6/1/12

¿QUÉ ES EL PATRIMONIO?

La Ley Nº 2.083 [de la Pcia. de La Pampa] define al Patrimonio Cultural como el conjunto de los bienes muebles e inmuebles, tangibles e intangibles cuyos valores intrínsecos los constituyen en únicos, irremplazables e insustituibles y/o que se consideran de valor testimonial o de esencial importancia para la ciencia, historia, arqueología, arte, antropología, paleontología, etnografía, lingüística, arquitectura, urbanismo y tecnología. 

La importancia del patrimonio está en su legado, ya que los objetos culturales reciben y transmiten la herencia cultural de una generación a otra. El patrimonio es entonces un bien social, nacido de una construcción socio-cultural, dotado de un sentido y un valor social. De allí que postulemos que la conservación no es un fin en si mismo, sino que debe servir en primera instancia para mejorar la vida de aquéllos que lo han heredado y lo hacen posible día a día con su cotidianidad.

Por ello, aunque consideramos que su conservación es responsabilidad primordial del Estado, es imprescindible la participación de todos los actores involucrados en lo patrimonial, para garantizar el acceso y goce democráticos al patrimonio cultural, mediante políticas que, además de conservar, tiendan a asegurar su disfrute por el grupo sociocultural que le otorgó valor y sentido a ese patrimonio.

Se ha sostenido con acierto, que constituye “una pieza clave en el devenir de la historia humana” , porque el patrimonio cultural, no es otra cosa que ese vínculo, esa unión intelectual y emotiva entre el pasado, el presente y el futuro, de allí su trascendencia. Abog. Lucía Carolina Colombato.

Fuente: http://patrimoniolapampa.blogspot.com/2010/05/programa-patrimoniar.html#more


De izq. a der.: Eduardo Ares, María Bustos Bazán, M. de Ortiz, Hildebrando Ortiz, 
A. Trapaglia, con alumnos de la escuela Nº 7.



SÁBADO 1 DE MAYO DE 2010

La Asociación Pampeana de Conservación del Patrimonio Cultural (2000- 10)
Su gestión en tiempos del consumo rápido y la dispersión cultural
V Congreso Internacional Patrimonio Cultural
Centro Cultural Canadá Córdoba  
Museo Histórico de la U. N. de Córdoba
Córdoba, 6 al 8 de mayo de 2010


Ana María Lassalle, IESH, FCH, UNLPam, APCPC, alassalle@cpenet.com.ar  
Paula Lassalle, APCPC, paulalassalle@hotmail.com  

A diez años de la creación de la Asociación Pampeana de Conservación del Patrimonio Cultural se impone un relato abreviado sobre los trabajos realizados y una reflexión teórica sobre la cuestión patrimonial que queremos hoy socializar en el marco de este Congreso al que hemos asistido desde su primera edición. A lo largo del camino hemos aprendido a resolver todo tipo de cuestiones (sociales, económicas, científicas, legales y políticas) planteadas a menudo bajo fuertes presiones cruzadas entre el poder político, las demandas de la propia comunidad y los sentimientos de identidad y territorio puestos sobre los bienes culturales en nuestra región. También debimos construir conocimiento y conceptos capaces de distinguir entre los bienes patrimonializables (Ley 2.083) y garantizar su supervivencia en el espacio y en el tiempo, entre otras urgencias culturales. Todo esto confrontando con discursos antagónicos hechos de olvidos políticos y silencios estratégicos. Esta ponencia se propone dar cuenta, brevemente, de este prolongado compromiso cívico en la que el género, como se verá, no es una cuestión menor. 

En La Pampa la conservación del Patrimonio cultural y la escritura de la historia regional están ligados a un triple accionar, académico, militante e institucional que, aún teniendo en cuenta la “avidez por el patrimonio” y la atención sobre el pasado de los pobladores/ras de la Provincia no podrían haberse gestado, evolucionado ni consolidado sin la pertinaz tarea de las mujeres, si bien es innegable que sobre este significativo aporte a su propia cultura poco o nada se ha dicho: es nuestra intención comenzar a corregir esta omisión. 

ORÍGENES DE LA CONSERVACION DEL PATRIMONIO

En el año 2000 una de las historiadoras recién surgidas de la Facultad de Ciencias Humanas (UNLPam), hoy la Dra. Andrea Lluch , propuso a quienes constituíamos su grupo de pertenencia inmediato, muchas de ellas mujeres intelectuales, escritoras, archiveras y académicas de diversas disciplinas que nos reuniéramos para fundar una organización no gubernamental destinada en primera instancia a la defensa y conservación del patrimonio pampeano. Las primeras conversaciones surgieron en el Archivo Histórico Provincial y resulta muy sugestivo para esta “mirada retrospectiva” sobre los inicios, que los documentos y fuentes históricas depositados en el mismo fueran considerados bienes culturales, con valor patrimonial. 

La convocatoria a la sociedad

También se incluyó en el llamamiento a organizaciones típicamente masculinas, como la Cooperativa Popular de Electricidad y la Fundación Chadileuvú, a descendientes de las familias “fundadoras”, a asociaciones civiles como la Alianza Francesa de Santa Rosa (heredera en realidad de la antigua Société de Secours Mutuels l’Union Française) y a diversos vecinos que “portaban” y, lo que era más importante aún, custodiaban memorias de diversa índole sobre el período correspondiente al repoblamiento del territorio indígena. María Herminia Di Liscia (Di Liscia 2007:141-166) nos advierte: “Si consideramos que “la memoria” es una sola, se está obviando el proceso de su construcción, se la toma como “verdad” sin admitir disputas, luchas, la edificación de legitimidades. Se invisibiliza también a los/as actores/as sociales que están omitidos, ausentes, silenciados”. Esos portadores eran vecinos y vecinas profundamente ligados a su ciudad, Santa Rosa, la capital de la Prov. de La Pampa, muy estimados, cuyas familias llegaron hace más de 100 años al territorio, aún antes de su propio nacimiento.

De esta “remembranza” aquí heredada de la etapa inmigratoria que sucedió a la ocupación del territorio indígena (s.XIX y XX) dice Sarlo: “Como posmemoria se designaría la memoria de la generación siguiente a la que padeció o protagonizó los acontecimientos (…) La posmemoria, que tiene a la memoria en su centro, sería la reconstrucción memorialística de la memoria de hechos recientes que no fueron vividos por el sujeto que los reconstruye y, por eso, Young la califica como “vicaria”. Pero, incluso si se reconoce la necesidad de la noción de posmemoria para describir la forma en que un pasado no vivido pero muy próximo llega al presente, hay que admitir también que toda experiencia del pasado es vicaria, porque implica sujetos que buscan entender algo colocándose, por la imaginación o el conocimiento, en el lugar de quienes lo experimentaron realmente. Toda narración del pasado es una re-presentación, algo dicho en lugar de un hecho” . (Sarlo, 2007:129-130) 

Tal vez por la fuerte presencia de estos discursos fundacionales presentes, la respuesta de la sociedad santarroseña fue inmediata (la primera asamblea fue multitudinaria) y pronto se estableció que en ella subsistía, desde hacía tiempo atrás, una invisible pero poderosa avidez por el patrimonio. 

Un concepto dinámico

La Ley provincial nº 2.083 “considera Patrimonio Cultural al conjunto de los bienes muebles e inmuebles, tangibles e intangibles cuyos valores intrínsecos los constituyen en únicos, irremplazables e insustituibles y/o que se consideran de valor testimonial o de esencial importancia para la ciencia, historia, arqueología, arte, antropología, paleontología, etnografía, lingüística, arquitectura, urbanismo y tecnología. La importancia del patrimonio está en su legado, ya que los objetos culturales reciben y transmiten la herencia cultural de una generación a otra. El patrimonio es entonces un bien social, nacido de una construcción socio-cultural, dotado de un sentido y un valor social”. Pero esta definición se incluyó como una necesaria formalidad y no implicó un congelamiento del concepto que se debate y que como el de la identidad, al que está ligado, engloba procesos de construcción ideológicos, políticos y culturales.

La primera Comisión Directiva de la que fue denominada Asociación Pampeana de Conservación del Patrimonio Cultural (APCPC) se constituyó con una contundente mayoría de mujeres, cuya ocupación personal principal las hacía focalizar su atención sobre el pasado. De allí que sus oficios cotidianos se centraban en el estudio del pretérito: antropólogas y cronistas, hacedoras de catálogos, editoras de fuentes escritas y fotográficas, políticas, abogadas, arquitectas, artistas plásticas, narradoras, animadoras culturales, musicólogas, biógrafas, reporteras y museólogas siguen desde entonces participando o son consultadas permanentemente por la APCPC y están siempre dispuestas a brindar sus fuerzas y conocimientos en los distintos proyectos en marcha. 

La cuestión patrimonial, como concepto y como militancia, se incluyó casi naturalmente en la historia que es a la vez disciplina escolar y en general en las ciencias sociales ya sea por las investigaciones y acciones en común que desarrollan continuamente la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam) a través de su Secretaría de Extensión y, sobre todo de su Facultad de Ciencias Humanas (FCH) con esta APCPC. Más el hecho de que varias académicas son a la vez socias de la institución patrimonial. 

Patrimonio, historia, memoria

El trabajo por el patrimonio influyó en la evolución de la disciplina histórica, ya que aquí se considera necesario el mantener viva la memoria y es una de las tareas que más arduamente desempeñan las escritoras de historia regional pampeana. Todo ello en un clima de poderoso debate conceptual que, en lo que nos compete, intentó definir de alguna manera consensuada qué es el patrimonio, y cuál es la naturaleza de los lazos que lo unen a la identidad, la cultura, el territorio, el tiempo y el espacio, la historia y la memoria que, apunta Marc Escola (2006) “permite inscribir la historia en los movimientos del ser y establecer la correlación entre el tiempo y la existencia (…) puede sobrepasar la realidad del tiempo y, como ama del tiempo, desafiar a la eternidad”. 

EL NACIMIENTO DE UNA LEY

En ese clima está claro que la idea de la conservación y concientización en pro del patrimonio cultural no aparece a priori: más bien es correlativa y/o se sucede a las investigaciones del pasado regional y a una inquietud pre-existente en el vecindario en general pero también entre pobladores diplomados/as fuera de los límites provinciales, en universidades como las de La Plata, Córdoba y Buenos Aires y que, noblesse oblige, jugaron un rol prominente en la concreción de acciones imprescindibles a los fines deseados, como el de la construcción del anteproyecto de la ley 2.083.

A poco de constituirse, la APCPC lanzó la convocatoria a las I Jornadas sobre Patrimonio Cultural que se desarrollaron en sede universitaria en diciembre del año 2000. De allí surgió, imperiosa, la imprescindible necesidad de una Ley Provincial de Patrimonio que la abogada Lucía C. Colombato, expuso en la mesa de diagnóstico. A poco de esta intervención, nos relata, “se conformó una Comisión ad hoc en la cual participaron aquellos interesados, comprometidos y consustanciados con los objetivos de la Asociación, y se generó un grupo plural, heterogéneo e interdisciplinario que en curso de largos meses se abocó a la tarea de redactar el Proyecto hoy convertido en Ley Provincial de Patrimonio Cultural que lleva el nº 2.083” .

Redactar esta Ley implicó un exhaustivo análisis de instrumentos similares nacionales e internacionales, una recolección fina de antecedentes en la materia, e intensos trabajos con los miembros de la comisión ad hoc que integraban la Subsecretaría de Cultura, y con los de asociaciones civiles como la Asociación Pampeana de Escritores y la Asociación Amigos del Museo Provincial de Artes, el Colegio de Abogados y Procuradores de La Pampa y socios de la APCPC, entre otros/as.

Se les encomendó a dos jóvenes abogadas, Laura Tapia y Lucía Colombato, que redactaran el proyecto final. Ellas aceptaron la tarea y al terminar, antes de entregar el texto definitivo, organizaron otra ronda de consultas con especialistas. Lucía C. Colombato recuerda: “Se confeccionó una carpeta con los considerandos, el Proyecto, las notas de adhesión recibidas apoyando la iniciativa -de la Fundación Chadileuvú, Fundación Banco Pampa, Fundación CID, Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNLPam- y un glosario. Además se preparó una carpeta con antecedentes correspondientes a la legislación provincial, de otras provincias, nacional e internacional y cuestiones teóricas referidas al patrimonio cultural”. Y agrega: “Si se piensa en aquel momento particular de la redacción de la Ley no deja de llamar la atención que recurrimos mayormente a bibliografía producida por mujeres, como las obras de María Luz Endere (2000)”. 

El proyecto se convirtió en Ley en Diciembre del 2003. Lucía C. Colombato rememora: “En la lucha por la Ley de Patrimonio Cultural lo más arduo fue intentar discutir de igual a igual con el entonces Gobernador Rubén Marín. Porque la ley tenía que salir con presupuesto. Sabíamos que de lo contrario no funcionaría. Si bien contábamos con sólidos argumentos, fundados en la legislación comparada y con el apoyo de la Subsecretaria de Cultura de aquél momento (la Prof. Norma Durango), tuvimos que ir al despacho del Gobernador, y sentarnos, todas mujeres y con ‘veintipico’ de años a decirle que queríamos el 1% del presupuesto de la obra pública provincial destinado al patrimonio. Creo que fue el momento más crítico y por lo tanto, el triunfo más satisfactorio. Le sacamos el 0,5 y luego la Cámara de Diputados hizo el resto. Finalmente tuvimos el 1 por cien cultural”. 

La Comisión Provincial de aplicación de la Ley 2.083

La Ley Provincial de Patrimonio se propuso instrumentar acciones destinadas a valorar, recuperar, preservar, proteger y conservar, promover y difundir el patrimonio cultural de La Pampa y sustentó su labor en dos órganos íntimamente relacionados: la Subsecretaría de Cultura como autoridad de aplicación; y una Comisión Provincial de Patrimonio Cultural, de asesoramiento y control sobre los actos administrativos de la primera. Los dictámenes de esta comisión, que integran representantes de entidades públicas y privadas con ingerencia en la cuestión patrimonial son vinculantes o, dicho de otra manera, deben ser respetados. Sus integrantes -todas mujeres con excepción del representante de la UNLPam- trabajan ad honorem, denodadamente y enfrentando serias dificultades. Estas dificultades se corporizan fundamentalmente a través de una malintencionada actitud de laissez faire laissez passer que por un lado sustentan los organismos oficiales mientras sostienen por otro un discurso en pro de la “patrimonialización”, vaciado de sentido pero que multiplica a menudo pedidos de reconocimiento infundados, al menos a escala provincial, que provocan embotellamientos en el tránsito de expedientes. Tal como viene sucediendo con temas no menos importantes en el seno de otro tipo de instituciones (la escuela entre ellas aunque caben excepciones) cuando de otros derechos humanos se trata. Sin embargo, sería naïf sostener que la falta de ejecución en la declaratoria, a nivel provincial, de bienes culturales claramente significativos para los pampeanos se debe únicamente a la consuetudinaria desidia de la que se acusa a los burócratas, estos ronds de cuir criollos que no prestan suficiente atención a la Ley 2.083. En algunos casos va mucho más allá y se parece demasiado a una construcción consciente del olvido que se originaría en la voluntad de los gobernantes de turno de impedir la ejecución de la partida destinada al cumplimiento de la Ley Provincial de Patrimonio y, también, en cuestiones ideológicas. Sea como sea, preciso es reconocer que existen serias deficiencias en los mecanismos de protección de bienes culturales provinciales y que las causas son múltiples. 

EL DERECHO AL PATRIMONIO

“Hay algo en común entre los derechos vinculados al género y los derechos de solidaridad como el acceso y goce democráticos del patrimonio cultural” (…) “desde el punto de vista positivo y de la progresividad de los derechos humanos, implican una ampliación en el catálogo de derechos fundamentales, que se fue conquistando con el tiempo a medida que evolucionaba la búsqueda de la dignidad humana. Pero también comparten, desde un punto de vista negativo, la debilidad de los mecanismos de protección, destinados a garantizar su cumplimiento. Estos mecanismos, son deficitarios frente a los que avalan a los derechos civiles y políticos mal llamados de ‘primera generación’. Los de los derechos de solidaridad como el patrimonio, el medioambiente o la paz, son todavía más endebles que los que protegen a los derechos de las mujeres y niños” afirma la abogada Colombato. Y reflexiona luego: “Muchos no lo saben, pero los derechos humanos gozan todos de la misma jerarquía; no son unos más importantes que otros, al contrario son universales, indivisibles e interdependientes y ello deviene de su carácter de atributos derivados de la dignidad humana, su clasificación en ‘generaciones’ lleva a una confusión en ese sentido y por eso prefiero no usarla”. 

(…) “Hay sin lugar a dudas causas ideológicas en esta diferencia en cuanto a la eficacia de los mecanismos de protección, causas que provocaron que en 1966, las Naciones Unidas dictaran no uno sino dos pactos internacionales sobre derechos humanos, uno referido a los Derechos Civiles y Políticos y apoyado por el bloque capitalista y el otro referido a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, apoyado por el Bloque socialista. Esta división marca de algún modo en occidente una discriminación y una jerarquización injusta entre los derechos. Además, creo que hoy en día, la debilidad de los mecanismos de protección de los derechos colectivos y de solidaridad tiene que ver directamente con el subdesarrollo, porque para garantizar estos últimos se requieren grandes sumas de dinero con las que nuestros estados, muchas veces, no cuentan”.

Estos problemas con los que lidia la Comisión Provincial de Patrimonio no son los únicos. Uno de los más arduos es el de la construcción de criterios de evaluación de los bienes culturales solicitados de ingresar al Registro Provincial de Patrimonio. Criterios que sirvan a los intereses de los pobladores/ras y que tomen en cuenta la identidad regional. En un artículo publicado en la Revista electrónica de Patrimonio (e-rph: 1, dic.07) José Castillo Ruiz alerta sobre “La dificultad para establecer jerarquías de valores, niveles y grados. La subrogación que, como antes decíamos, la disciplina patrimonial está haciendo en lo referido a la conceptualización del Patrimonio Histórico, está provocando un gran desorientación en cuanto a la necesaria labor de diferenciación, selección o graduación que requieren los bienes culturales, primero en cuanto a su declaración formal y, segundo, en cuanto a la fijación del régimen de protección”. (…) Y enfatiza “la dificultad para determinar no tanto lo que es como lo que no es patrimonio histórico” debido a la tendencia de arqueologización de los objetos del pasado a la que ya aludimos. A su vez, cada negativa provoca malestar en los/las peticionantes y reclama una necesaria disposición para dar las explicaciones del caso. Sin embargo, las llamadas popularmente “chicas del patrimonio” demuestran estar bien armadas contra la desesperanza; ciudadanas y adultas a pleno (y no “chicas”), sostienen la tarea, sin detenerse casi a tomar aliento.

EL ANTIGUO OFICIO FEMENINO DE CONSERVAR

En La Pampa existe una importante producción de obras históricas regionales escritas por mujeres cuyas autoras no han sido debidamente visibilizadas. La cultura de las mujeres se asocia en general a la actividad artesanal y sus productos son vendidos en el circuito turístico. Sin embargo, un sinnúmero de publicaciones que abarca un gran espectro: editoriales, comentarios, libros, ponencias, resúmenes, manuales escolares, comunicaciones, apuntes de clase, artículos periodísticos, etc. cuyos ecos atraviesan las paredes universitarias para instalarse en la sociedad, están escritos por historiadoras vocacionales y/o egresadas de la carrera de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas. Dentro de la pluralidad de posiciones de estos discursos en clave femenina, sobrevuela la preocupación por el patrimonio y una continua tarea conceptual en torno al mismo. 

En la escritura histórica regional que acometen las pampeanas, con frecuencia se percibe, entre las autoras y su objeto y sus sujetos de estudio, entre las investigadoras y sus nuevas fuentes un intangible lazo que se instala en la narración. Muchas de estas fuentes son percibidas como bienes culturales con valor patrimonial tangible y/o intangible.

Y esa escritura ha “ocurrido” (aunque no sea ésta la única razón) porque la tarea por comprender el pasado, narrarlo y rendirle tributo (uno de los deberes de la memoria) forma hoy parte de la cultura de estas mujeres, es un “savoir faire”, una destreza, otrora ejercido (aún de manera incipiente) por sus ilustres e ilustradas antepasadas, las maestras de la Escuela Normal Nacional de Santa Rosa, la más antigua de los territorios nacionales (1909).

El interés por el pasado, el cumplimiento de mandatos familiares y colectivos, ha hecho que la escritura histórica femenina en La Pampa incluya además la construcción de memorias. Libros “del Centenario” como los de Guatraché (2008) y Quemú Quemú (2008) son claros ejemplos de este trabajo de la memoria (la conmemoración) que historiadoras como Ana María Rodríguez, coordinadora del primero, o Alicia Ramos, editora del segundo, por nombrar solo a dos, asumieron a la vez como “deber de la memoria” .

El rescate de documentos y nuevas fuentes, junto a la decisión de socializarlas poniéndolos a disposición de la sociedad de pertenencia, dieron un primer impulso a la creación de la Asociación Pampeana de Conservación del Patrimonio Cultural (APCPC), a la aprobación de la Ley Provincial de Patrimonio, a la constitución de la Comisión Provincial de Patrimonio y a otras acciones de protección de los bienes culturales. En La Pampa esta tarea ha sido y sigue siendo sostenida en el tiempo casi exclusivamente por mujeres. Ha llegado la hora de prestarles atención. 

BIBLIOGRAFIA

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VILADEVALLL i GUASCH, M. (coord.): Gestión del patrimonio cultural. Realidades y retos. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.


Véanse nuestras entradas del 3/1/11
(El destacado nos pertenece)

Lassalle, Paula

Lic. en Cs. Antropológicas (UBA). Trabajó en Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL). Inició, junto a Carlos Masotta, el área de Antropología Visual de dicha institución. Miembro de la Comisión de la APCPC desde 2004. Integra como investigadora el proyecto “Instituciones, actores y prácticas. Sociedad y economía en La Pampa, siglos XIX y XX”, del IESH. Coautora del libro “Verano del ’72: La Gran Huelga Salinera ” , editado por Miño y Dávila, 2011, y autora de capítulos en los siguientes libros: Al oeste del paraíso. La transformación del espacio natural, económico y social en la Pampa Central (siglos XIX-XX), 2007; El Compositor del Monte: de Tourcoing a Telén, Luis Roldán (comp.), 2006; Revista La Aljaba Nº IX, 2004/5, y publica regularmente artículos de difusión en suplemento Caldenia. Actualmente dicta el curso “Patrimoniar: formación para la valorización, difusión y defensa del patrimonio cultural” auspiciado por Secretaría de Extensión Universitaria, UNLPam.


Lassalle, Ana María

Docente en investigadora en la UNLPam. Llegó muy jovencita a Victorica, La Pampa, con su padre, destinado a fundar y dirigir la Escuela Agrícola, y allí se quedó. Profesora invitada de la Universidad de Toulouse-Le Mirail. Coautora de El largo viaje de Mme. Soulié. Protagonismo de una educadora francesa en Santa Rosa, 1914-1924 (Santa Rosa, IER, 1989), co-compiladora de Arando en el desierto. Itinerario fotográfico de la colonización francesa en Telén. Pampa Cenral, 1900-1914 (FCH, Santa Rosa, 2001), co-editora de Esta fue mi vida. No se la deseo a ninguna. A propósito de la ‘Narración de mi vida 1884-1937’ de Anaís Vialá (Santa Rosa, UNLPam, 2002) y de Al Oeste del paraíso. La transformación del espacio natural, económico y social en la Pampa Central (siglos XIX-XX) (Santa Rosa: EdUNLPam-Miño y Dávila, 2007). Compiladora de La Santa Rosa imaginada en 1902. Solicitud de los vecinos de La Pampa Central pidiendo sea nombrada capital definitiva a Santa Rosa de Toay (Santa Rosa, IESH-APCPC, 2003). Autora de numerosas notas relativas a la inmigración francesa en La Pampa.


Casa del Director de la Escuela Agrícola que desde 1951 a 1955
ocuparon Juan Carlos Lasalle y su hija Ana María

Fuentes: http://luisroldan.blogspot.com/
http://3.bp.blogspot.com/_BpMd5TihN6U/Sqk2b7iUq_I/AAAAAAAACUM/Il84a_Fd85c/s400/Alum+y+Maestros+Ares+Ortiz+Vic+1928+rec.jpg
http://sociohistoricos.files.wordpress.com/2011/08/integrantes-lassalle-paula.jpg
http://2.bp.blogspot.com/_BpMd5TihN6U/ScLIIh0fRbI/AAAAAAAABSQ/i2n0XHCDenA/s400/Esc.Agrot+casa+director.jpg

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