26/5/23

Juan Manuel Cotta poeta

Acerca de las virtudes poéticas del profesor Cotta

(1887-1964)

"Carta abierta 

Sr. Juan Manuel Cotta, Tandil. Han llegado a mis manos dos volúmenes de versos suyos, que Vd. me envía con amable dedicatoria y con una tarjeta en la que me pide opinión sobre ellos.

Estoy, pues, en presencia de un cantor que desea conocer el juicio ajeno sobre el mérito de su canto. Y esto, porque es caso corriente entre nosotros, me tiene maravillado. Yo no veo a los cantores en verso como escritores más o menos literatos, sino como seres excepcionales, en los que la facultad del lenguaje se ejerce por razones y en formas que nada tienen que ver con las necesidades y los usos comunes de la expresión verbal. Hay en el ejercicio de esa facultad, y seguramente en primer término, una fruición nerviosa que hace de él una función fisiológica antes que un acto intelectual; lo demuestran el balbuceo inconsciente de la criatura, la estoglosía del niño, el caso particular de endofasia que se llama glosolalia, el masculleo incoherente del devoto en oración, y sobre todo el canto en la naturaleza; canto que el hombre hace con palabras para facilitar la emisión del sonido, porque la vocalización y el tarareo fatigan los órganos vocales. Este es el punto de vista lingüista; voy a pasar al literario. En los casos rarísimos en que la fruición nerviosa que lleva al canto toma, no ya la apariencia, sino la esencia de un acto intelectual, surge el poeta, capaz de cantar ideas y emociones con formas de belleza que exaltan nuestro ánimo y nos inducen a corearlo; y me explico que analizar la expresión en tales casos sea tarea forzosa para los retóricos, imbuidos de la idea de que se puede enseñar la poesía por preceptos. Yo no soy retórico; oigo al poeta, me deleito profundamente con su canto, no creo que cuando canta esté dictando reglas de arte para nadie. Y con esto queda explicado por qué no le envío en estas líneas el juicio literario que me pide. Ahora solo falta explicar mi actitud en su carácter social; esto es, por qué no escribo a Vds., por cortesía, las pamplinas que es costumbre dirigir, como cumplido, a los que cantan en versos. 

¿Es Vd. poeta, señor Cotta? Entonces es Vd. en principio como nuestra calandria, o como el ruiseñor clásico. Encaramada en lo alto del árbol, en la rama de su preferencia, la calandria canta para darse la fruición nerviosa que apetece, y no le interesa absolutamente saber si su canto parece bueno o malo a las hormigas que al pie del árbol, van y vienen, atrafagadas por sus quehaceres domésticos; ni siquiera se la ve solicitar el parecer de sus colegas en el género volátil y canoro. Lo que se explica por la perfecta inutilidad de la opinión ajena para alterar la que de nuestro propio valor tenemos. Sea Vd. del todo como la calandria, Sr. Cotta: no se ocupe de su auditorio; reconozca que no va a cantar mejor porque lo aplaudan, ni peor porque lo silben, y se explicará la razón de que tenga yo por inútil manifestar mis impresiones cuando leo versos. 

Estoy a diez mil leguas de compartir el juicio despectivo de nuestro gran Sarmiento contra los que hacen versos. Yo no creo, como creía él, que los que hacen versos puedan hacer otra cosa. Sarmiento quería verlos labrar la tierra, para asentar en sólida base económica nuestra vida independiente; para mí, invitar a tales tareas a los que hacen versos, sería tan inútil como pretender uncir al arado una yunta de canarios. 

Con lo que estoy muy de acuerdo es con la sentencia de Horacio: “Pictoribus atque poetis”... los pintores y los poetas tienen, por justo título, el derecho de atreverse a todo. Más generoso que Horacio, yo extiendo este privilegio a todos los cantores en verso, sean o no poetas. Y en cambio de esta concesión les pido que, con pleno conocimiento de sus funciones de cantores por propio deleite, no cometan el error de mostrarse interesados en saber si, a juicio de otros, cantan bien o cantan mal; o si a la Retórica, a la Gramática y al Léxico, que nada tienen que hacer con la función fisiológica del lenguaje, se les ocurre gruñir ante las estoglosías o glosolalias propias de los cantores. 

Como Vd., Sr. Cotta, ejerce la noble profesión del magisterio, Vd. sabe cuánto conviene propalar las doctrinas que han de facilitarnos el dominio de nuestra naturaleza; y por tanto comprenderá la razón de que estas reflexiones que su obsequio y su pedido me han inspirado tomen la forma de una carta abierta, y no la de una comunicación privada. Cometería una injusticia si dijera a Vd. en particular lo que está dirigido, porque el caso es general, a la falange inmensa de nuestros escritores en verso. 

Como compañero, aunque en distintos círculos, en la muy seria empresa de instruir y educar a nuestro pueblo, le extiendo una mano amigo. 

Arturo Costa Álvarez 

La Plata, octubre de 1924." 


Juzgue el lector


La pasión es un niño...

La pasión es un niño sin cultura, que juega
en un palacio –el alma–, destrozando los muros,
rompiendo los cristales... ¿Pobre de quien se entrega
obediente al mandato de sus torpes conjuros!

La pasión es barquilla liviana que navega
sin rumbo y bajo cielos terriblemente obscuros...
¡Buen timón, almirante, revisar la bodega
y echar al agua el lastre de los sueños impuros!

¡Oh! dómine; no dejes que el «niño» se pervierta,
ni dejes, almirante, que la «barquilla» incierta
navegue, porque acaso descenderá al abismo.

Y tú, gobierna, tu alma, aprisiona el encono,
y no te eches en brazos del sabroso abandono.
¡Elévate, levántate! Sé dueño de ti mismo.




A su hijo

Sobre hambriento rocín...


Sobre hambriento rocín, con yelmo y lanza,
gallardo en el montar y en la apostura,
va un hidalgo Señor de la locura
buscando una ilusión o una esperanza.

Le sigue sin cesar en tal andanza,
a horcajadas en rústica montura,
un zopenco que endilga la cordura
al nivel positivo de su panza.

Hace siglos que van. Larga memoria
van dejando también en larga historia
que consigna sus actos relevantes.

No carecen de fama ni de mote.
Uno es Sancho y el otro es Don Quijote.
¡Inmortales creaciones de Cervantes!





¡Arriba juventud!

Es izquierdista el corazón y manda:
¡Arriba juventud lozana y fuerte!
Qué es mejor irse en brazos de la muerte
Que ser el brazo de una acción nefanda.

¡Libertad! ¡Libertad! Es la demanda
Del que la libertad jamás pervierte.
Moreno, Rivadavia, Almafuerte,
junto a Jesús, exhortan. ¡Yérguete!... ¡Anda!

Esta Patria enferma de cinismo,
Lucro, lujo y - ¡lo peor! – oscurantismo:
Ayer – como hoy – sacrílego botín.

¡Avanza, juventud, noble y serena
Hacia el surco, la cátedra o la arena…
¡Nos concitan Sarmiento y San Martín!







Revista de Instrucción Primaria, Año XIX, La Plata, 1º de septiembre de 1923, Nº 437, pág. 12340.
Revista de Instrucción Primaria, Año XXII, La Plata, 1º de junio de 1927, Nº 527, pág. 16882.
Cotta, Juan Manuel. El compañero espiritual. Libro de lectura para sexto grado. Buenos Aires, Crespillo.
Costa Álvarez, Arturo. El loco de la lengua: los textos de Arturo Costa Álvarez sobre filología y lingüística. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires, 2022.

17/5/23

El valor de un archivo
 Por Emilia Schijman *




Nací en 1983 en Argentina. Pertenezco a una generación inscripta en una historia fragmentada. Nos quedan una memoria oral y millares de archivos que amenazan hoy con ser destruidos. Necesitamos esos archivos, esos mismos que parte de otra generación considera molestos e insignificantes.

El 1º de junio de 2011 la Suprema Corte de Justicia bonaerense puso en marcha un programa para ordenar y destruir expedientes, con el fin de enfrentar la emergencia edilicia que afecta al Poder Judicial (resolución 1061/11). ¿Acaso la Argentina, en toda su extensión territorial, carece de espacio para archivar los legajos de sus ciudadanos? ¿Acaso el Tribunal Internacional de La Haya, con sede en los Países Bajos, quema sus archivos por falta de espacio? ¿Y qué decir de Inglaterra? ¿Carece ella de historia por su tamaño?

Sin tardar, los magistrados previenen contra toda indignación: “Se empezará por expedientes de casos cerrados sin valor historiográfico”. Y mencionan como ejemplo “los miles de causas por deudas impositivas que fueron archivadas sin posibilidad de reactivación”. ¿Qué es un archivo sin valor historiográfico? ¿Quién decide sobre el valor de un archivo? ¿A quién pertenecen los archivos de una sociedad? ¿Quién puede despojarnos de esta memoria que nos constituye como individuos y ciudadanos?

Tomemos el caso de aquellos expedientes “desechables” que atañen a los deudores impositivos. Los impuestos, ¿no son una historia del Estado ni de sus ciudadanos? Los impuestos tratan de un acto fundacional del Estado, de la propiedad, de la relación de los ciudadanos con la sociedad. Un Estado no existe sin impuestos y sin la impugnación de éstos. Los historiadores lo han demostrado, esta disputa constituye una pieza maestra de las relaciones entre los ciudadanos y el Estado. Mismo las quejas menores importan: permiten analizar cómo las autoridades las absorben, las negocian y las exoneran.

La decisión de la Justicia de la provincia no es un caso aislado. Es la continuación de una política de Estado que, por bienintencionada que sea, no debería constituir jamás una política de la historia. Volvamos sobre algunas de las decisiones recientes. El Departamento Judicial de San Nicolás destruyó los expedientes comprendidos entre 1954 y 1959 de un juzgado, así como aquellos de 1926 a 1930 y de 1944 a 1958 de un segundo juzgado. Asimismo, el Archivo Departamental de Azul procedió a la destrucción de expedientes comprendidos entre 1923 y 1968 de un tribunal civil y los del tribunal de menores que van de 1949 a 1972. Recientemente, el Archivo de la Suprema Corte de Justicia bonaerense comunicó que procederá a destruir expedientes de 1955 a 1957 y 1999, y los expedientes de la Procuración General de 1975 a 1998.

¿Quién puede decidir que se trata de legajos sin interés? ¿Lo son para las familias concernidas? ¿Y qué decir de los investigadores en ciencias sociales que se ven así privados de documentos a los que atribuyen un gran valor? ¿Cómo se puede pensar en suprimir archivos que hacen historia? La historia de los desaparecidos y la historia de tantos anónimos desalojados, encarcelados, abandonados. ¿Por qué los investigadores deberían limitarse a una historia de los casos judiciales pasados por el filtro de las autoridades?

En un Estado democrático, el archivo no pertenece ni al Congreso, ni a los ministerios, ni al Poder Judicial. No les corresponde definir su verdad. Son la historia y los ciudadanos los que deberían hacerlo. Una sociedad sin archivo, sin testimonios, tiene un Estado débil que no puede volver sobre sus procedimientos y decisiones, aquellas que, a un nivel capilar, hacen sociedad. El archivo ofrece clarificación, da lugar a una historia controvertida. Es una referencia para el futuro, un poder de democratización inigualable. Esta memoria viva, mi generación y las que me sucederán la necesitamos. Los archivos de nuestra sociedad nos pertenecen. Son inalienables. Una verdadera discusión sobre la suerte de los archivos administrativos y judiciales se impone.

Selección de publicaciones de la autora:

« La vie privée des chômeuses », Esprit, 11, 2014, p. 38-46.« Pactes, usages, et ‘passes du droit’. L’accès au logement social à Buenos Aires », Déviance et Société, Vol. 37, 1, 2013, p. 51-65.
« Ecrire aux HLM, se plaindre à l’Etat. Quelques figures de la protestation dans un quartier populaire en région parisienne », Espaces et Sociétés, Numéro 154, 2013, p. 119-135.
« Une ethnographie de l’envers du droit. Contrats, pactes et économie des statuts d’occupation dans une cité HLM », Revue Droit et Sociétés, Numéro 82, 2012, p. 561-582.


* Socióloga.
El destacado en negrita nos pertenece.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-170276-2011-06-17.html

16/5/23

La normativa bonaerense respecto del Archivo Histórico

REGLAMENTO GENERAL DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES



En la actualidad rige para la provincia de Buenos Aires el Reglamento aprobado por Decreto en noviembre de 2011, que puede consultarse en la página oficial de la Dirección General de Escuelas en el siguiente enlace: 

http://servicios.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/consejogeneral/reglamento_general/reglamento_general_de_las_instituciones_educativas.pdf 

Esta norma deroga el Decreto precedente, Nº 6.013/58 (Texto Ordenado Resolución Nº 1.698/83) y sus modificatorios y toda otra norma que se oponga a la presente.

Dividido en Títulos, Capítulos y Artículos, el fragmento que interesa a nuestros fines es el que se lee a continuación:

2.2.- ASPECTOS TÉCNICO-PEDAGÓGICOS

2.2.20. ARCHIVO HISTÓRICO ESCOLAR 

Artículo 186°. La Institución Educativa procurará contar con un Archivo Histórico Escolar como parte de su Proyecto Institucional. El mismo se conformará con la documentación existente en el área administrativa de la escuela una vez que se haya cumplido el tiempo de guarda prescripto reglamentariamente. La documentación a ser incluida en el Archivo Histórico Escolar resultará de la selección que se realice de dicho material. El Archivo Histórico Escolar organizará su documentación siguiendo las pautas de clasificación y conservación establecidas por el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Ricardo Levene” y las orientaciones brindadas por sus equipos técnicos. 

Artículo 187°. La Institución Educativa, si correspondiere, incluirá en su Proyecto Institucional las acciones correspondientes a la incorporación de documentación al Archivo Histórico Escolar y delimitará las pautas de su utilización como material didáctico en los procesos de enseñanza y de aprendizaje. 

Artículo 188°. La Institución Educativa confeccionará el inventario de las series documentales que integran el Archivo Histórico

Artículo 189°. Las Instituciones Educativas que cuenten con Archivo Histórico Escolar facilitarán la consulta de investigadores, previa solicitud que dé fundamento al requerimiento y al otorgamiento de su autorización por las autoridades respectivas, conforme la normativa aplicable en la materia.

NUESTRAS REFLEXIONES

Los artículos enunciados, así como todo el resto de la normativa, nos interpelan desde la ausencia. No encontramos allí el perfil del agente encargado del Archivo Histórico en el caso de que éste existiera pues, desde el comienzo, el primer artículo establece que la institución "procurará" contar con el mismo en el marco del Proyecto Institucional. No está prescripto, no es obligatorio, no es necesario.

Razonemos. Si la escuela en cuestión tiene cinco o más años de existencia, ya tiene documentación cuya guarda es forzosa. La provincia tiene establecimientos que exceden holgadamente los cien años de vida así que, salvo catástrofes o negligencias, deben tener un caudal importante en términos de metraje de estantería con el patrimonio documental de guarda permanente. ¿Lo tienen? En general, no.

Se ha perdido por causas muy diversas o se ha eliminado irresponsablemente. Al desaparecer, se ha borrado literalmente la historia de la escuela y de la comunidad que atendió durante decenios. No es nuestra intención detenernos aquí en las hipotéticas causas del desastre, aunque tendríamos mucho para decir al respecto. No obstante, queremos reparar en un detalle significativo: no existe en el plantel un profesional asignado a la tarea. Hay diversos cargos previstos en el organigrama, desde el personal jerárquico al auxiliar no docente, desde el médico al fonoaudiólogo, al técnico en sistemas y al kinesiólogo donde son necesarios. Hay maestros, profesores, preceptores, regentes de estudios, orientadores sociales y educacionales, hay bibliotecarios. Sin embargo, NO hay un Técnico en Archivos en ningún caso, ni en la última escuela creada en un distrito ni en la primera, que puede tener más de 150 años como la Nº 1 de Quilmes. Y no lo hay en la nuestra, que tiene 111 años de trayectoria.

Pero SÍ tenemos un Archivo Histórico. Conformado "a pulmón", gracias al voluntariado de muchísimas personas que colaboraron a lo largo de 17 años para preservar, poner en valor y custodiar los retazos de la historia de Quilmes y de ésta, la primera escuela secundaria pública creada entre dos capitales, Buenos Aires y La Plata. Madre de escuelas, porque dio a luz el Colegio Nacional. Proveedora de maestras y maestros para una superficie imposible de dimensionar, pues de aquí salieron educadores que fueron tanto a distritos aledaños cuanto a provincias alejadas. Por nuestras aulas transitaron docentes ilustres, artistas de renombre, estudiantes que iluminaron las letras, las ciencias y las artes años después de graduarse.

Tal como establece el artículo 189º, está abierto a la consulta de investigadores que recurren a nuestro rico acervo porque sobresale entre los pocos que existen. Artículo 188º, "la Institución educativa confeccionará el inventario etc. etc.". Imposible, serán personas humanas adecuadamente formadas o no será nadie. 

Nos preguntamos cuándo comprenderán las autoridades que, al menos en ciertos casos, es imprescindible dotar a las escuelas más antiguas con profesionales idóneos para asumir esta responsabilidad. Está claro que es materialmente imposible para los Secretarios clasificar y organizar el archivo según las pautas señaladas en la Reglamentación. Menos aún, atender investigadores que deseen consultar los materiales permitidos por las leyes.

Otra vez decimos... razonemos... 

¿Hay voluntad de satisfacer esta necesidad? O bien ¿continuaremos lamentando la destrucción de los archivos que a diario se producen en las miles de escuelas provinciales? El deterioro ocasionado por el abandono, los agentes biológicos y físico-químicos, la escasez de depósitos adecuados y correctamente provistos de unidades de conservación, cuándo no los estragos provocados por fuego, agua o vandalismo, literalmente obturan la identidad y la memoria documentada, cancelando la historia.

Hemos reclamado hasta el cansancio la atención de este problema. Las soluciones no aparecen, más allá de los límites del voluntariado. Señoras, señores, suplicamos que adviertan tamaño despropósito y lo remedien. Aquí, la afamada Escuela Normal Superior de Quilmes espera.

Prof. Raquel D. Gail
Coordinadora (ad-honorem)
Archivo Histórico "Silvia Manuela Gorleri"


14/5/23

Juan Manuel Cotta en Tandil

 De Dolores a Tandil

Bienvenida y despedida

"Pedro Juan Manuel Cotta nació en la localidad bonaerense de Chivilcoy el 4 de diciembre de 1887, uno de los diez hijos de Claudiano y Casiana; matrimonio de origen italiano, quizá de la provincia de Savona, en la región de la Liguria. Tenía 5 años cuando murió su padre y se unió a sus hermanos en los trabajos del campo, a la par de los peones. Ese fue su primer aprendizaje, la bondad de la tierra, la recreación incesante de la naturaleza; arar, sembrar, cosechar; el sudor del hombres regando en el surco; los montes frondosos, los amaneceres de verano, las puestas de sol en un horizonte sin fin, la amenaza del rayo y el olor a tierra mojada después de la tormenta. Todo eso fue diseñando en su interior al poeta. Cuenta su hija que un día llegó al campo un periódico de Chivilcoy que anunciaba la fundación de una Escuela Normal. Primero dudó, pues ya tenía 17 años y le resultaba embarazoso a esa edad anotarse para cursar el 1° año. Pero la vocación fue más fuerte y contó con el estímulo del Prof. Mathus, director del flamante establecimiento. Se recibió en la Escuela Normal Superior “Domingo Faustino Sarmiento” de esa localidad, por donde luego pasaron alumnos y docentes de la talla de Domingo Zerpa, Mariano Serafín, inspector de enseñanza de la Provincia de Buenos Aires, Leonora Poch, declarada “la mujer del año” por el Consejo Nacional de la Mujer en la Universidad de Morón, Delia Garibotti, inspectora de educación inicial, declarada ciudadana ilustre por la Municipalidad de Chivilcoy y el escritor Julio Cortazar que ejerció en esa escuela como profesor normal en Ciencias y Letras. 

Inicia la carrera docente con unas pocas horas en la escuela Normal de Dolores. Luego un amigo le ofrece la posibilidad de fundar y dirigir una escuela Láinez. Estaba recién casado con Ángela Natalia, porteña, hija de Natalio Zara y María Cuesta; una familia de clase media acomodada que vivía en Pueyrredón y Paraguay en la Capital Federal. Su padre, italiano, era pastelero, dueño de la confitería América, ubicada en la calle Santa Fe. Ángela notable ama de casa, compañera, amante y amiga, acompañará fielmente a Juan Manuel en su extenso itinerario docente. 

El 26 de julio de 1911, se inaugura oficialmente la Escuela Nº 92 en Dolores; el primer pueblo fundado por el gobierno surgido el 25 de mayo de 1810, por eso se lo llama "El Primer Pueblo Patrio". Sólo contaba con el edificio, todo lo demás corría por cuenta del maestro-director: hizo los bancos, los pizarrones, los borradores, junto a Ángela cosió guardapolvos para los más necesitados, hasta se ocupó en cortar pelos y uñas. Ella hacía los pastelitos criollos para las fiestas patrias y pan casero para las meriendas que les daban a los alumnos a media mañana. Próxima a la escuela alquiló un terrenito para hacer una huerta y consiguió un telar que les dio la primera Bandera Argentina que se izaba todas las jornadas. La matrícula creció muy rápido y la escuelita quedó estrecha de modo que comenzó el engorroso trámite para obtener otro edificio. Una vez que lo logró la bautizó Profesor José Benjamín Zubiaur, (2) un gran maestro que lo había alentado en su vocación. 

LA ESCUELITA DE COTTA 
Lamentablemente por esa costumbre que tenemos los argentinos de cambiar el nombre a calles y escuelas según sean las modas o las pasiones de turno la Escuela Láinez Nº 92 de Dolores (hoy N° 30) pasó a llamarse “Prov. de Misiones”. Sin embargo la comunidad no lo aceptó y siempre la llamó “la escuelita de Cotta”, al punto que hoy por resolución ministerial lleva su nombre: “Pedro Juan Manuel Cotta”

También fue profesor de Historia en el Colegio Nacional de esa ciudad. Su empeño y laboriosidad no pasan desapercibidas para las autoridades del Ministerio de Educación de la Nación y en 1923 lo trasladan a Tandil, para asumir la dirección de la Escuela Normal. El pueblo entero, con banda de música inclusive, fue esperarlo a la estación del ferrocarril y lo acompañó en pedagógica procesión, junto a su familia, hasta el hotel donde se hospedaron." (Chalo Agnelli)

La Plata, 1923


La Plata, 1927

"Este conocido e ilustrado educador, que dirigía hasta hace poco, con singular acierto, la escuela normal nacional de Tandil, a la que había colocado en un envidiable pie de organización y disciplina, ha sido trasladado en igual carácter a la escuela normal de Santa Rosa de Toay, capital de la gobernación de La Pampa.

La ciudad de Tandil pierde, con la salida del señor Cotta, un elemento de mucha valía, no solamente por su preparación, sino también por sus relevantes prendas personales, con las que supo conquistar a su favor muchas simpatías.


El pueblo de Tandil, queriendo exteriorizar el profundo afecto que sentía por el señor Cotta, hizo a éste objeto de una significativa demostración, congregándose a tal efecto lo más ponderado de aquel vecindario en la escuela normal, el cual, luego de poner de manifiesto en varios y sentidos discursos el pesar que le causaba el traslado, hizo entrega al Sr. Cotta de una medalla de oro, una 'plaqueta del mismo metal, un artístico pergamino y varios ramos de flores. El obsequiado, altamente conmovido, agradeció la demostración con palabras que tradujeron el hondo sentimiento que experimentaba su alma al tener que separarse de los tantos afectos que dejaba en esa ciudad."

De "El compañero espiritual"

Fuentes: 
https://elquilmero.blogspot.com/2019/01/juan-manuel-cotta-maestro-su-vida-y-su.html
Revista de Instrucción Primaria, Año XIX, La Plata, 16 de octubre de 1923, Nº 440, pág. 12495.
Revista de Instrucción Primaria, Año XXII, La Plata, 1º de julio de 1927, Nº 527, pág. 17024.
Cotta, Juan Manuel. El compañero espiritual. Libro de lectura para sexto grado. Buenos Aires, Crespillo.

Véanse nuestras otras entradas sobre Juan Manuel Cotta en este blog.