CONSIDERACIONES SOBRE LAS INSTALACIONES DEL REPOSITORIO (V)
Seguridad frente a agresiones
Seguridad frente a agresiones
César Martín Gavilán (fragmento)
[...] Es importante determinar las exigencias de protección contra agresiones externas (hurtos, vandalismo, aunque también negligencia y manipulaciones indebidas) o agresiones internas de tipo biológico (microorganismos, insectos y roedores).
En cuanto a las primeras, es habitual instalar sistemas antiintrusión (contactos magnéticos, detectores, sensores de rotura de cristales) y mantener una conexión preferiblemente no eléctrica con la central de una empresa de seguridad pública o privada para garantizar un buen nivel de protección cuando el edificio esté cerrado.
Las agresiones ambientales (humedad, temperatura, luz) y las causas biológicas son, normalmente, las que provocan un riesgo más elevado en los documentos, dado el secular estado de abandono en que se han mantenido muchos archivos y depósitos documentales.
Las causas biológicas se deben a la acción de microorganismos como los hongos y las bacterias. Los hongos constituyen una auténtica plaga que se dispersa por los documentos en papel o pergamino y que se manifiesta en forma de manchas de un color más o menos intenso. Se han censado más de seiscientas especies, que se desarrollan con cierta rapidez en los casos de exceso de humedad, ausencia de ventilación y falta de luz.
En cuanto a los insectos, destacan los tisanuros, entre los cuales los más comunes son los denominados pececillos de plaza, los dictiópteros, como la cucaracha, y los isópteros, que son la especie más temible y devastadora. El isóptero más conocido es la termita, que origina verdaderas plagas de difícil erradicación, ya que, cuando se detecta, ya suele haber echado a perder libros, documentos e, incluso, la estructura de madera de los edificios antiguos, lo cual la convierte en un insecto de temibles efectos.
Finalmente, debemos citar a los roedores, que echan a perder el papel o el pergamino para construir sus nidos, y que tienen una gran resistencia a los tratamientos tóxicos que se les pueden aplicar. La mejor prevención contra la acción de los microorganismos, los insectos y los roedores es mantener el edificio en las condiciones climáticas y de limpieza adecuadas, y llevar a cabo periódicamente tratamientos de desinfección, desinsectación y desratización a cargo de empresas especializadas.
Protección contra el fuego
Por lo que respecta a la protección contra el fuego, el archivo, aparte de tener los correspondientes aislamientos, muros y puertas cortafuegos y salidas de emergencia, debe disponer de una instalación eléctrica adecuada. La misma naturaleza de los materiales de archivo y la pervivencia todavía de mucho mobiIiario de madera convierten el fuego en la causa de la mayoría de las pérdidas de patrimonio documental.
Para prevenir los efectos de un posible incendio, hay que disponer de un buen sistema de detección y de extinción del fuego. Por ello se tiende a instalar sistemas de detección de humo muy sofisticados y sensibles de extinción automática (por ejemplo, de gas carbónico, polvo polivalente y agua nebulizada) para intervenir con rapidez y evitar la propagación del fuego.
También es aconsejable repartir extintores manuales por todo el archivo. Avisar a los bomberos es el último paso que hay que dar, y se debería limitar a los casos en que las proporciones del incendio lo hagan imprescindible, ya que la extinción mediante agua generalmente ocasiona pérdidas casi de la misma importancia que las producidas por el propio fuego.
Las inundaciones y las fugas de agua en instalaciones muy antiguas también se convierten en un riesgo constante para la seguridad de los documentos.
Las inundaciones y las fugas de agua en instalaciones muy antiguas también se convierten en un riesgo constante para la seguridad de los documentos.
En caso de un siniestro de este tipo, los documentos hay que tratarlos rápidamente, ya que en pocas horas serán atacados por hongos. En los últimos años se han ensayado tratamientos por liofilización, consistentes en poner temporalmente los documentos mojados a temperaturas de cerca de 175ºC bajo cero. Esto provoca una falta de oxigeno y un rechazo del agua en forma de hielo, hecho que favorece el secado rápido.
Políticas de preservación
En último término, debemos tener presente que las políticas de preservación son la base y una de las funciones prioritarias de una institución de archivos.
En este sentido, la archivera Helen Forde (1997) remarca la necesidad de tener presentes las siguientes consideraciones:
• Almacenar los materiales de archivo en contenedores y en condiciones adecuadas.
• Proveerse de los medios de acceso con la perspectiva de minimizar los riesgos de daños.
• Dotarse de los equipamientos adecuados para proteger los originales mientras se utilicen.
• Mantener los estándares homologados de preservación en todo el archivo.
• Formar y desarrollar un equipo adecuado en técnicas de preservación.
• Proveerse de soportes de sustitución para los casos de materiales degradados, en malas condiciones o de uso intensivo.
• Emprender los trabajos de tratamiento de los documentos dañados como una cuestión prioritaria.
• Retirar los documentos del acceso público si corren riesgo de degradarse.
Para alcanzar estos objetivos es obvio que el archivo debe contar con un cuerpo de profesionales especializados en prevención y restauración de los documentos que sean capaces de actuar para paliar los estragos derivados de la acción de cualquiera de los agentes que hemos enumerado. Estos expertos, normalmente restauradores, poseen los conocimientos necesarios para intervenir sobre los soportes (pergamino, papel, papel vegetal, tela de plano, papel heliográfico, papel oxálico), el tipo de tintas, el formato de los documentos o el tipo de infección o agresión.
La toma de conciencia de la necesidad de prevenir y restaurar los fondos de los archivos ha propiciado el desarrollo de una serie de investigaciones denominadas bioarchivística, con la voluntad de avanzar en el estudio de la flora y la fauna que afectan a los documentos de archivo y desarrollar los métodos que permitan una mayor eficacia en su tratamiento.
Fuente: Martín Gavilán César (2009). "El archivo como centro de conservación: edificios, depósitos e instalaciones".
(El destacado nos pertenece)
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