18/9/22

Alentando estudiantes de la Tecnicatura

Visita de alumnos del ISFDyT Nº 83

 Por Raquel Gail

El miércoles 31 de agosto tuvimos el placer de recibir alumnas de la Tecnicatura Superior en Administración de Documentos y Archivos (ISFDyT Nº 83) acompañadas por su profesora Sra. Laura Biazzi, interesadas en conocer este patrimonio documental, la forma de trabajo y nuestra historia. Tenemos la convicción de que nuestra presentación con 400 firmas solicitando la apertura de la carrera en el distrito contribuyó en gran medida a su creación.



Durante la larga entrevista que mantuvimos, hubo oportunidad de mostrar a las visitantes un Power Point que ilustra la trayectoria de 17 años de trabajo voluntario de diferentes grupos de personas. También observaron la tipología documental que es propia de un establecimiento educativo, las instalaciones que se adquirieron con los subsidios recibidos de la Biblioteca Nacional de Maestros, enmarcados en su programa de Recuperación de Archivos y Museos Escolares, los trabajos de restauración y conservación que están a cargo principalmente de la Sra. Julia Volpati, en fin, los progresos realizados desde aquel ambiente de abandono y suciedad en que fue encontrada la documentación al estado actual de cuidado.

Queda claro que aún resta mucho por hacer. La necesidad prioritaria es contar con un profesional idóneo, rentado, que pueda concurrir a diario, llevar adelante las diversas tareas que son competencia de un Archivero y atender las consultas que con frecuencia recibimos.

Lamentablemente, la organización de las escuelas provinciales no contempla este cargo, ni aún por vía de excepción, ignorando así la importancia de los bienes protegidos en nuestro ámbito y su significado para la comunidad quilmeña así como para los investigadores del área.


Este Archivo tiene un valor extraordinario por su antigüedad (110 años) y porque se halla bastante completo comparado con el patrimonio conservado en la mayoría de las escuelas, no obstante algunos hechos desgraciados que ocurrieron hace ya mucho tiempo, tales como dos incendios y una inundación. También se vio afectado por mudanzas, plagas biológicas (ahora eficazmente combatidas) y otros factores de índole físico-química.

De todas maneras, como "la esperanza es lo último que se pierde", según el dicho popular, mantenemos viva la llama del Proyecto iniciado en 2006, que sólo se vio interrumpido por la fatídica pandemia de los años recientes.



13/9/22

Capacitando a los voluntarios

TALLER DE CONSERVACIÓN

 Por Raquel Gail

En septiembre, como si estuviéramos celebrando los 17 años de trayectoria ad-honorem de todos aquellos que contribuyeron y contribuyen en la actualidad a mantener vivo el Proyecto nacido en la primavera del 2006, las actividades de cuidado y protección del Archivo Histórico "Silvia Manuela Gorleri", de la Escuela Normal de Quilmes, han cobrado impulso con el acercamiento de nuevos voluntarios.

El interés y la excelente disposición de los jóvenes que hace poco se incorporaron a la tarea nos indujo a proponer a la Sra. Julia Volpati la realización de un primer taller de capacitación, esta vez orientado a los rudimentos de la conservación de documentos en soporte papel, de un siglo de antigüedad, que aún se encuentran sin limpiar, plegados y/o arrugados de mala manera, con roturas, ganchos metálicos oxidados y otros problemas menores. El mismo tuvo lugar el miércoles 7 de septiembre del año en curso en un aula de la escuela.


La Sra. Volpati, nuestra restauradora y conservadora "en Jefe", voluntaria como todos los demás, que nos acompaña desde hace diez años, desarrolló un interesante paneo de actividades y prácticas durante cuatro horas, muy bien valorado por los asistentes.


Se partió de analizar los materiales con los que estarían en contacto en un archivo, para identificar los principales problemas que podrían encontrar: falta de limpieza, ganchos de metal, hojas rotas, bordes desgastados, hojas sueltas que debían estar unidas, ataques biológicos, etc.

            
Para cada uno de esos problemas se indicaron soluciones: por ejemplo limpieza mecánica con pincel, con ventana abierta o donde haya corriente de aire y uso de barbijo.
Además, se enseñó a hacer la "costura en planfleto" adecuada para mantener los documentos unidos sin necesidad de utilizar ganchos.

       

Así mismo, se enseñó a reparar rasgaduras utilizando papel "japón", que es el recomendado, o algún sucedáneo a falta de éste, de elevado coste. Se indicó la importancia de tener en cuenta el hilo del papel para que se lo respete al incorporar algún tipo de reparación y que luego no tironee la hoja.

      

Se habló de los tipos de adhesivos que se pueden utilizar y la técnica básica para preparar engrudo.

      

Se exhibieron algunas de las innumerables restauraciones que realizó la conservadora en nuestro acervo, tanto en encuadernación como reparación de lomos de documentos encuadernados u hojas dañadas.

Agradecemos sinceramente a la Sra. Volpati su acostumbrado y desinteresado apoyo, por quien la Escuela Normal de Quilmes siente un altísimo respeto y consideración.


Fotografías: Sr. Ariel Ghizzardi

Algunas consideraciones teóricas

Citamos a Arsenio Sánchez Hernampérez, de la Biblioteca Nacional de Madrid:

"Han sido desarrolladas poderosas herramientas para la reducción de las tasas de alteración, como es el caso de la desacidificación en masa, la reintegración mecánica o el control medio ambiental, pero nos vemos impotentes ante el ritmo acelerado con el que el deterioro químico y físico se ceban con nuestros documentos escritos. Los escasos presupuestos que se destinan a las bibliotecas y archivos no contribuyen a mejorar esta dramática situación que va adquiriendo, aunque de forma silenciosa, proporciones de verdadera catástrofe. No olvidemos que la mayor parte de los problemas de archivos y bibliotecas permanecen en la sombra y no afectan a la propaganda que los diferentes gobiernos realizan sobre su política cultural, dirigida a la exaltación de intervenciones de gran trascendencia en el mundo de los monumentos o de las obras pictóricas.

Por otra parte, las bibliotecas y archivos se enfrentan a problemas muy diferentes a los de cualquier otra institución de tipo cultural. El volumen de los fondos, la fragilidad de los soportes y de sus elementos sustentados, el desgaste físico que supone la consulta y reproducción o el tradicional desdén con que han sido tratados, convierten al deterioro documental en una tortuga difícil de alcanzar. La percepción de estas dificultades ha provocado una crisis latente en el paradigma de la conservación ortodoxa. El movimiento de conservación preventiva, surgido en los Estados Unidos a principios de los ochenta y que ha prendido con fuerza en el área latinoamericana, ha demostrado la inadecuación de las políticas de conservación actuales. Sus ataques a la conservación ortodoxa se basan en la dificultad de equilibrar necesidades y costos de aplicación, muy superiores a los realmente disponibles; al verdadero valor de la información y no de los objetos que la contienen; al carácter selectivo de la restauración, que centra su interés en piezas aisladas, relegando al conjunto a un segundo plano y, finalmente, a la desconfianza en los tratamientos, pues productos y prácticas ampliamente aceptados hace tan solo diez años, ahora son considerados altamente perniciosos. Es por tanto necesario replantear nuestra disciplina en sus objetivos y criterios de acción. Debemos preguntarnos si la restauración es una disciplina capaz de resolver los problemas a los que se enfrentan los documentos a fines del siglo XX y, si como parece no lo es, ver en qué aspectos falla y crear nuevas teorías en las que trabajar.

[...]

En el campo de los materiales documentales aún queda un gran trabajo por realizar. Todavía no se han definido los grandes problemas de conservación de los archivos y bibliotecas y los intentos de sistematización de las causas de alteración no están del todo claros. No existe una cuantificación del deterioro y los fenómenos presentes se describen cualitativamente, nunca de forma cuantitativa a excepción del pH, que no deja de ser un indicador altamente inexacto y poco clarificador. Los restauradores hacemos descripciones sumamente confusas del deterioro "existe un fuerte ataque de hongos", "numerosas lagunas dificultan la lectura del texto" o "soporte muy debilitado", son algunas de las apreciaciones más habituales en los informes de conservación. Imaginemos a un químico, hablando de cinética de gases que empleara descripciones de su experimento con afirmaciones de este tipo: "hacía calor en el laboratorio", "el ambiente estaba muy húmedo porque había grandes filtraciones en las paredes del laboratorio" o "los gases tenían una elevada presión dentro de sus recipientes". En este sentido podemos destacar los trabajos de Michalski por sistematizar los riesgos potenciales de las obras, pero cuando descendemos a un nivel descriptivo del deterioro en piezas determinadas nos encontramos con serias dificultades.

Creo necesaria una redefinición de los problemas de conservación que permita su cuantificación. A mi modo de entender existen dos niveles de alteración, niveles que he denominado micro y macroproblemas. Los microproblemas son los tradicionales factores de alteración, para los que parece existir una política definida: la restauración. Los macroproblemas, por el contrario, son tan agobiantes en el mundo de archivos y bibliotecas, que permanecen ocultos por su enorme tamaño.

El primero de ellos es su enorme extensión y variabilidad, pues en cualquier archivo encontramos enormes cantidades de documentos con diferentes tipos de soportes, técnicas y formatos que varían incluso dentro del mismo objeto. En segundo lugar está su crecimiento, mucho mayor en términos cuantitativos que cualquier museo, por importante que éste sea. Un tercer macroproblema es la necesidad de consulta. Los documentos son examinados y manejados en numerosas ocasiones siendo en este momento cuando la documentación se enfrenta a la mayor parte de los factores degradantes. Para finalizar estos macroproblemas no queremos dejar de lado una dificultad a añadida muy especifica de los fondos documentales de los archivos. Resulta enormemente difícil establecer la importancia de una pieza determinada y si su restauración rentabiliza el gasto invertido, pues su valor no está en su condición de pieza aislada, sino como integrante de un conjunto más extenso. Por tanto, los restauradores y archiveros nos vemos en la difícil situación de seleccionar y actuar sobre determinadas piezas dejando de lado otras que, o bien tiene un valor más modesto, o no han sido justamente valoradas, a pesar de pertenecer a un conjunto indivisible. Ello conlleva un crecimiento en progresión exponencial de los microproblemas y condiciona la política de conservación a seguir. Siempre que aparece algún fenómeno degradatorio dentro de nuestro centro ­ya sea calor o humedad excesiva, ataques biológicos, etc.­ sus efectos se harán patentes en grandes extensiones.

Si queremos hacer de la conservación una disciplina capaz de solucionar los problemas, es decir, una disciplina verdaderamente científica, deberemos, en primer lugar, definirlos en un marco conceptual propio, en segundo lugar, establecer unos criterios de cuantificación que permitan manejar los datos en bruto y convertirlos en datos operativos y, en tercer lugar, adoptar un lenguaje que permita interpretarlos para, finalmente, aportar soluciones que, indudablemente, habrá que revisar con el tiempo. Antes de poner en práctica una política de conservación, deberemos partir de lo general para llegar a lo particular, puesto que si al hacerlo a la inversa, corremos el riesgo de que los árboles no nos dejen ver el bosque. En este sentido habría que destacar que por el momento la preservación, entendida como gestión de recursos y la teoría general de sistemas son los únicos instrumentos que han proporcionado un avance significativo en la lucha contra los macroproblemas.

La restauración no debe ser contemplada más que como una parte muy reducida de la solución. El ritmo de trabajo es lento y el deterioro imparable, o en otras palabras, el costo muy alto y los recursos muy escasos y se impone una reconsideración del valor de los objetos y de la información que nos transmiten. Muchos documentos tienen un valor incalculable por su rareza, calidad o importancia histórica y en su conservación no importa la inversión, pues se trata de tesoros que nos legaron las generaciones pasadas. Pero otros muchos, la inmensa mayoría, pueden perderse por el camino.

La conservación que se avecina tendrá poco que ver con la actual. Se reducirá sensiblemente la intervención de los restauradores y encuadernadores. Tendrá menor importancia el tratamiento de obras individuales que las intervenciones sobre el conjunto. Los conservadores sabrán tanto de química ambiental, biología aplicada, estadística o informática como de técnicas de restauración. Las nuevas técnicas de reproducción y duplicación abrirán nuevos horizontes en nuestro trabajo y gracias a las redes informáticas, la conservación en archivos y bibliotecas reducirán las consultas. El correo electrónico permitirá eliminar la necesidad de consultar los documentos originales y, si ello tiene el inconveniente de no sentir el placer de tocar la historia en forma de papel o pergamino, se conseguirá evitar desplazamientos inútiles y el desgaste que implica la consulta, sin duda el mayor factor de alteración después de la desintegración química del papel. Podremos estudiar los manuscritos de Leonardo, el Beato de Doña Sancha o el Códice Aureo sin movernos de casa. La cultura escrita, base de nuestra sociedad, será accesible a un mayor número de personas en todo el mundo sin tener que demostrar más que su interés por la cultura."

11/9/22

Recordando al maestro que recuerda a una maestra

 Por Chalo Agnelli (In Memoriam)

A quienes olvidaron sus cimientos

Esta educadora nació en España. Se recibió de Maestra Normal en la localidad de Azul en el año 1907. Inició su carrera docente en abril de 1908, nombrada por el Honorable Consejo Nacional de Educación para desempeñar el puesto de maestra de grado en la Escuela Nicolás Avellaneda, Consejo Escolar N° 2º. En mayo del mismo año fue nombrada por la Dirección General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires maestra de grado en la ciudad de Azul.

En marzo de 1909, fue destinada por la Dirección General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires, al cargo de la dirección de la Escuela Nº 25 de la ciudad de Azul y el 3 de junio, del mismo año, el Ministerio de Instrucción Pública la nombró maestra de grado y profesora de Educación Doméstica y Labores de la Escuela Normal Mixta de 25 de Mayo. Es posible que esta experiencia en el normalismo le valió el siguiente nombramiento que la instaló en Quilmes.


QUILMES 

El 22 de enero de 1912, la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados solicita un aumento en la partida para la fundación de cuatro Escuelas Normales: en Quilmes, Lomas de Zamora, San Fernando y San Francisco, provincia de Córdoba. Por ley de Presupuesto de la Nación del año 1912, anexo E, inciso 11, ítem 34 se crea la Escuela Normal Nacional de Quilmes.

Crescencia López Olivero de Molina en la Escuela Normal 
entre sus colegas, la única con guardapolvo blanco, 
como símbolo de igualdad y humildad.

El 23 de abril de 1912, el Consejo Nacional de Educación por expediente 4380, letra "L" nombra al personal docente, entre los que se designa a la señora de Molina, Regente y profesora de Geografía, cuatro años después de iniciar tu carrera.Lo expuesto anteriormente es parte de su legajo que se preserva en el Archivo de la Escuela Normal de Quilmes "Silvia Manuela Gorleri". 

Sigue en dicho documentos su firma: Crescencia López Oliveros de Molina y una nota (aparentemente de puño y letra de la interesada): “Omisión – Durante una licencia que obtuve desde el 1 de Abril de 1910 al 1 de septiembre del mismo año, desempeñé un puesto de maestra de grado durante 1 mes y ½desde julio al 31 de agosto de 1910”. Continúa con su firma y un sello oval que dice: 'Escuela Normal Mixta Quilmes. Dirección'. 

Ejerció como profesora de pedagogía y didáctica y la primera regente del Departamento de Aplicación. En ocasión de tener que tomar otra licencia fue suplantada por la maestra Josefa Lombán de Casado hasta el 2 de mayo de 1938.

Crescencia junto a José Sosa del Valle 
y Juan Manuel Cotta a su izquierda. 
Bajo su abrigo asoma el gaurdapolvo.

TRAYECTORIA 

Crescencia López Oliveros de Molina fue autora de numerosos textos de carácter educativo, entre otros, en 1934, el referido a la enseñanza global. Fue cofundadora de la primera Universidad Femenina en Quilmes en la Biblioteca Pública Manuel Belgrano de Berazategui [1]. Solía dar conferencias didáctico-pedagógicas en el Ateneo de Quilmes, creado por un gru­po de estudiantes secundarios el 7 de agosto de 1935. Introdujo el uso del guardapolvo blanco y fue modelo en su uso, a manera de igualar las diferencias económicas de los alumnos e incluso por consideración hacia ellos, a diferencia de otras docentes que concurrían a sus funciones notoriamente peripuestas. [2]

Promoción de alumnos de la Escuela Normal. 
A la derecha la señora de Molina tomada del brazo
de Josefa Lombán de Casado junto al director Juan Manuel Cotta.

1932. Se hace cargo de la Escuela el Sr. Juan Manuel Cotta 
y se despide al Sr. Sosa del Valle, la tercera de la izquierda
 Crescencia López Oliveros de Molina


Aquí la vemos en el centro, sin guardapolvo entre el director José Sosa del Valle y el vicedirector Olivio Acosta. También se halla en foto el Maestro Cotta de modo que es una foto del retiro de Sosa del Valle, el director-fundador.


(1932) Tapa del periódico "El Plata": "Crescencia López Oliveros de Molina - Distinguida dama de nuestra sociedad que integra la dirección de la Escuela Normal habiendo cumplido recientemente sus bodas de plata con el magisterio." (la publicación omite la "S" final de su segundo apellido)- Foto "Art Finino Hnos. Especial para el Plata. 

EL SOL, Viernes 19 de noviembre de 1976



EVOCACIÓN DE UNA MAESTRA QUE FUE IDEAL DE DOCENCIA

Al acogerse a su retiro jubilatorio la profesora y regente de la Escuela Normal Mixta de Quilmes, doña Crescencia López de Molina, uno de sus alumnos tomaba de su cuaderno de clase una semblanza sobre su personalidad para hacerla pública desde estas mis­mas columnas.

Decía en ella inicial­mente: “Su dinamismo llena toda la Escuela. Y es comosi la Escuela, toda, estuviera llena del espíritu lúcido, bon­dadoso y ecuánime que supone el ejer­cicio de la enseñanza.

Hoy al brindarle nuestro adiós defi­nitivo a esta profesora, volvemos a ree­ditar esas líneas, no sólo porque sabe­mos que ellas resultaron gratas a su espíritu, sino porque también, se re­fleja en las mismas el cariño v la ad­miración que le profesaran y profesan cientos de alumno que en el curso de una larga actuación docente admira­ron tanto su sólida preparación como la magia y el brillo de su palabra. Pa­labra que a modo de influjo levitatorio elevaba al alumnado sobre el plano del simple conocimiento hasta niveles su­periores en los que la gracia, el inge­nio y la belleza parecían confundidas en armoniosa conjunción. Signo reve­lador, por otra parte, de aptitudes do­centes que permiten revestir los cono­cimientos librescos de valores humanís­ticos por la más rica revelación de los propios valores espirituales…

Esta unanimidad admirativa que acompañó sus tareas en el ámbito de la Escuela Normal de Quilmes, volvimos a comprobarla a nuestro paso por Azul, su ciudad natal. Allí en su Escuela Normal volvimos a reencontramos con la personalidad de esta querida profe­sora cuya actuación docente juvenil perduraba no sólo en una placa de bronce que en sala de profesores, aún envida de la señora de Molina, recordaba su labor, sino en las impresiones que recogimos de su personal di­rectivo: era la proverbial admiración que rodeó su actuación también aquí, en Quilmes.

Hoy queremos evocar su paso por el patio del Colegio cubierta con ese blanco guardapolvo que algunas vez exaltó como símbolo de nuestra escuela que en su ámbito, repugna las disparidades económicas y sociales; hallarla de nuevo en el aula enmarcando su agracia­do rostro con su blanca cabellera; verlo iluminarse en su amplia sonrisa que una única vez vimos se desdibujaba en mueca de dolor, en tanto su voz de metal inolvidable, se quebraba en llanto al despedirse de nuestra división, que culminaba sus estudios...

Hemos nombrado al Azul, ciudad de su juventud, en la cual conoció su es­poso y fundó hogar. Con esta evoca­ción queremos cerrar este confuso adiós que mutila gran parte de su persona­lidad al olvidar su obra escrita y su larga trayectoria profesional, pues en aquel lejano Azul podemos asociar su presencia y la de su esposo a la de nuestros familiares Un reencuentro en el gran hogar común cuyo rescoldo da vida y calor a nuestras almas.

Promoción 1938
Secretario de la Comisión de Amigos
formada en 1962, celebrándose el 50° aniversario de la Escuela



HUELLAS DE UN PASADO 

Tratemos de imaginar, desde el parco confort de que gozamos durante el ejercicio de nuestra docencia, las penurias que debieron vivir las y los docentes de aquellos tiempos, cuando la educación en la Argentina aún estaba en pleno desarrollo; cuando se creaban escuelas en lugares donde, muchas veces, no existía el agua corriente y había que recurrir a la bomba, donde, por lo general en las casas - y siempre en las escuelas -, existían esas casetas toscas llamadas letrinas; aulas sin electricidad y mucho menos calefacción; eran escasas las que tenían una rústica salamandra para templar el ambiente en las gélidas mañanas de invierno y, de todos modos, tampoco había dinero como para aprovisionarse del combustible necesario. Los trayectos en el campo y los pueblos se hacían por calles de tierra, lodosas tras las lluviosas jornadas bonaerenses y en verano humeantes a causa de la calina, que a veces se levantaba en frenéticas tolvaneras.

Y los largos - a veces inesperados - viajes de un punto a otro de la provincia, del país con nuevos destinos. Llegar y a buscar un alojamiento, medianamente digno, pues los sueldos no eran - igual que en la actualidad - los que merecían por tanta entrega y compromiso. Es verdad que el ferrocarril era el medio de locomoción más apto y seguro, pero no todos los docentes de la educación pública podían viajar en primera, menos en pullman. Era la época de las escuelas rancho, donde en verano era más benigno dar clases bajo un árbol frondoso que bajo la chapa candente, como cuenta Jorge Ábalos en "Shunko".

Sin embargo, cuánto olvido soterró estas vidas que dieron al país: presidentes de la Nación, gobernadores de provincias, legisladores, médicos como Favaloro y Milstein, ingenieros, jueces, físicos, escritores como Cortazar, Adela García Salaberry, Leopoldo Marecha, Alfonsina Storni, historiadores como José A. Craviotto, Juan Carlos Lombán, Norberto Galasso, músicos como Martha Argerich, artistas plásticos como Pío Collivadino, Aldo Severi, Manuel Oliveira, arquitectos como Alejandro Bustillo quien terminó sus estudios secundarios en el Instituto Politécnico Superior Otto Krause, etc., etc…

Pocos recuerdan, cuando están en el pináculo de sus vidas, con varios logros alcanzados, que una vez estuvieron en un aula iniciándose en la formación integral con un maestro, una maestra, un profesor, una profesora...


Compilación e investigación Prof. Chalo Agnelli
Colaboración Mora Camarero Deprati de Barati

FUENTES:
Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes "Silvia Manuela Gorleri" 
http://archivo104.blogspot.com
EXANQUI. "Historia para un centenario" Ed. Jarmat. Quilmes, 2012
Periódico "El Plata" 1932.
Biblioteca Popular Pedro Goyena

NOTAS
(1) Comentario del profesor Juan Carlos Lombán, ex alumno de la Normal.
(2) Ver en EL QUILMERO del viernes, 3 de diciembre de 2010, LA UNIVERSIDAD FEMENINA DE QUILMES Y LA UNIVERSIDAD POPULAR

Conmemorando el Día del Maestro

De las primeras maestras y profesoras:
Belén Valentina Madrid de Blanes

Prof. Raquel Gail


La señorita Madrid nació el 25 de julio de 1879 en Dolores, provincia de Buenos Aires, en el hogar de Zacarías Madrid San Román (1841-1895) y Cayetana Gaitán Arance (ca. 1845-1925), como sus hermanos: Sofía María (1872), también docente, Jesús Zacarías (1874-1875), Cayetana Carlina (1875) y María Silvia (1882). Fue bautizada en agosto de ese año bajo el nombre de “Bethlehem Valentina”. 

Cursó sus estudios en dicha ciudad y se graduó como Maestra Normal. A la edad de 15 años, cuando se llevó a cabo el censo Nacional de Población (mayo de 1895), ya huérfana de padre, aparece registrada como “Profesora”, igual que María Sofía. Contrajo enlace en 1915 con Pedro Benito Blanes, de su misma edad (1880-1940), con quien tuvo al menos dos niños, María del Carmen (en 1916) y Pedro Hipólito (en 1920).

A los 32 años ya había ocupado el puesto de Directora de la Escuela Infantil N° 3 de Dolores, y más tarde fue maestra de primer grado en la Escuela Primaria N° 21 del Distrito Escolar 5° de la Capital Federal. Posteriormente, ingresó a la Escuela Normal de Quilmes como Catedrática de Trabajo Manual el 23 de abril de 1912, es decir, junto a los primeros miembros de la plantilla docente. También estuvo a cargo de la asignatura Educación Física y Estética, en la que fue reemplazada varias veces por la Srta. María Elena Rayces. Durante 25 años cumplió con su tarea docente en esta escuela hasta que, en 1937, con 58 de edad, solicitó el retiro definitivo. Para la época, residía en la zona céntrica de La Plata.



Investigación: Raquel Gail
Fuentes: Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes, Censo Nacional de Población de 1895.