7/8/19

"Ordenar la primavera"
 por Alejandra Álvarez


A continuación, publicamos algunos fragmentos del artículo “Ordenar la primavera. Los estudiantes secundarios de Buenos Aires y los festejos del 21 de septiembre durante la última dictadura”, extractados de la Revista Conflicto Social, Año 12, Nº 21, enero-junio 2019.
La autora ha utilizado , entre otras, fuentes de nuestro Archivo para elaborar su tesis, aquí muy sintetizada.

"Este artículo analiza el desarrollo de las celebraciones por el Día del Estudiante en Buenos Aires, durante los años de la última dictadura cívico militar en Argentina (1976-1983), insertándose dentro de las preocupaciones de la Historia Reciente. Los protagonistas son los estudiantes secundarios que sostuvieron esta tradición de festejar cada 21 de septiembre en el espacio público, a pesar de la existencia de un contexto de disciplinamiento social implementado por la dictadura. Asimismo, el gobierno de facto, aprovechó la jornada para legitimarse y construir una imagen del joven adaptada a las necesidades políticas del régimen.

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Nuestro objetivo principal es reconstruir la experiencia de celebrar el Día del Estudiante durante la última dictadura cívico militar por parte de los alumnos/as del nivel medio de Buenos Aires. La jornada estará atravesada por dos lógicas contrapuestas, por un lado, la de los estudiantes secundarios y por otro, del gobierno de facto. Las preguntas que guiarán el recorrido son ¿Qué tipo de discursos instaló la dictadura en torno de los jóvenes durante cada 21 de septiembre? ¿Por qué las autoridades de facto habilitaron la realización de estos festejos en el espacio público? ¿Qué tipo de prácticas y significados pusieron de manifiesto los protagonistas en esta jornada? ¿Tenía algún sentido particular celebrar su día en dictadura? Frente a estos interrogantes, se seleccionó un corpus de fuentes que no pretendió abarcar toda la experiencia de celebrar este día, ni trabajar en función de estudios de caso, sino que la investigación se orientó a ofrecer una primer mirada general, frente a una temática que se constituía en un área de vacancia en lo que respecta a Buenos Aires. [1] ...


Respecto de nuestras fuentes, el archivo escolar se constituyó en un aporte fundamental por la cantidad de tiempo que los estudiantes transcurrían dentro de estas instituciones bajo la influencia de las normativas y políticas diseñadas por el Ministerio de Educación de la Nación, [2] registradas en Circulares y Disposiciones y en documentación de carácter interno, como parte de las tareas cotidianas en actas o libros de inspectores. Allí fue posible observar algunas preocupaciones en relación a la primavera, entre numerosas imposiciones destinadas a ordenar la vida de los estudiantes. Gracias al aporte esencial de los Espacios de Memoria de la Escuela Normal Superior Mariano Acosta de la Ciudad de Buenos Aires y del Archivo Histórico del Normal de Quilmes “Silvia Manuela Gorleri”, encontramos la documentación señalada. Debido al trabajo de recuperación de la memoria escolar, ambos archivos generan lazos con la comunidad y a partir de esos vínculos, fue posible realizar entrevistas con estudiantes del periodo para acceder a los sentidos y prácticas otorgados a los festejos del 21 de septiembre.

Pero el trabajo siguió su derrotero hasta la prensa escrita nacional (Clarín, La Nación, La Opinión) en la cuál fue posible abordar la dimensión pública, por la cobertura que hacían los medios de comunicación de los festejos en las calles. Allí también se ofrecía la mirada elaborada por las autoridades de facto, pues aparecían publicados sus discursos. Otra posibilidad de pensar el espacio público fue a través de filmaciones de noticieros de época, que podían tener sonido o no, y donde fue posible transitar el 21 de septiembre desde las prácticas de los estudiantes que allí aparecían. Accedimos a los mismos gracias a la colaboración con esta investigación del Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, de la Ciudad de Buenos Aires

Aunque contamos con la documentación del Ministerio de Educación e institucional junto a entrevistas, filmaciones de época e impresiones recabadas en la prensa, el escenario no estaba completamente indagado. Es en este punto en el que se recurrió al archivo de la Ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA), donde aparecieron algunas huellas de las preocupaciones policiales y el control puesto en marcha durante los festejos.

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Asimismo, algunas categorías propuestas por el historiador E. P Thompson nos ayudaron a pensar la experiencia de celebrar en dictadura. Entendemos esta jornada como una costumbre arraigada desde comienzos del siglo XX, propuesta por estudiantes, y sostenida por ellos y ellas a lo largo del tiempo, que terminó por transformarse en un atributo que no podía quitarse (Thompson, 2000: 18-20). También nos interesa recuperar su conceptualización sobre la cultura, para considerar los elementos que constituyen a dicha celebración como sus ritos, las formas simbólicas en las que se presentaba en el espacio público, los atributos culturales hegemónicos presentes, la transmisión intergeneracional de dicha costumbre y la evolución de la misma dentro de un marco histórico específico (Thompson, 2000: 26). Entendemos el 21 de septiembre como una tradición que dependiendo de la institución, iba adoptando características propias de acuerdo a las experiencias transmitidas de un grupo a otro de estudiantes a través del tiempo y que se exteriorizaba en determinados rituales en el espacio público, que trascendían el contexto político.

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 No obstante, el orden y la represión no fueron suficientes, dado que el gobierno de facto destinó numerosas medidas para tener el control sobre la juventud y alcanzar cierta legitimidad entre ellos y ellas. Dentro de esta línea, nos interesa destacar los siguientes aportes: la creación de la Gendarmería Infantil (1977) y el operativo “Argentinos, marchemos a las fronteras” (1979). En ambas experiencias se proponían educar a los jóvenes en los valores de la patria, la familia y el cristianismo, incidir en sus conductas, y encuadrarlos detrás del régimen (Lvovich, 2009, a; Lvovich y Rodríguez, 2011).


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En síntesis, en las escuelas se fomentó la “limpieza” de carteles y grafitis, la prolijidad en la vestimenta y se instaló el imperativo del ser “patriótico” a aquellos jóvenes que no habían sufrido la violencia directa del Estado (Manzano, 2017: 362-373). En los comunicados de las Fuerzas del orden, el joven del régimen debía ser individualista, sacrificarse, esforzarse en un periodo de tránsito a la vida adulta, convertido en un sujeto pasivo al que la familia debía recuperar de los “vicios” de los años precedentes y evitando “el mayor de los males”, que era su involucramiento en la política (Luciani, 2017: 31-52).

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A partir de la revisión de documentos archivados en la Escuela Normal de San Fernando gracias al permiso de uno de los directivos para acceder a la documentación institucional, nació esta investigación. Allí en un libro de inspección, el registro de una inspectora correspondiente a los días anteriores y posteriores a la primavera de 19785 se suscitó un primer interrogante ¿Por qué una agente estatal estaba tan preocupada por las formas de celebrar la primavera? Veamos en función del documento la relevancia otorgada a la jornada. Esta fuente tiene como particularidad su continuidad, ya que la inspectora asistió a la escuela tres veces consecutivas. Pese a que es un ejemplo acotado, es indicativo de la preocupación estatal sobre el festejo estudiantil.

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En tanto que, en una fuente similar del Normal de Quilmes, la primavera también fue motivo de visita de una inspectora a la escuela para corroborar el desarrollo de las actividades escolares, detallando en el libro de inspección [8] los porcentajes de asistencia del día 22 de septiembre de 1980; los preceptores y ayudantes estuvieron presentes en su totalidad, los profesores, en un 98 % y los alumnos, en un 88%. Aclaró cuáles eran los cursos que se habían ausentado y que había dispuesto instrucciones a la vicedirectora respecto de la situación de los ausentes (aunque no lo deja por escrito) y explicitó que el motivo de la falta respondía al festejo del Día del Estudiante, celebrado el día anterior. Es decir, en lo que respecta a estas dos instituciones y en los momentos explicitados, el desarrollo de los festejos en el espacio público fue acompañado por un control que realizaban los inspectores en las escuelas para corroborar los niveles de “orden” durante los días cercanos al festejo.

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La celebración de los estudiantes generalmente se confundía con la primavera, por lo cual “primavera y juventud” aparecen como una apelación permanente en el discurso de la prensa escrita. Esto puede responder a la necesidad de establecer una mirada hegemónica en el espacio público para contrarrestar las denuncias sobre los jóvenes que habían sido secuestrados, para quienes la “vida” no sería una opción.

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La consigna de la unidad en los festejos del 21 de septiembre de 1976 podría considerarse como una forma de darse ánimos respecto del renovado clima represivo imperante en las escuelas. Cabe mencionar que una semana atrás había tenido lugar la “Noche de los Lápices” [15] aunque el acontecimiento llegaría casi una década después a los medios de comunicación (durante la realización del Juicio a las Juntas Militares). Las canciones de Sui Generis acompañadas con una guitarra formaban parte de la celebración, como recordaba una entrevistada acostumbraban ir cantando en el tren los temas de esta banda de rock nacional (Iris, Escuela Normal Nacional de Quilmes, 1976-1980).

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El ministro de educación y Reynaldo Bignone se referían a la “subversión” en su saludo a los estudiantes generando una asociación directa entre “juventud y subversión”, intentando promover entre los jóvenes la idea de rechazar las propuestas de las organizaciones político militares de izquierda que “atentaban contra la Nación”. De esta forma el Día del Estudiante era un momento propicio para la propaganda antisubversiva. No obstante, mientras este discurso era transmitido por cadena nacional miles de jóvenes de Buenos Aires estaban en el espacio público o privado compartiendo un día diferente, alejados de dichos imperativos y advertencias.

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El escenario de 1978 no se diferenció mucho del señalado en los años precedentes. En la publicación periódica seguía siendo un día lleno de vida, alegría y sonrisas [22] en consonancia con la imagen que el Estado buscaba construir, la de una juventud optimista y sana, despolitizada y defensora de las buenas costumbres (González, 2014: 11). Se presentaban los festejos desvinculados de la realidad que se vivía en las escuelas y en el país. En consonancia con este clima social reflejado en la prensa, una entrevistada refiere a que se sentía en una película: 

Tercero, cuarto y quinto, nos íbamos al Pereyra (Parque Pereyra Iraola). Cuando bajábamos del tren, nos revisaban la mochila en la estación. Vos te bajabas en la estación y ahí había control. Después dentro del parque nunca tuvimos situaciones de violencia. Nos juntábamos con otras escuelas. Yo me acuerdo que uno de los años, parecíamos una película de Palito Ortega, yo llevaba un Winco, mi papá era músico (Sandra, Normal de Quilmes, 1973-1977).

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En el diario Clarín se repite una vez más la postal de los jóvenes paseándose por la ciudad, de los amores adolescentes, sólo que en esta oportunidad llama la atención la manera de hacer referencia a estos jóvenes como “ejércitos de alegría”, haciéndose presente la dictadura en esta expresión. [23] Se trataba de una alegría controlada, medida, ordenada y organizada como un ejército, pero el panorama continuaba invariable en la publicación, los lugares elegidos, sus actividades, en sintonía con el relato del diario La Nación. [24] En otra filmación del 21 de septiembre de 1979 en los Lagos de Palermo, 25 se muestra a los jóvenes jugando a la pelota, y a un grupo de estudiantes secundarios cantando “Rasguña las piedras” de Sui Generis.


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A lo largo de estas páginas pudimos acceder a las preocupaciones del gobierno militar por intervenir la primavera a través de prohibiciones, recomendaciones y discursos amenazantes dirigidos a los estudiantes y difundidos en la prensa y en las escuelas. En los eventos militares o policiales diseñados para los jóvenes, en un almuerzo con el dictador Videla, en la coronación de reinas, en la construcción de una identidad juvenil homogénea en los medios de comunicación, con la presencia policial en la provincia de Buenos Aires controlando los festejos. En definitiva, frente al despliegue de esta presencia estatal, habilitar la primavera servía para sus fines políticos. Se operó en el espacio público la construcción de una imagen positiva del régimen asociada a la alegría y a la vida encarnada en la juventud que lo alejaba, por esos días, de las denuncias por la desaparición de personas, entre las cuales se encontraban estudiantes secundarios.

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Aunque la primavera representaba un peligro, se permitió su desarrollo con el despliegue de medidas concretas para influenciar los festejos y con las fuerzas del orden manteniéndose alertas. Permitiendo que los estudiantes salieran a las calles debido a un asueto estudiantil para todos los niveles educativos. Durante estas jornadas, a su vez, el gobierno de facto aprovechó a difundir una imagen determinada del joven a través de la prensa que se reforzaba con políticas de disciplinamiento dentro de las escuelas del nivel medio, de persecución y represión, pero también, de acercamiento."


NOTAS: 
[1] Este artículo nace a partir de mi tesis de Maestría en Historia Contemporánea de la UNGS (dirigida por el Dr. Adrián Cammarota), los archivos escolares con los cuáles se trabajó dentro del marco de la investigación y que la hicieron posible son: Los Espacios de Memoria de la Escuela Normal Superior Mariano Acosta de la Ciudad de Buenos Aires, el Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes y la documentación proporcionada por la Escuela Normal de San Fernando, de la Prov. de Buenos Aires. Agradecemos la colaboración de quiénes allí trabajan al servicio de la memoria escolar de la comunidad, Luz Ayuso (Mariano Acosta); Raquel Gail, Ariel Ghizzardi y Susana von Lurzer (Normal de Quilmes); Miguel Enríquez (Normal de San Fernando).
[2] Durante este periodo el Ministerio de Educación estuvo en manos de seis ministros (Bruera, Harguindeguy, Catalán, Llerena Amadeo, Burundarena, Licciardo). Para profundizar en las orientaciones de cada uno de ellos ver: Laura Graciela Rodríguez (2015, b) que reconstruye las trayectorias y políticas de los funcionarios responsables de la educación. Dando cuenta de las tensiones entre las diferentes armas de las FFAA y la falta de un plan homogéneo respecto del campo educativo. En lo que sí estuvieron de acuerdo, fue en imponer la moral cristiana y constituir individuos patrióticos.
[8] Libro de inspección, Escuela Normal de Quilmes, 1980
[15] 5 El 16 de septiembre de 1976, fueron secuestrados un grupo de estudiantes secundarios en La Plata (Provincia de Buenos Aires), integrantes de la Unión de Estudiantes Secundarios, que además de participar en esta agrupación política juvenil peronista, en 1975 habían formado parte de los reclamos por un Boleto Estudiantil Secundario (BES). Un año después, dentro del marco de un plan sistemático de secuestro, tortura y desaparición forzada, son secuestrados y asesinados. Hubo unos pocos sobrevivientes a este episodio (Lorenz, 2004; Marcote, 2017).
[22] (22 de septiembre de 1978). “Fiebre de primavera”. Clarín, pp. 18-19.
[23] (22 de septiembre de 1979). “Los jóvenes aprovecharon los parques de Palermo”. Clarín, p. 25.
[24] (22 de septiembre de 1979). “Jubiloso arribo de la primavera”. La Nación, p. 8


(Las ilustraciones y los resaltados nos pertenecen.)

Fuente:
"Ordenar la primavera. Los estudiantes secundarios de Buenos Aires y los festejos del 21 de septiembre durante la última dictadura." En Revista Conflicto Social, Año 12, Nº 21, enero-junio 2019. 
Sugerimos la lectura del artículo completo.

6/8/19

LA ENSEÑANZA SECUNDARIA EN EL 
PERÍODO 1976- 1983 
(COLABORACIÓN)
 “ENTRE SILENCIOS Y REGLAMENTACIONES”

Trabajo de investigación realizado por los alumnos de la E.E.M N° 20 Quilmes

AUTORES: Andrade, Roberto (2º 11ª) - Martínez, Enzo (2º 11ª) - Astorga, Roxana (2º 11ª) - Báez, Ivana (2º 11ª) - Bustos, Melina (2º 11ª) - González Blanco, Mariel (2º 11ª) - Larrosa, Natalia (2º 11ª) - Makovec, Mariana (2º 11ª) - Romero, Andrea (2º 11ª) - Sales, Rita (2º 11ª) - Albo, Nicolás (2º 14ª) - Lombardo, Rodrigo (2º 14ª) - Rivero, Nahuel (2º 14ª) - Strazullo, Fabián (2º 14ª) - Díaz, Belén (2º 14ª) - García, Gerardo (3º 11ª) - Monge, Mariano (3º 11ª) - Ramos, David (3º 11ª) - Zas, Pablo (3º 11ª) - Bevegni, Carolina (3º 11ª) - Castellano, Paula (3º 11ª) - Izetta, Julia (3º 11ª).
Coordinación: profesoras Susana Brunettin y Regina Caligiuri.


1.- INTRODUCCIÓN 

El proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) introdujo cambios estructurales en el sistema educacional argentino, a tal punto que puede hablarse de un proyecto educativo autoritario. (Tedesco). Muchos serian los aspectos que podrían abordarse respecto de él. Siguiendo a Flamarión y Cardoso, en cuanto a la selección y delimitación del tema, se tuvieron en cuenta los criterios de relevancia y de viabilidad.

Respecto del primero, la cuestión elegida tiene relevancia social, ya que todavía existen en la educación formas de autoritarismo; en relación al segundo, la Escuela de Enseñanza Media Nº 20 (ex Normal), creada en 1912 cuenta con un archivo (aun no sistematizado desde el punto de vista histórico, si administrativamente) que se transformó en un valioso recurso documental.

La hipótesis heurística a confrontar se relaciona con el carácter autoritario de la educación a nivel ideológico. 

2.- MARCO IDEOLÓGICO 

El 24 de marzo de 1976 se produce un nuevo golpe de estado que instaura una nueva dictadura militar en el país e inicia un proceso de disciplinamiento y reorganización de la sociedad argentina en todos los campos de intervención estatal. Para este objetivo se trató de eliminar cualquier oposición al aparato refundacional que querían establecer los funcionarios militares y civiles del gobierno militar, sometiendo a la sociedad a la violencia, por un lado del libre mercado (con cierre de fábricas, desempleo, especulación financiera, devaluación, etc., privilegiando al sector financiero por encima del industrial y al sector privado por encima del estatal) y del terrorismo de estado por otro (usando el monopolio de la fuerza y la portación de armas que los ciudadanos le habían concedido al estado para garantizar la vigencia de los derechos individuales en contra de estos mismos, provocando torturas, muertos, desaparecidos y exiliados). Este terrorismo por parte del estado se inició sobre las bases de la Doctrina de la Seguridad Nacional, ya planteada en el mundo y también en nuestro país desde fines de la segunda guerra mundial, (para ser, más precisos, en 1947) en donde el mundo se divide en dos áreas antagónicas, y la U.R.S.S., con Stalin a la cabeza pasa de ser el paladín de la democracia al demonio de la humanidad por su implementación del comunismo. Ese año EE.UU. se opone a su aliado bélico con el plan Marshall (este plan tenía como objetivo la reconstrucción de la economía europea con un proceso de industrialización de la misma en base a capitales estadounidenses a bajo interés, con el objetivo de colocar su producción), en oposición, su ex aliado buscaba un proceso de industrialización por parte del estado. Se suma a este control económico la política macarthista (impulsada por el senador Joseph Mc Carthy) de control en el sector cultural y sobre todo en el sector cinematográfico por parte del comité de actividad antinorteamericana. La relación con América Latina se dio a partir del tratado interamericano de asistencia recíproca (TIAR) en septiembre de 1947, este tratado tenía como objetivo crear un cuerpo de defensa de agresiones externas, esto es institucionalizado en la 8ª conferencia de TIAR, extensión de la OEA, en Bogotá, donde se firmó la condena al comunismo o cualquier otro totalitarismo, condenando luego a los gobiernos de Jacobo Arbenz en Guatemala y Fidel Castro en Cuba. En 1962 el TIAR cree ver una ofensiva de la subversión, de gobiernos comunistas y sus organizaciones. 

Para frenar esto, EE.UU. va a enviar asistencia militar y realizar acciones bajo el control de sus fuerzas armadas en el continente, así como educar a los altos cargos militares de América Latina para crear una élite capaz de asumir la dirección allí donde la crisis social puede llevar a un proceso revolucionario. Paralelamente va a reconstruir el Pentágono. Esto se justifica porque era necesario garantizar la estabilidad social, en el supuesto de que así se pudiera garantizar el desarrollo económico, y en la época de Nixon esto significó un aumento de la intervención norteamericana en América Latina. Esta forma de plantear las cosas se derivaba de un informe de la Fundación Rockefeller en la que se observaba la necesidad de formar una fuerza militar interamericana que pudiera intervenir, debido a la incapacidad de los gobiernos democráticos de calmar el creciente malestar y eliminar las insurrecciones en la zona, y para formar una barrera para oponerse al bloque antagónico, en una supuesta tercera guerra mundial que se realizaban en la forma de “guerra local”, por lo tanto, para garantizar la paz, los EE.UU. deben “encargarse” de mantener las condiciones reinantes en el Tercer Mundo.

Esta práctica se mantiene en la actualidad, exceptuando un breve periodo en el que hubo una política más moderada por parte del presidente Carter debida, sobre todo, al fracaso en Vietnam.

En nuestro país la Doctrina de la Seguridad Nacional se empieza a vivenciar a partir de 1958 donde se pone en marcha el plan CONINTES, donde se concentra toda la lucha antiterrorista y se expresa claramente no solo el aparato represivo sino también un plan para evitar esclarecer las muertes. En 1961, con motivo del dictado del primer curso internacional de guerra contrarrevolucionaria en la Escuela Superior de Guerra, su director, general Carlos Urolo afianza esta teoría al plantear que “la lucha contra el comunismo debe ser en todos los órdenes, debe llevarse también a todas las etapas de la formación del ciudadano desde niño...”. Esto es retomado por Videla cuando en su discurso de julio de 1976 declaraba: “la lucha se dará en todos los campos además del estrictamente militar, no se permitirá la acción disolvente y antinatural en la cultura, en los medios de comunicación, en la economía, en la política...”. 

Este planteo se ve nuevamente en un artículo del curso superior de estrategia de 1981, donde se plantea que la acción de la subversión se da en los distintos órdenes y, en el plano que nosotros decidimos analizar —educativo-, y advierte que “la subversión encuentra un plano propicio para desarrollar una profunda concentración de mentes, aprovechando la inmadurez del estudiantado...”, y que la misma “se vale de la educación como elemento de penetración, disociación y cuestionamientos de los pilares fundamentales de la civilización cristiana”, y luego aclara que esta penetración “se lleva a cabo en todos los niveles y cómo se puede identificar, porque es deber de todo ciudadano actuar contra esta subversión”

Lo hasta aquí planteado nos sirve para demostrar que esta política de intrusión en el plano educativo y de depuración ideológica en este ámbito, no es planteada por primera vez en nuestro país ni en esta dictadura. Pero sí su sistematización, afianzamiento y ejecución se exacerba hasta límites en este proceso junto con otras políticas de instauración del terror, (secuestros, detenciones ilegales, el secuestro en el traslado de prisioneros, la supresión de las garantías constitucionales, la eliminación de todo tipo de derechos, la imposibilidad de recurrir a la justicia, ya sea por estar intervenida con jueces afines o por el peligro que implicaba, por eso la persecución a activistas sociales, religiosos, gremialistas, estudiantes, miembros de la cultura, de organizaciones barriales o de partidos políticos).
Tenemos varios ejemplos en el plano educativo para analizar: la organización que desde la órbita del Ministerio de Cultura y Educación del Proceso de Reorganización Nacional, el profesor Pedro Bruera creó el área de Recursos Humanos. Desde allí se coordinaba la labor de agentes de inteligencia que se infiltraban en los ámbitos educativos y culturales con la finalidad de detectar la “subversión”. Una vez identificadas las personas como tales, eran víctimas de los grupos de tareas. Este conjunto de operaciones, detección y posterior desaparición fue llamado por los militares con el nombre de “Operación Claridad”. En nombre de esta depuración ideológica, entre el 15 y el 21 de septiembre de 1976 siete alumnos de un colegio secundario platense fueron secuestrados, en lo que se conoce con el nombre de la “noche de los lápices”. En el Colegio Nacional de Buenos Aires se encuentran desaparecidos doce estudiantes de la promoción ’76, este hecho ocurrió con la colaboración del director de la institución, como se comprueba en un comunicado presentado en el tribunal de San Justo en 1985.

Estos no fueron los únicos casos, ni este director el único colaborador, en las escuelas y universidades muchos docentes y estudiantes fueron secuestrados. Se limitaron los objetivos, la bibliografía y contenidos que se impartían en los claustros de la época. 

3- PANORAMA DE LA EDUCACIÓN NACIONAL 

Durante el periodo 1976-1982, fueron hechos comunes el deterioro en el nivel académico general de los estudios, la expulsión de profesores y la censura bibliográfica. Esto produjo un notorio aislamiento teórico en los centros de formación universitaria.

Entre las muestras más evidentes del aislamiento, debe señalarse la ausencia, en la formación de los profesionales en Ciencias de la Educación, del debate vigente en la década anterior, en cuanto al vínculo educación-sociedad. Al respecto, fue eliminada la materia Sociología de la Educación del plan de estudios de la carrera en Ciencias de la Educación. En su lugar, predominó la formación filosófica tradicional y los enfoques psicopedagógicos individuales. Por otra parte, el análisis del periodo 1976-1982 indica, sin dudas, las intenciones excluyentes en términos de acceso y un deterioro progresivo en las condiciones materiales de vida que, por supuesto, contribuyeron a disminuir las posibilidades de permanencia en el sistema escolar.

El modelo educativo se presentó como una revalorización del autoritarismo pedagógico tradicional: control de contenidos, fiscalización de actividades de alumnos y profesores y regulación de comportamientos visibles (ropa, largo de cabello).

El gobierno militar consideró a la educación como el área más apta para el florecimiento de la subversión; se concretó una coherencia entre la política económico-social, la represión y la educación.

Al respecto, el 27 de octubre de 1977, mediante la resolución N° 538 el Ministerio de Cultura y Educación, daba a conocer el folleto “Subversión en el Ámbito Educativo. Conozcamos a nuestro enemigo”, que a partir del año siguiente fue enviado a los establecimientos escolares. Los directivos de los mismos serían responsables de la difusión de su contenido.

En el Capítulo III, se hacía referencia a la estrategia particular de la subversión en el ámbito educativo: “La estrategia y el accionar político de la subversión, considera a los ámbitos de la cultura y de la educación, como los más adecuados para ir preparando el terreno fértil hacia la acción insurreccional de masas...”. 

En el caso puntual de la Enseñanza Media, en los primeros meses posteriores a marzo de 1976, pudo apreciarse claramente que el diagnóstico oficial sobre la situación del nivel, se sustentaba en los supuestos desbordes del partipacionismo y en la ruptura del orden jerárquico.

En este marco, se dictaron medidas para suprimir las formas participativas vigentes (por ejemplo centros de estudiantes y se reglamentó el vestuario de profesores y estudiantes).

En el caso de estos últimos, una circular de la DINEMS (Dirección Nacional de Educación Media y Superior), determinaba:
* cabello largo que exceda el cuello de la camisa en los varones y no recogido en los niñas.
* uso de barba en los varones y maquillaje excesivo en las mujeres.

Toda la regulación curricular posterior a marzo de 1976, se inscribe dentro de los parámetros del autoritarismo pedagógico más ostensible.

Durante las gestiones de los ministros Bruera y Catalán, se postuló la necesidad de introducir la formación técnica y laboral en la Enseñanza Media. En este sentido, se introdujeron elementos laborales en los bachilleratos de formación general. Esto se fundamentaba tanto en los requerimientos del aparato productivo, como en la necesidad de desalentar el ingreso a la universidad.

La actitud frente al bachillerato laboral, fue acompañada a su vez, por la revalorización del bachillerato tradicional. Esta revalorización estuvo asociada a volver a garantizar el predominio de una visión humanística clásica. Los cambios curriculares se expresaron tanto a nivel de contenidos (introducción de la asignatura Formación Moral y Cívica y debate sobre las matemáticas modernas) como de la organización curricular (revalorización de la estructura por asignaturas).

A través de Formación Moral y Cívica se introdujo la enseñanza religiosa y se definió una propuesta antidemocrática.

Por otra parte, la tendencia interdisciplinaria fue detenida y se volvió a postular la vigencia de la materia como eje central de la organización curricular. 

4- DOS CASOS CONCRETOS DE AUTORITARISMO: CIRCULARES DE LA DINEMS Y CONTENIDOS DE LA ASIGNATURA FORMACIÓN MORAL Y CÍVICA 

Durante todo el proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), la DINEMS (Dirección Nacional de Educación Media y Superior), llevó a cabo el control de contenidos y la censura bibliográfica. En este último sentido, mediante diversas circulares se concretó el autoritarismo pedagógico. Entre ellos han sido seleccionados los siguientes: 

Circular N° 173. Buenos Aires, 2 de agosto de 1978 
Artículo 1°: Prohíbase en todo el territorio nacional la difusión y circulación del libro “República Argentina” de Stanislao Miliarz, editado en la República de Polonia, la que corresponde a la edición en su idioma original: y en cualquier otro, como también a la versión parcial o resumen de la misma. 

Circular N° 9, Buenos Aires, 31 de enero de 1980
Prohíbase el uso en el territorio nacional, del planisferio “Panalpina en Argentina”, impreso en Suiza y distribuido en nuestro país por la Organización Integral Exterior. 

Circular N° 8, Buenos Aires 17 de febrero de 1980
Se prohíbe en todo el territorio de la República la distribución, venta y circulación del libro “Los Dignos”

Circular N° 26, Buenos Aires 19 de marzo de 1980
Prohíbase la distribución, venta y circulación en todo el territorio nacional del libro “El Marxismo Leninismo: Doctrina Viva y Eficiente” y secuéstrense los ejemplares correspondientes.

Como se expresó anteriormente, a través de la asignatura Formación, Moral y Cívica, se introdujo la enseñanza religiosa y se concretó una postura antidemocrática.

Respecto del primer aspecto, los contenidos desarrollados permiten verificarlo:
*Vocación de servicio: la palabra vocación tiene dos significados: inclinación hacia una carrera o profesión y otra se relaciona con el plan salvífico de Dios, con su proyecto sobre la salvación eterna del ser humano.
*Amor conyugal: en el amor conyugal se da la igual dignidad del hombre y la mujer. Es un amor sobrenatural, que saca fuerzas y juventud del trato con Dios.
*Virtudes teologales: la virtud es la disposición que tiene el hombre para obrar bien conforme a la conciencia moral. Las virtudes teologales son aquellas que tienen como objetivo a Dios: la fe, la esperanza y la caridad.
*Ley moral: la convivencia es el núcleo entre Dios y el hombre, cuyo cumplimiento es el amor de Dios y del prójimo; Encíclica 'Gaudium et Spes'. Ley eterna, ley natural: la ley eterna reside en la inteligencia divina, se identifica con Dios. La ley natural, inspirada por Dios, es una norma que rige el obrar moral y que surge como consecuencia de la naturaleza racional del hombre
*El crecimiento en el amor, la castidad: cuando el noviazgo se ciñe a un modelo de conducta virtuosa, los novios crecen en el amor. La castidad es la virtud que se opone a los efectos carnales.

La posición antidemocrática puede comprobarse en lo siguiente:
* El amor conyugal: es un hecho indisoluble (se opone al divorcio).
* Función esencial del estado: el estado es el encargado de imponer un orden social. Esta función debe ser cumplida en forma constante sin vacilar, ya que la paz y la tranquilidad públicas están amenazadas por la conducta antisocial y criminal de ciertos individuos.
* Intereses sectoriales y bien común: tanto las empresas como los trabajadores deben tanto cooperar en el proceso productivo, como cumplir con la legislación laboral. Cuando las empresas defienden sus propios intereses hay desinteligencia y conflictos: por ejemplo cuando niegan condiciones justas de trabajo o cuando los sindicatos colocan sus fondos a disposición de entidades o candidatos políticos. Si esto sucede se perturba el orden social y vulnera los intereses de algunas de las partes, entonces el estado está obligado a sancionar y garantizar la equidad. 
* Divorcio: la legislación actual del país no contempla el divorcio, la iglesia siempre se opuso. Sus consecuencias son las siguientes: conspira contra la unidad de la familia y fomenta el desamparo, coloca a los cónyuges en la tesitura de resolver drásticamente sus problemas, suprime la necesaria seguridad de la familia y conspira contra el proyecto de vida común; posibilita el extravío de los jóvenes que carecen del apoyo familiar. 

Circular N° 57, Buenos Aires 6 de marzo de 1980.
Me dirijo a esta autoridad escolar, haciéndole saber que se tiene conocimiento de la circulación en nuestro país de una publicación editada en Francia en 1971, traducida y distribuida en España por una conocida activista marxista, titulada “El Libro Rojo del Cole”, cuyo contenido se dirige principalmente al sector estudiantil, instruyéndolo sobre cómo debe actuar para enfrentar y descalificar a sus mayores, a las normas éticas y morales, etc.
* La lectura de esta publicación es, desde todo punto de vista, perjudicial y destructiva para la formación del educando. 

Circular N° 88, Buenos Aires 2 de julio de 1980. 
Prohibición de la obra “Argentina frente a los monopolios”.
* La lectura de esta obra socava los principios morales, éticos y cristianos de nuestra sociedad.
* Es perjudicial y destructiva para la formación del educando, motivo por el cual se encarece arbitren los medios al alcance para impedir su difusión.

Circular N° 98, Buenos Aires 23 de julio de 1980. 
* El Rectorado o Dirección se servirá informar si poseen en las bibliotecas, alguna edición del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. La información requerida deberá ser enviada a la biblioteca de esta Dirección Nacional, sita en Córdoba 831 3er. piso, Capital Federal.

Circular N° 114, Buenos Aires 8 de agosto de 1980. 
Prohibición de la obra “Universitas, gran enciclopedia del saber”.
1º El personal docente de los establecimientos dependientes del Ministerio de Cultura y Educación, no utilizará ni recomendará a sus alumnos el uso de la obra “Universitas, gran enciclopedia del saber”, editada por Salvat editores S.A. de Barcelona, España.
2º Dicha obra será excluida de las bibliotecas escolares.
Las autoridades escolares verificarán el cumplimiento de lo dispuesto en la respectiva resolución, que tendrá vigencia inmediata. 

5- CONCLUSIONES: 

El análisis de la bibliografía consultada, como también de las fuentes primarias (libros de texto de la época, en este caso Formación, Moral y Cívica y circulares de la DINEMS), permitieron confirmar la hipótesis planteada en la introducción. En efecto, se implementó un proyecto educativo autoritario, ya que: 
* Se efectuó censura bibliográfica. 
* Se plantearon y desarrollaron contenidos de manera categórica, sin posibilidad de debate y confrontación de ideas. 
* Se introdujo formación religiosa católica, inclusive en colegios estatales y no confesionales, no permitiéndose la presencia de otros credos. 
* Una suerte de anulación de la ley de Educación Común N° 1420.



6- BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA: 

* Duhalde, Eduardo Luis. El estado terrorista argentino. Buenos Aires, El Caballito, 1983.
* Flamarion, C. y Cardoso, S. Introducción al trabajo de la investigación histórica. Barcelona, Critica Grijalbo 1982.
* Luchenio, Ángela. Formación, Moral y Cívica. Buenos Aires, Kapelusz. 1982.
* O’Donell, Guillermo. "Las fuerzas armadas y el estado autoritario en el cono sur". En: N. Lechner. Estado y política en América latina. Méjico, Siglo XXI, 1985.
* Puiggrós, Adriana. “¿Qué pasó en la Educación Argentina? Desde la conquista hasta el menemismo. Buenos Aires, Kapelusz, 1998.
* Tedesco, Juan C., Braslavsky, C y Carciofi, R. El proyecto autoritario, Argentina 1976-1982. Buenos Aires, Flacso, Miño y Dávila editores. 

7- MATERIAL DE ARCHIVO: 

Existente en la E.E.M N° 20.
* Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a nuestro enemigo. Buenos Aires, Ministerio de Cultura y Educación, 1978.
* Circulares de la DINEMS años 1978 y 1980

Compilación Prof. Chalo Agnelli
Gentileza de la Lic. Susana Brunetín, profesora de historia
Original en la Biblioteca Popular Pedro Goyena

Fuente:
Esta nota ha sido publicada por Chalo Agnelli en