16/12/12

LA FORMACIÓN DE LOS MAESTROS A MEDIADOS DEL SIGLO XX (1)


LA ESTRUCTURA ACADÉMICA DEL SISTEMA EDUCATIVO TRANSFORMADA: LA IMPRONTA DEL PERONISMO (Fragmentos)
Ruiz, Guillermo (1); Muiños, Claudia (2); 
Ruiz, María (3); Schoo, Susana (3)

1. Introducción

Este estudio se enmarca en una investigación sobre la evolución de la estructura académica del sistema educativo argentino desde sus orígenes hasta fines del siglo XX. Nos detenemos en el período 1943-1955 [1]  dado que, si bien la estructura académica original del sistema educativo no fue alterada, se propuso una reorientación de los estudios a través de una articulación estrecha con el mundo del trabajo.

[…] El Segundo Plan Quinquenal fue aprobado por medio de la ley 14.184 en 1953. El capítulo sobre Educación detalló el objetivo fundamental de toda la educación en general y de cada nivel en particular estableciendo que “el objetivo fundamental de la Nación será realizar la formación moral, intelectual y física del Pueblo sobre la base de los principios fundamentales de la Doctrina Nacional Peronista, que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación mediante la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, armonizando los valores materiales con los valores espirituales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad”. La educación primaria comprendería una formación básica combinada con conocimientos prácticos, del “sentimiento, del criterio y del carácter mediante la educación física y una educación moral” en acuerdo con la Doctrina Nacional. En este sentido, se especificó que “los textos escolares serán estructurados concordantemente con los principios de la Doctrina Nacional y contendrán referencias especiales acerca de los objetivos que en el presente Plan señalan una orientación definida para cada actividad de la Nación.”

[…] Para la formación de maestros en las escuelas normales, la formación debía darse “según los principios de la Doctrina Nacional y en relación a un cabal conocimiento de sus realizaciones”, entre otros. En un sentido similar, la formación de profesores en la Enseñanza Superior debería atender a una “capacitación para el cumplimiento de los objetivos del presente plan” además de una “especialización en los distintos aspectos de la enseñanza media”.


3.2. La reforma curricular para el nivel medio

La evolución de este nivel como tal, a diferencia del primario, se caracterizó desde su conformación por carecer de homogeneidad, en cuanto a la gran cantidad de planes de estudio que se dictaron [8]  y de falta de articulación entre las distintas ofertas educativas (enseñanza secundaria, normal y especial) que lo conformaron. A pesar de los distintos intentos de reforma que cuestionaban el modelo curricular de los Colegios Nacionales (currículo humanista sobre una base enciclopedista), ninguna alternativa fue exitosa en modificar el tipo de conocimientos que prevalecieron desde el origen de estos colegios. El currículo humanista que se consolidó frente a estos embates de reforma se afirmó como la expectativa más deseable y democrática (Dussel, 1997).

Los diferentes proyectos de reforma durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX reflejaron el cuestionamiento al orden curricular hegemónico y la pugna acerca de cuál debería ser la finalidad del nivel medio de enseñanza: ¿debería promover una formación con orientación generalista o con un criterio orientado a la práctica profesional?; ¿debería primar la conformación de una conciencia nacional en el sujeto?

Dichos interrogantes se reeditaron durante el primer peronismo a partir del ya mencionado Decreto Nº 26.944/47, que estableció la revisión de planes y programas de estudio. Para el nivel medio se dispuso que se debía contribuir “a formar la conciencia nacional de los alumnos, despertando y fomentando el amor a la patria y el sentido de la propia responsabilidad. Debe crear en el alma de los adolescentes una clara visión de nuestro papel en el mundo y la convicción de que les corresponde la empresa de lograr para la República una nueva etapa de señorío espiritual y material (…)”. Se criticaba, precisamente, la falta de “espíritu nacional” en los planes de estudio, y la tendencia a transmitir contenidos con orientación enciclopedista y libresca. Otros cuestionamientos recurrentes esbozados por las autoridades nacionales se refirieron a la formación generalista de los bachilleres y a la falta de articulación entre los niveles.

Respecto de este último cuestionamiento, seis años antes, el Plan Rothe del año 1941 había organizado un Ciclo Básico de tres años común para los normales y bachilleratos, seguido por un ciclo profesional de dos años para el magisterio y de dos años de formación general para los bachilleres. En 1947 el Decreto Nº 31.655 dispuso que se elevara a tres años la duración del ciclo superior de la enseñanza normal. Los argumentos esgrimidos se relacionaban con la caracterización sobre los maestros que el Presidente de la Nación había hecho, destacando que debían tener un “claro sentido de su misión y exacta comprensión de los problemas que atañen al presente y al futuro de la nacionalidad”. El plan de estudios vigente distaba de poder formar a los maestros en tal sentido y se debía, por lo tanto, incorporar asignaturas relativas a la historia de la educación argentina y principios filosóficos “que informan toda pedagogía formativa” así como prolongar la formación teórico-práctica.

Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes, s/f.
En tal sentido el Decreto Nº 5.114/48 estableció la implementación de nuevos planes de estudio para el Ciclo Básico de las escuelas normales, compuesto por tres años y el ciclo superior del magisterio, también de tres años, extendiendo así un año la formación específica docente. Sin embargo, el ciclo superior de este plan fue modificado en marzo de 1951, reduciendo los años de estudio a dos y con ello las asignaturas pedagógicas.

Por ejemplo: del área de Psicología se mantuvo Psicología General y Pedagógica, Psicología Infantil fue suprimida; del área de Filosofía se mantuvo sólo la general mientras que la Filosofía relacionada con el problema de la educación fue anulada; del área de la Historia de la Educación se conservó la Historia General de la Educación, anteriormente la asignatura estaba dividida por siglos (Historia de la Educación hasta fines del siglo XVII e Historia de la Educación desde el siglo XVIII hasta nuestros días, en particular de la República Argentina); del área de Didáctica: se agrupó Didáctica (antes didáctica general en 5º) con Observaciones y se agregó prácticas de ensayo en 4º. Las asignaturas que ganaron horas respecto del plan de 1948 fueron Instrucción Cívica y Física y Química. Además se agregó Didáctica de la Religión y Moral que en el plan previo figuraba como Religión y Moral.

3.3. La formación religiosa

La incorporación de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas nacionales no sólo representaba la continuidad [10] de una práctica existente, sino que, desde el gobierno peronista implicaba una determinada formación ética y moral (Pittelli y Somoza, 1997) que se articularía con los valores nacionales y con las figuras de Eva y Perón. A partir de los planes de estudio analizados para el período, se observa efectivamente la existencia de la asignatura Religión y/o Moral (esta última para los no-católicos) con una carga horaria de dos horas semanales en cada año. El dictado en forma obligatoria de esta materia en todas las escuelas (públicas, primarias, postprimarias, secundarias y especiales del país), respondió a la ley 12.978 de 1947 (que ratificó al Decreto Nº 18.411 de 1943). Por esta norma, los padres debían manifestar “en expresa oposición por pertenecer a otra religión” en caso de no querer que sus hijos asistieran a clases de religión católica. Estos alumnos debían asistir a clases de moral, que, sin embargo contemplaban una formación de tipo religiosa. En el plan de estudios de Moral (1948) se establecieron como contenidos, entre otros, la “existencia del alma, el hombre como un ser espiritual”, “Noción de existencia del Ser Supremo. Dios autor de todas las cosas”. [11]

El Decreto Nº 13.182/47 que reglamentó la ley de enseñanza religiosa, estableció que tanto el director como los cinco vocales de la Dirección General de Instrucción Religiosa (DiNER) (luego, pasó a denominarse “Dirección Nacional de Educación Religiosa”) debían ser designados por el PEN pero uno de ellos a propuesta en terna del Episcopado Argentino. Todos debían ser ciudadanos argentinos y católicos. Esta Dirección tenía la función de asesorar al PEN en lo referente al cumplimiento de la ley y al régimen de enseñanza de la religión y de la moral, así como de mantener contacto con la autoridad eclesiástica en todos los asuntos relacionados con la implementación de la ley que a ésta le incumbiera. Se dispuso que serían los maestros de grado los que impartirían las clases de religión, siempre que fueran católicos.

Esta reglamentación, entonces, restringía el poder de las autoridades eclesiásticas en materia religiosa dada la conformación de la DiNER, por lo cual los grupos católicos “democráticos” no estaban satisfechos con esta normativa (Bianchi, 2002). Además, los grupos católicos consideraban que la religión debía constituirse como la columna vertebral de la educación, atravesando las demás asignaturas, y el espíritu mismo de la educación fuera y dentro de la escuela. [12]

Otros problemas de la implementa-ción de esta ley se derivaban de la fuerte formación laicista de los maestros así co-mo las resisten-cias en las escuelas que consideraban que la educación pública debía ser neutra en materia religiosa, tal como había sido desde su origen. Además, dada la conformación de la DiNER, hacia la segunda presidencia de Perón, se aprobaron libros de texto y programas de estudio que exaltaban las figuras de Perón y de Eva, articulándolas con contenidos y figuras religiosas. Tal como afirman Pitelli y Somoza “la educación religiosa era pertinente y adecuada al desenvolvimiento y difusión de la doctrina peronista, luego Doctrina Nacional, y favorecía el ejercicio de las prácticas políticas que se correspondían con la doctrina” (1997: 87). Una vez que el peronismo rompió sus lazos con la Iglesia Católica, esta ley fue derogada por el Congreso Nacional en mayo de 1955 y no fue repuesta por los gobiernos que sucedieron a Perón. Es posible sostener que el “nacionalismo católico” perdió la pelea por utilizar las instituciones públicas como vehículo de formación religiosa. Sin embargo, esto no significó que los grupos católicos abandonaran el campo de batalla sino que sus demandas se modificaran. En el año 1947, se sancionó la ley Nº 13.047, que estableció el aporte del Estado, que así comenzó a subvencionar a la educación privada a fin de que se pudiera garantizar cierta equiparación salarial con los docentes de las escuelas públicas. Esto constituyó el puntapié inicial de un “cambio de estrategia de los sectores católicos” que lucharían para conseguir recursos del Estado para sostener su propio circuito de escuelas. Por primera vez en la historia del sistema educativo argentino se dispuso que el Estado pudiese contribuir económicamente al pago de sueldos en las instituciones privadas.



NOTAS

[1] Juan Domingo Perón formó parte del gobierno de facto encabezado por el General Pedro Ramírez que derrocó al gobierno constitucional en 1943. En 1946 asumió su primera presidencia constitucional, siendo reelecto en 1952 y derrocado por un golpe militar en 1955.

[8] Por ejemplo, entre 1863 y 1912 hubo 24 planes de estudio diferentes para los Colegios Nacionales, es decir, por lo menos un cambio de plan cada dos años.

[10] A partir del período que se inició con el golpe de estado 1930, existió un avance de corrientes pedagógicas espiritualistas. Esto dio lugar a la adopción de políticas educativas fuertemente instituidas por el espiritualismo nacionalista lo cual cercenó el carácter laico y público que había caracterizado a la educación de dependencia nacional. El aspecto más crítico estuvo dado por el caso de la reforma Fresco en la provincia de Buenos Aires que fue la antesala de las reformas adoptadas posteriormente en el plano nacional por el Poder Ejecutivo Nacional a través de ministerio competente.

[11] Según los registros de inscriptos, en 1946, en los establecimientos de enseñanza de todo el país, oficiales y privados, el 93.19 % de los alumnos había asistido a los cursos de religión. Para 1948, este porcentaje había descendido levemente.

[12] Véase esta afirmación: “La religión no es para nosotros una asignatura más, sino que es una enseñanza que debiendo servir de base a la vida misma y a todas las actuaciones del hombre debe reflejarse en el resto de la enseñanza y la educación (…) Esto supone evidentemente no sólo agregar la Religión a las asignaturas de la Escuela sino también que estas mismas asignaturas se enseñen siempre iluminadas e informadas por la doctrina y el espíritu de aquella”. Tomado de “La Iglesia quiere libertad total de enseñanza”, Orden Cristiano, 142, septiembre de 1947, segunda quincena, p. 1057. Citado en Bianchi, Susana (2002).

AUTORES

(1) Profesor Titular Regular de Teorías de la Educación y Sistema Educativo Argentino, Facultad de Psicología de la UBA. Director del Proyecto P822 acreditado en el marco de la programación científica UBACyT 2006-2009. Director del proyecto PICTO Educación N° 36488 acreditado por la ANPCyT, ambos con sede en el Instituto de Investigaciones en Psicología de la UBA. E-mail: gruiz@psi.uba.ar 
(2) Profesora Adjunta Regular de la Cátedra de Didáctica General, Facultad de Psicología, UBA. Miembro del equipo de investigación del Proyecto UBACyT P822 acreditado en el marco de la programación científica UBACyT 2006-2009. Investigador responsable del proyecto PICTO Educación N° 36488 acreditado por la ANPCyT, ambos con sede en el Instituto de Investigaciones en Psicología de la UBA.
(3) Ayudantes de Trabajos Prácticos de la cátedra de Teorías de la Educación y Sistema Educativo Argentino, Facultad de Psicología de la UBA. Miembros del equipo de investigación del Proyecto UBACyT P822 acreditado en el marco de la programación científica UBACyT 2006-2009

Publicado por la FACULTAD DE PSICOLOGÍA-UBA/SECRETARÍA DE INVESTIGACIONES / ANUARIO DE INVESTIGACIONES / VOLUMEN XVI

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