MARIA ELENA EULALIA OREZZIO DE ESTEVARENA
EGRESADA DE LA NORMAL EN 1916
Por Chalo Agnelli
Fueron 21 las alumnas, más un alumno varón, los que integraron la primera promoción de maestros egresados de la Escuela Normal de Quilmes en diciembre de 1916.
Una de ellas fue María Elena Eulalia Orezzio. Pertenecía a una antigua familia quilmeña. Su abuelo materno don Laurentino Aranda, un criollo de bombachas cribadas, sombrero aludo, rastra a la cintura y rebenque labrado. Poseía cuatro manzanas comprendidas entre las calles Allsion Bell, Ceballos, Brandsen y José E. Uriburu. Tenía allí una casona de anchas galerías, glicinas y parrales que formaban paseos techados de sarmientos.
En “Quilmes fin de siglo” dice Manuel Ales: “Los ombúes crecían por todas partes y, en especial, en la ‘cresta de la barranca’ [...] Quizá el más viejo y grande de todos los de la época, fue el de la quinta e los Orezzio-Aranda, cerca de la esquina NO de 25 de Mayo y Uriburu, que tenia en su base un hueco tan espacioso como para que, según Roberto Rumi, se reunieran allí dentro en una ‘guitarreada’ veinte personas.” [1]
Su abuelo materno, don Marciano Orezzio era de origen piamontés. Llegó a Quilmes en 1871, cuando Buenos Aires era castigada por la fiebre amarilla y por la presidencia de don Domingo Faustino Sarmiento, que no hacía feliz a la oligarquía feudoganadera ni a la Santa Madre Iglesia.
Don Marciano fue uno de los fundadores de la Sociedad Italiana “Cristoforo Colombo” el 5 de mayo de 1878 en la casa de Giovanni Mazza (esquina SO de Alvear y Alem)
En esa holgada quinta, nació María Elena Eulalia el 13 de febrero de 1897, hija de Rufina Aranda y de Eduardo Orezzio. Fue bautizado en la actual Catedral el día 26 de ese mes, por el Pbro. Rafael Ramis y Janer, fueron sus padrinos María Orezzio y José Poggi. La casona de don Laurentino estaba sobre la avenida Brandsen y la de los Orezzio-Aranda casi en el centro de la misma propiedad hacia la calle Olavarría.
Junto con don Marciano, escapando del vómito negro, llegó al salutífero pueblo quilmeño, José Evaristo Uriburu con su familia que fue presidente desde 1895 y 1898. Se alojaba en la quinta “La Atalaya” que había sido construida por su anterior propietario don Horacio Bossi Casares que había comprado toda la manzana a la municipalidad cuando se cerró el cementerio.
"La Atalaya", residencia que fue de José Evaristo Uriburu y desde el 31 de julio de 1919, Hospital de Quilmes.
Era una gran mansión de tres plantas con un gasógeno, invernáculo, cancha de pelota, un tiro al blanco; nada podía envidiar a los palacetes que proliferaban por esos años en la ciudad de Buenos Aires. Después la residencia pasó a los Cambaceres, luego a los Casanova y finalmente en 1921 se vendió a la Sociedad Pro-hospital de Quilmes para instalar el actual Hospital Iriarte.
“La Atalaya” estaba frente a la casa donde nació María Eulalia, quien siendo niña cruzaba la calle Olavarría y espiaba a través del ligustro a ese señorón que se paseaban por los jardines acompañado por otros figurones de la época como Julio Argentino Roca, Aristóbulo del Valle, Argerich, Gelly y Obes, que también tenían familia en Quilmes y del círculo local: Victoriano Huisi, Roberto Clark, los Ithuralde... Las delicias de la zona la hacían una banda que todos los domingos, en que Uriburu permanecía en su casa de fin de semana, alejado de las obligaciones de la política, daba conciertos en el jardín y todo el pueblo se acercaba a escucharlos. La niña María Eulalia sólo cruzaba la calle.
EL QUILMES DE SU INFANCIA
En ese principio del siglo XX, cuando Eulalia era una niña, Quilmes era un pueblo achaparrado y quieto. El único edificio de dos plantas estaba en la equina SO de Rivadavia y Mitre, era propiedad de la familia Córdoba. La calle Rivadavia estaba adoquinada y la cruzaba el tranvía que iba de la estación con la Ribera.
Todos los 8 de diciembre, día de la patrona del pueblo, después de la misa de once en la actual Catedral, todo el vecindario en calesas, breaks, jardineras, carros, en varios tranvías que se disponían uno tras otro para la ocasión, marchaban al balneario, donde los Fiorito organizaban una rumbosa inauguración de la temporada.
Asistían todas las autoridades, civiles, militares, intendentes de partidos vecinos, delegaciones de alumnos con sus maestros y la “Societá Filarmónica Volontari Di Garibaldi” y otras bandas traídas de la Capital amenizaban la fiesta hasta medianoche, junto con saltimbanquis, organilleros y barquilleros. Los comedores de los recreos se atestaban de comensales para saborear el famoso plato de ancas de ranas empanizadas, que también era un distintivo quilmeño, además de la cerveza, el vino de las bodegas Rosso y el champagne de “La Regina”.
La plaza “San Martín” que aún se llamaba “25 de Mayo”, también era centro de reunión para las familias. Los jueves, allí se hacía la retreta, donde las jóvenes paseaba en grupos hacía un lado y los muchachos en sentido contrario, lanzándose miradas seductoras, sin mediar palabra, aunque nunca faltaba un descomedido. En los carnavales se intercambiaban pequeños bouquet de flores y muñequitos de lana. Así conoció María Elena Eulalia a quien sería su marido. Conocer es una simplificación de la realidad ya que en esos años todos se conocían con todos en el pueblo, sobre todo las familias de mayor arraigo. Fue él, Juan Estevarena, quien en su juventud, junto con sus hermanos Raúl y Julio, se destacó en el fútbol local, con él se casó el 11 de mayo de 1929, cuando ya venía desarrollando una larga carrera docente.
Los hermanos Estevarena (parados, desde la izquierda, el segundo de bigotes y el último de la línea) jugadores del Club Atlético "Martínez", que tenía su field (sic. cancha) en Brandsen y Ceballos. Esta foto es previa a un encuentro con el equipo del Club Atlético "La Primavera", también de Quilmes (El Plata, julio 4 de 1926, Foto de Santiago de La Fuente) Luego Raúl Estevarena pasó a la primera división del Quilmes Atletico Club, ocupando la vacante que dejó el delantera Vázquez.
Laurentino Aranda falleció en junio de 1914, así lo anunció el periódico "El Tribuno" el sábado 9 de julio de ese mismo año.
LA MAESTRA NORMAL
Fue una de las alumnas de la primera promoción de la escuela primaria Nº 19, cuando estaba en calle Paz 444 casi esquina Olavarría, propiedad de Isidro Moreu. En agosto de 1907 se trasladó a 25 de Mayo 465 entre Paz y Pringles, casa que fuera del Dr. Wilde. Se conocía como “la escuela de Amigo”, pues ese era el apellido de su primera directora, Justa María Ángela Amigo.
A poco de egresar, María Elena Eulalia se enteró que se iba abrir una Escuela Normal en Quilmes, y convencida que la docencia era su destino, no le fue fácil persuadir a sus padres que deseaba ser maestra. Pero aunada con otras compañeras: Elda Vacca, Ana María Borzi, María Job y Julia Cendoya, que simultáneamente hicieron el mismo trabajo de persuasión en sus casas, se logró el consentimiento. No sólo para ella, sino para todas. Eran épocas donde, en las familias de clase media y alta, aún les costaba imaginar a la mujer trabajando fuera de la casa.
Primero y segundo año lo hicieron en una propiedad de la esquina SE de Mitre y Garibaldi propiedad de la familia Iturriaga, luego en la Escuela Nº 1 y el último año del magisterio lo realizó en la casona que había sido de los Ctibor en la calle Mitre e/ Conesa y Colón (su actual ubicación). Egresó como maestra normal en 1916.
Durante 1917, mientras esperaba un nombramiento enseñaba las primeras letras a niños y adolescentes, hijos de inmigrantes de la zona, en su casa de la calle Olavarría entre Santa Cruz (hoy Allison Bell) y Uriburu.
El 22 de mayo de 1918 se hizo cargo de 1º grado "B" en la escuela Nº 19, donde había cursado su primaria. El 1º de setiembre de 1926 se la designa para el curso complementario - como se clasificaba a los 5º y 6º grados - en la escuela Nº 9. Ella toma el 6º grado. En ese entonces esta escuela funcionaba en la calle Hipólito Yrigoyen y Brandsen, en la vieja casona de los Cichero. Aquí permenecerá hasta su jubilación en 1941.
TRIBUTOS A UNA VIDA
Así transcurrió la vida placida de esta maestra de pueblo, formada en la escuela pública que legaron a los argentinos la propensión transformadora de los Belgrano, Sarmiento, Avellaneda y en nuestro Quilmes: los Baranda, Wilde, Rosende, Meals, Robustiano Pérez, Sosa del Valle, Fue una Maestra Normal que intevino decididamente en la formación de cientos de mujeres y hombres que luego fundaron familias y retribuyeron con sus vidas útiles tanto generoso afán.
El 28 de diciembre de 1977 un grupo de 46 sus ex alumnos de la Escuela Nº 9, de la promoción de 1928 le realizaron un homenaje, tenía 80 años y fue el tributo que mejor premia la trayectoria de un docente, la respuesta de quienes fueron sus alumnos después de años de dejar la escuela.
Este eslabón de la educación quilmeña, egresada de la Centenaria Escuela Normal, murió a avanzada edad en su Quilmes natal rodeada del afecto de los suyos y la gratitud de todos quienes pasaron por sus aulas.
[1] Ales, Manuel “”Quilmes fin de siglo” Ed. de autor. Pág. 41
FUENTES
El Sol – Suplemento de su Cincuentenario, 1-11-1927 // 1-11-1977
Ales Manuel, “Remebranzas Quilmeñas” Ed. de la Municipalidad de Quilmes. Quilmes, 1970.
Ales, Manuel. “Quilmes de fin de siglo” (Alrededor de 1890) Ed. de autor. Quilmes, 1966.
Archivo de la Catedral de Quilmes. Libro de bautismo, acta Nº 228, folio 114. Se constata al margen la fecha del matrimonio religioso.
Archivo de la Escuela Normal de Quilmes
Semanario El Plata, Set. 1955.
Publicado por Blogger para EL QUILMERO el 12/19/2012
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