado por delante el barniz. El lienzo está en serio peligro.

El taller de restauración del Museo del Prado conserva la memoria de los especialistas que precedieron al equipo actual. En el armario guardan los utensilios que el oficio ha empleado en el pasado. Entre los objetos destaca ese cajón con el que viajó Manuel Arpe y Retamino durante la Guerra Civil. SOFÍA MORO

“Algunos, por efecto de la humedad, aparecían pasmados. Pasmado es que, por efecto del frío o cambio de temperatura, sus barnices se precipitan y la resina de los mismos adquiere, más o menos intensamente, un color ceniza. Es corregible”, tecleará Arpe años después en su máquina de escribir para no olvidar aquella operación con la que el tesoro del patrimonio español vivió una espiral de acontecimientos trepidantes en busca de su salvación. También apunta quiénes tomaban las decisiones y cómo se comportaron durante la larga marcha, porque estos diarios con alma de delación —que se conservan entre las alhajas del Museo del Prado— se los dedicó al general José Millán-Astray. Están firmados en 1949, meses antes de que el general intercediera para que se le conceda la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.

Retrato del restaurador. FOTOGRAFÍA DEL ARCHIVO FAMILIAR DE SECO DE ARPE / INSTITUTO DEL PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA

Escribirá más de 200 cuartillas donde se cuenta la “forma precipitada” en la que salen los primeros camiones (el 10 de noviembre, cuatro días después de que lo hiciera el Gobierno). Los embalajes son cajas viejas. Excedentes de las exposiciones del Palacio de Velázquez del Retiro. No tienen las dimensiones adecuadas. Es lo que hay. Tratan de acomodar las pinturas como pueden. También llega obra sin embalar en pleno invierno, en camiones que dedican una jornada completa para culminar los casi 400 kilómetros que separan Madrid y Valencia, por carreteras descarnadas y a 15 kilómetros/hora.


Mientras las calles se empapelaban con carteles que llamaron a la protección del patrimonio, en el Prado se despejaban las salas para evitar los bombardeos y se embalaban las obras que marcharon con el Gobierno de la República. FOTOGRAFÍA DEL ARCHIVO FAMILIAR DE SECO DE ARPE / INSTITUTO DEL PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA

Arpe es meticuloso. Anota cada noche lo que sucede y años más tarde reconstruye el viaje de más de 2.000 pinturas de colecciones públicas y privadas (más de 500 solo del Prado) y 71 camiones. A su muerte, su familia encontrará más de 300 carpetas con documentación y escritos que ha ido acumulando, como rastros de un viaje frustrado en el que pinta una Alegoría de la República, en 1931, y besa la España franquista, ocho años después. Y la única bandera que no cambió en todos los vaivenes fue la protección del arte. Uno como tantos otros invisibles. Mujeres y hombres cuya causa fue salvar el patrimonio y que serán homenajeados este próximo mes de octubre en el Museo del Prado, la primera pinacoteca de la historia en ser bombardeada. Las conferencias Museo, guerra y posguerra. Protección del patrimonio en conflictos bélicos celebrarán el regreso de las obras desde Ginebra (Suiza), de cuya fecha se han cumplido 80 años el pasado 9 de septiembre.
El interior del cajón de Arpe y Retamino.
SOFÍA MORO
Marzo de 1938. Valencia ya no es un sitio seguro. Llegan nuevas órdenes: el Gobierno de la República camina hacia Cataluña y hay que volver a movilizar la carga. Las operaciones militares de los sublevados amenazan con cortar por Tortosa y dejar dividido en dos el frente republicano en el Mediterráneo. Una noche parten a Barcelona, en un convoy en el que están Las meninas. “Había un hormiguero de soldados sacando las cajas y gran número de camiones las recibían. Allí estuve hasta la una de la madrugada, cuando terminaron. En ningún camión me dejaron sentarme con el conductor porque iba un soldado de escolta”, apunta. En medio de la oscuridad, se dirige a uno de los que tienen mano y mando en todo aquello. Es el teniente Colina. Siempre viste de cuerpo negro y sin insignias. “Métete ahí”, y abre la puerta de una furgoneta. Hay un pequeño hueco entre los dibujos de Goya, “que iban así puestos, sin embalar”.

La nueva misión de Arpe es salvar el puente de Tortosa (Tarragona), demasiado pequeño para la altura de Las meninas. Los cuadros no están preparados para las guerras, aunque caminen hacia la salvación. Han pasado el retrato de Carlos V a caballo y la Dánae de Tiziano, todos los Goyas, todos los Grecos y Zurbaranes, y los automóviles se detienen porque el monumental cuadro no cabe. Si por el teniente Colina fuera, ya habría enrollado el lienzo en una vara. “Pero el que manda”, dice Colina, “ha dicho que se pasen los cuadros y hay que hacerlo así”. Así que desmontan la caja del camión entre nueve hombres y sobre una fila de rodillos lo deslizan al otro lado. “Hasta mal cuerpo se me puso pensando si sería capaz de llevarlo a cabo”, recuerda Arpe ante la soberbia del militar.

Conocida como “operación de salvamento”, la movilización de joyas del 
legado artístico español supuso la participación de especialistas 
dedicados a la conservación y restauración de obras de arte. 
FOTOGRAFÍA DEL INSTITUTO DEL PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA

La marcha debe recuperar el tiempo perdido, así que se camina toda la jornada sin descanso. “Los chóferes por la noche conducían con dificultad porque la anterior tampoco habían dormido”. Protestaron y avisaron de que no responderían si se dormían al volante. Arpe convence al sargento y duermen una hora. A la una de la madrugada vuelven a la ruta y una hora y media después cruzan Tarragona. A las seis de la mañana están en Barcelona y continúan rumbo a Figueres y Peralada. “De pronto, comienza a frenar en seco toda la alineación de camiones y cuando cesó ese ruido me di cuenta de que varios aparatos de aviación se dirigían hacia la caravana nuestra y que este era el motivo de los frenazos. Todos los conductores y soldados de escolta, y yo tras ellos, nos tiramos al suelo fuera de la carretera. No sé si giraron, una vez reconocido lo que se transportaba, o si el paso por encima de nosotros fue casual”. Pasa la alarma, vuelven a la ruta.

Página de los diarios de
Manuel Arpe y Retamino. 

SOFÍA MORO
Peralada. Enero de 1939
Última parada y fonda antes de cruzar la frontera con Francia. Vienen los momentos más tensos. Las tropas franquistas están a un paso de quedarse con España durante las siguientes cuatro décadas y la Segunda República se desmiga por minutos. Son testigos del éxodo masivo de los ciudadanos que huyen bajo el bombardeo continuo de las aviaciones franquista, italiana y de la Legión Cóndor. El arte convive con los soldados y con el frío, a la espera del destino de la República. Su presidente, Manuel Azaña, también ha llegado al astillo. Ya no queda ni rastro del Ejército de la República, escucha por la radio italiana la caída de Barcelona y piensa que continuar resistiendo es un “disparatado propósito”.

El goteo de camiones de un lado a otro es continuo y Juan Negrín manda llamar a Manuel Arpe y Retamino. El 6 de febrero de 1939, justo un año antes de estrechar la mano de Francisco Franco, aprieta la del todavía presidente del Gobierno de la República. Quiere felicitarle por “el entusiasmo con el que realiza su labor”. Negrín firma un salvoconducto para él y las obras que están pendientes de continuar su odisea: “Manuel Arpe, restaurador del Museo del Prado, ha recibido la misión de salvaguardar y vigilar el transporte de los objetos del Tesoro Artístico Nacional. Las autoridades de la frontera y los cónsules en Francia deberán prestarle ayuda y auxilio material”.

La epopeya está a punto de dar su último paso, el más delicado, con los camiones atascados entre el éxodo de personas que huyen del Ejército franquista a Francia. “Fue un milagro”, dice el catedrático de la Complutense Arturo Colorado. A él le debemos las investigaciones de los hechos sucedidos en la evacuación. “Debería ser una historia de orgullo nacional. No se perdió nada, todo se salvó, y fue gracias a la diligencia de Timoteo Pérez-Rubio [responsable de la Junta del Tesoro Artístico]. Es cierto que la República puso en peligro el patrimonio al hacer que lo acompañara. Habría sido mejor un depósito lejos del frente que tenían proyectado, pero no les dio tiempo a construirlo”, cuenta.

Los 71 camiones —con 1.868 cajas y 140 toneladas de peso— se transforman en un tren con 22 unidades “atestadas de obras de arte de todas clases” en Perpiñán. El último vagón carga con la policía secreta y los gendarmes de uniforme. Así escapa el tesoro más valioso de España a la guerra y entra en paz, pasa del peligro al confort, del jabón de tropa al chocolate suizo. En un solo día, las obras de arte desembarcan en la apacible neutralidad. Al patrimonio español le espera en Ginebra “una nube de reporteros y fotógrafos” y un cambio de dueño corroborado por la Sociedad de Naciones. Ahora es propiedad del franquismo, que meses antes lo había bombardeado. En las manos del Gobierno de Burgos, se celebra a mayor gloria de Franco una exposición multitudinaria en verano de las 174 joyas del Prado, vista por más de 400.000 personas en tres meses.

FOTOGRAFÍA DEL INSTITUTO DEL
PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA
Manuel Arpe y Retamino se dedica a ganarse el regreso al nuevo país donde está su viejo puesto de trabajo. Conoce a un delegado del embajador, que le recibe en un hall donde encuentra un retrato de Franco. “Y nuestra bandera, que besé, y me creí pisar España”. En el hotel recibe una carta del duque de Alba: “Mi querido amigo: mucho celebro haya podido escapar con vida de la barbarie roja y se haya puesto a la disposición de nuestras autoridades en Ginebra, prestando así su adhesión incondicional a nuestra Noble Causa”. Redacta él mismo un escrito de adhesión, que firmaron, entre otros, Tomás Pérez (forrador) y Blanca Chacel (conservadora y hermana de Rosa). “Tenemos el honor de hacerle llegar a S. E., como representante en Berna del Gobierno nacionalista español, nuestra adhesión incondicional a la Noble Causa, al propio tiempo que nuestra felicitación por el triunfo logrado por las armas”, dice el texto.

Fue un milagro. no se perdió nada y todo se salvó. debería ser una historia de orgullo nacional

“No creo que estas memorias sean un informe de delación, porque él no era así. De hecho, ayudó a su ayudante Tomás Pérez. Él no pudo volver a trabajar en el museo y mi abuelo le dio trabajo en su taller”. Habla el nieto de Manuel Arpe y Retamino, Fernando Seco de Arpe, también restaurador, que cuenta que Arpe no fue depurado porque era afín al régimen. “Mi abuelo nunca creyó en esa operación, porque sintió que el patrimonio se puso en peligro. Era muy trabajador, una persona muy religiosa, muy conservadora y muy franquista. Se carteaba con Millán-Astray”, asegura Seco de Arpe. Para Arturo Colorado, estos diarios son los escritos “de un extraordinario restaurador que no se separó ni un día del legado del Prado en todo el trayecto y salvó El 2 de mayo y El 3 de mayo, de Goya”. Pero necesita lavar su memoria y “justifica con este informe su actuación cara al franquismo”.

El comité internacional que veló por las obras en el extranjero, 
ante la Sociedad de Naciones, en Ginebra. 
FOTOGRAFÍA DEL INSTITUTO DEL PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA

En la noche del 31 de agosto 1939 se clausura la exposición en Ginebra. Las obras se descuelgan para regresar a España. “La guerra europea estaba a punto de estallar”. No podían permitirse otra. “Tan rápido se hizo todo que cuando el día 3 de septiembre se declara la contienda, ya estaba el tren formado y dispuesto a salir”, escribe Arpe, el único que queda de la expedición original. Francia dio luz verde al tren un día más tarde y, en medio del desplazamiento de tropas y material, el último tren civil que cruza las vías en guerra es el que contiene la selección expuesta, con 38 obras de Goya, 25 del Greco, 9 de Tintoretto, 6 de Rubens, 7 de Tiziano y Las meninas, de Velázquez, entre otras. El resto ya había regresado en camiones.

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El 5 de septiembre, a las 10.40, parte el tren. El día 8 entra en Hendaya. El restaurador teclea: “De nuevo veía a nuestra bandera en el mismo sitio de donde fue arrebatada. En mi equipaje venía la grande, que me mandé hacer en Ginebra”. Arpe y Retamino regresará a su casa, en Aravaca, pero solo queda un solar. Se muda con su familia a la calle de la Ballesta, donde monta un taller con su excompañero del Prado Tomás Pérez —depurado por el régimen—, y descubre y restaura obras para clientes como el banquero Pedro Masaveu, que se apoya en él para invertir su fortuna en la colección de arte que hoy perdura. Se jubila en los setenta como restaurador del Prado, especialista en El Greco, y muere en octubre de 1984. A la una de la tarde de aquel 9 de septiembre de 1939, cuando el tren llegó a la estación del Norte de Madrid, el restaurador que veló por la inmortalidad del arte ya se había vuelto invisible. 

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