HOMENAJE EN EL NORMAL 1
"Sigo teniendo alguna esperanza de que mi hermana esté viva en algún lado.” Daniel Tarnopolsky dice la frase en el final de la charla y después de casi dos horas, mientras señala su libro Betina sin aparecer que, en la portada muestra la imagen de una chica linda y de pelo largo, tomada por él mismo en 1975 un año antes que la dictadura secuestrara a la militante de la UES y la encerrara en la ESMA."
[...]
–¿Cómo era Betina?
–¿Cómo era Betina?
–Típica nena judía: petisita, cola grande, piernas gordas, tipo maceta (se ríe). Lo sufría, pero ojo, que con los pibes tenía un éxito tremendo. Yo necesitaba que ella me presentara chicas, pero Betina no, era rápida, no le hacían falta mis amigos (vuelve a reír).
El Rectorado de la ENS Nº1 junto con la comisión por la "Memoria del Normal 1" convocan a los alumnos, docentes y padres al acto homenaje a Betina Tarnopolsky, detenida y desaparecida el día 15 de julio de 1976 por el terrorismo de Estado.*
Betina cursó sus estudios de nivel primario (división C) y los tres primeros años del secundario (4° división, con Inglés y Latín) en nuestra Escuela.
Su hermano Daniel, presentará su libro "Betina sin aparecer".
*También continúan desaparecidos sus padres Hugo y Blanca, su hermano Sergio (conscripto de la ESMA) y su cuñada Laura.
Lugar: Escuela Normal Superior Nº 1- Auditorio de la Memoria.
Av. Córdoba 1951- C ABA
Fecha: lunes 4 de junio a las 12.
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Colocaron baldosas en la Ciudad de Bs As para recordar a los desaparecidos (fragmento)
03 de mayo de 2008 (Telam- MA)
Vecinos que integran “Barrios por Memoria y Justicia” instalaron hasta ahora 42 mosaicos con los nombres de los 84 secuestrados, "asesinados por el terrorismo de Estado, antes o durante la última dictadura militar"· Fueron ubicadas en los barrios donde vivieron, trabajaron, estudiaron o militaron.
En el Normal 1, Córdoba 1951, se colocó una baldoza para recordar a Lidia Amigo; Paloma Alonso, militante de la Juventud Peronista e hija del pintor Carlos Alonso; Marcela Goeytes; Cristina Navajas y Betina Tarnopolsky.
Véanse también "Alumnas desaparecidas del Normal 1" en
Charla con Daniel Tarnopolsky, "La historia de una imagen cálida", en
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marzo 18, 2012
El 15 de julio de 1976 Betina fue secuestrada en la casa de su abuela: Sarmiento 3475, 5º J. Tenía 15 años.
… en la casa de Abuelas, Daniel hizo un pequeño homenaje a los suyos. Para que vean que los desaparecidos son gente, no fantasmas, sacó de un sobre de papel algunas fotos viejas y las mostró a las cámaras de televisión. Este era mi padre, Hugo Tarnopolsky, dijo sosteniendo la imagen en blanco y negro de un hombre joven y sonriente que fumaba una pipa. Fue secuestrado el 15 de julio de 1976, era químico industrial, miembro de la Cámara Argentina de la Industria Química, contó. Luego mostró la foto de su madre, Blanca, psicopedagoga clínica. Ambos eran profesionales destacados y ciudadanos honrados. Fueron secuestrados, torturados, llevados a la ESMA y seguramente tirados al río, afirmó serio y con la voz firme. Las siguientes fotografías fueron las de su hermano Sergio y su mujer, Laura De Luca. Ambos tenían 21 años y militaban en la Juventud Peronista.
Cuando desapareció, Sergio estaba haciendo la conscripción en la ESMA y era el asistente personal del represor Jorge El Tigre Acosta. Le servía mate y le limpiaba los zapatos. Y nos comentaba que en la ESMA pasaban cosas raras. Fue secuestrado junto con otros seis conscriptos, cuatro recuperaron la libertad, relató Daniel. El 13-7-76 Sergio contó a su familia que había sido obligado a limpiar sangre en un sótano y que había encontrado documentos tirados en el piso. La noche siguiente llamó a su esposa para avisarle que no iría a dormir porque lo habían acuartelado. El 15 secuestraron a Laura. Esa misma noche un Falcon verde estacionó en la puerta de la casa de la familia Tarnopolsky y un grupo de tareas se llevó los padres. La última víctima fue la hermana menor, Betina, a quien sacaron de la casa de su abuela. Ella es un símbolo de horror de la dictadura militar .Tenía quince años, dijo con su foto en alto Daniel, que se salvó de la ESMA porque ese día durmió en casa de unos amigos. El caso Tarnopolsky fue uno de los utilizados por la Cámara Federal para condenar a los ex comandantes en 1985. Daniel Tarnopolsky
DEL LIBRO BETINA SIN APARECER, DE DANIEL TARNOPOLSKY
La tragedia de toda una familia
En el libro que publica Norma, Tarnopolsky narra la pérdida de sus padres y hermanos, víctimas de la dictadura, y su búsqueda de justicia. Betina sin aparecer se presenta mañana, a las 19, en el Parque de la Memoria, Costanera Norte.
Por Daniel Tarnopolsky
14 DE DICIEMBRE DE 2011
–¿Y si a ustedes los agarran, qué hago? –le pregunté en la última conversación que tuvimos.
Tomábamos café en un bar de la calle Uruguay entre Tucumán y Viamonte. Yo estaba “levantado” de casa desde principios de junio cuando “chuparon” a Patricia. Historias comunes en la Argentina de esos años. Historias de desapariciones, de penas, de horrores.
–Si a nosotros nos agarran, vos te escondés.
–¿En una embajada, como hizo el tío Jean en Chile?
–No, hijo, acá es distinto. No sé, vos te escondés, te las vas a arreglar.
Cuando se llevaron a Patricia, prima de mi papá, compañera de militancia y muy amiga de Sergio –mi hermano mayor–, mis viejos tuvieron miedo de que vinieran a casa a buscarlo y que se llevaran a alguno de nosotros. Fue entonces cuando mi viejo me pidió que me buscara otro lugar donde estar.
Yo había terminado el secundario el año anterior y estudiaba Musicoterapia. Había cumplido dieciocho años, trabajaba en un jardín de infantes como ayudante, lo que me permitía pagar mis gastos y tener cierta independencia. Aunque todavía no podía irme a vivir solo, me sentía un adulto.
Levantado de casa, acogido clandestinamente por amigos, seguía con mi vida normal, digamos. Veía a mis padres cada dos o tres días. Dejaba la ropa sucia y me iba con una muda y plata si necesitaba. Betina, mi hermana menor, estaba en la escuela secundaria y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Era demasiado chica como para irse sola por ahí a lo de algún amigo, pero también había que sacarla de casa, así que se fue a vivir a lo de mi abuela materna, None, la única que aún teníamos. Corría junio del ’76. La dictadura militar aterrorizaba el país desde marzo: había cada vez más personas que eran secuestradas de su casa, detenidas en los trabajos o acorraladas en plena calle por grupos de hombres armados no identificados, o por la policía, como hicieron con Patricia. Se empezaba a saber de la desaparición de jóvenes y de la posterior desesperación por la ignorancia de su paradero. Desapariciones. Nadie pensaba entonces que se podrían llevar a los padres de alguien buscado, sólo por ser sus padres.
Búsquedas, interminables búsquedas. Fueron semanas terribles. Vivíamos con la angustia del día siguiente, de la noche. Cada mañana me decía a mí mismo: “No pasó nada esta vez, sigo libre”. A medida que pasaban los días, nos íbamos calmando porque pensábamos que el peligro se alejaba, que la relación entre Patricia y nosotros se desvanecía. Nuestra casa familiar estaba casi vacía (...)
La que peor lo pasaba era mi madre. Tenía el consultorio en casa y sus días transcurrían entre los pacientes y nosotros. Era psicopedagoga, trabajaba mucho, entre entrevistas, cursos y alumnos, no paraba. Le gustaba cocinar, hacer tortas o postres para recibirnos y, en tiempos normales, cuando tenía un rato tomábamos la merienda juntos, conversábamos sobre las novedades del colegio y siempre se armaba una discusión con mi hermana. Claudia trabajaba con retiro y mi padre pasaba el día en la oficina. Familia con historias simples.
Una tarde, ya entrado el mes de julio, fui a Peña con mi bolso de ropa sucia y encontré a mis viejos juntos.
–¡Daniel! –exclamó mi mamá al borde de las lágrimas–. Vos estás en lo de Mirta, ¿no? –me preguntó con desesperación.
Quería saber dónde dormía, qué hacía, si estaba bien. Pero antes de que pudiera contestarle, mi papá le gritó que se callara.
–¡Y vos no digas nada! –clamó dirigiéndose a mí.
Nunca antes lo había escuchado hablar así. Su oscura barba candado temblaba, las bolsas bajo sus ojos se habían hinchado hasta casi reventar. De golpe lo vi agigantado por la determinación.
–¡Se callan los dos! –mi viejo, por enésima vez en esas semanas, me salvó.
–Tranquila, mami, estoy bien. Pero no preguntes, no quieras saber.
Lloraba la vieja, deshecha, aterrada.
Fuente: Pagina12
Presentación del libro Betina sin aparecer Historia íntima del caso Tarnopolsky
Video http://youtu.be/HmUhdN2UzMM
CASO Nº 200: TARNOPOLSKY, BETTINA
Está probado que Bettina Tarnopolsky fue privada de su libertad el día 16 de julio de 1976, en horas de la madrugada, cuando se encontraba en la casa de su abuela, establecida en la calle Sarmiento 3475, piso 5º, dto. "J", Capital Federal.
Ello es así por los dichos de la Sra. Rosa Daneman de Edelberg, abuela de la damnificada, quien en los diversos recursos de habeas corpus interpuestos ante los Juzgados Federales de la Capital Federal Nº 1, 2 y 5, así como en las investigaciones por privación ilegal de la libertad que tramitaran ante los Juzgados de Instrucción Nº 16, al que se acumuló otro del Juzgado de Instrucción Nº 6; Juzgado Nº 33 de Instrucción y 11, así como en su declaración ante este Tribunal y la CONADEP, indica que encontrándose acostada en su habitación y su nieta en otra, oyó golpes en la puerta de entrada al departamento y la voz de su yerno, Hugo Tarnopolsky quien pedía que abriera, que era la policía. Que al abrir la puerta vio a su yerno, vestido al parecer con un pijama y un sobretodo encima. Penetraron al departamento tres hombres de civil los que procedieron a revisar las instalaciones para luego obligar a la declarante a encerrarse en un patio y permanecer allí hasta que se fueran, cumpliendo con ello. Posteriormente notó que su nieta faltaba de la habitación, evidenciando que habla sido llevada por esas personas.
Que a este elemento probatorio hay que agregar la declaración prestada ante este Tribunal por Liliana Elvira Pontoriero, la que indica que estuvo detenida en ESMA desde el 4 de julio de 1976 al 28 del mismo mes y año, oportunidad en que vio a una persona llamada Bettina, que también se encontraba alojada en dicha institución. Luego se enteró que el apellido era Tarnopolsky. También por dichos de otros cautivos supo que el resto de la familia Tarnopolsky estaba allí detenida.
Por último importa destacar que todo este grupo familiar desapareció para la misma época y es motivo de estudio en casos separados. Se debe agregar lo expresado ante este Tribunal por el testigo Juan Guelar indicando que vio llevar detenida a la damnificada.
Está probado que con motivo de una solicitud judicial la autoridad requerida contestó en forma negativa.
Esto surge de los informes remitidos por el Ministerio del Interior, Policía Federal y Estado Mayor del Ejército, Jefatura I, Personal, que van a fs. 7, 8, 9/11 y 14 del recurso de hábeas corpus Nº 59 que tramitara ante el Juzgado Federal Nº 1; fs. 8, 9 y 12 del hábeas corpus del Juzgado Federal Nº 1, bajo el Nº 58; fs. 9, 10 y 11 del hábeas corpus del Juzgado Federal Nº 2 y fs. 8 del hábeas corpus del Juzgado Federal Nº 5, todos de Capital Federal; fs. 8, 9, 9 vta., 12 vta. y 15 vta., del recurso de hábeas corpus del Juzgado Federal Nº 3 y por último vta., 6 y 6 vta. del hábeas corpus que tramitara ante este Juzgado y Secretaría. A todo ello hay que agregar los oficios librados a la Policía Federal solicitando el paradero de la familia Tarnopolsky en los sumarios que tramitan ante los Juzgados de Instrucción ya mencionados.
Empero, por las razones expuestas al tratar el caso 190 el Tribunal considera que no se ha acreditado una falsedad en los informes.
Está probado que Bettina Tarnopolsky fue privada de su libertad por personal de la Armada y que se la mantuvo clandestinamente en cautiverio en la Escuela de Mecánica.
Ello es así por los dichos de Liliana Elvira Pontoriero, Lila Pastoriza, ya mencionados y por las consideraciones que se formularán al tratar el caso 203.
Tampoco quedó demostrado que Bettina Tarnopolsky haya sido sometida a tormentos.
No está probado que la Tarnopolsky haya recuperado su libertad.
En efecto, hasta la fecha no se ha arrimado probanza alguna que pruebe tal extremo.
No se ha podido acreditar el desapoderamiento de efectos que damnificase a la víctima.
En cuanto al conocimiento que pudieron haber tenido los Brigadieres Generales Graffigna y Lami Dozo y el Teniente General Galtieri en los hechos que se tienen por acreditados, el Tribunal se remite a lo expuesto en el mismo sentido en el caso 190.
Si quedó acreditado que los hechos de que fuera victima Bettina Tarnopolsky obedecieron al proceder descripto en la cuestión de hecho Nº 146.
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Tarnopolsky, Sergio
El Escuadrón Perdido, por José Luis D'Andrea Mohr.
El 15 de julio de 1976 a la una de la mañana un grupo de personas armadas se presentó en el domicilio de la familia TARNOPOLSKY, en la calle Peña al 2600 de la Capital Federal (Area II). El portero y los vecinos fueron obligados a encerrarse en sus casas y la puerta del departamento, en la planta baja, fue arrancada mediante una explosión tan exageradamente calculada que dañó la entrada al edificio. Entre humo, polvo y pedazos de mampostería, el grupo de tareas ingresó en el departamento ocupado en ese momento por los padres de Sergio - conscripto de la ESMA-, Hugo TARNOPOLSKY, de 53 años, y su esposa Blanca Edith EDELBERG.
El matrimonio fue encapuchado y esposado al tiempo que los incursores reunían dinero, alhajas y objetos valiosos de la familia. Completada la reunión del botín, los asaltantes se apropiaron del automóvil de TORNOPOLSKY y se retiraron con lo robado y el matrimonio secuestrado. De allí se dirigieron a la casa de la suegra de Hugo, Rosa DANEMAN DE EDELBERG, que vivía en la calle Sarmiento al 300 (Area II), donde llegaron alrededor de las dos de la mañana. Allí, ante el estupor de su abuela, maltratada por uno de los incursores, secuestraron a Betina TARNOPOLSKY, de 18 años (1), hija de Hugo y de Blanca Edith. Se retiraron con la muchacha y a las cinco de la mañana realizaron otro operativo en el domicilio de la familia DEL DUCA, en Pasaje Urunday al 1300 (Area IV), donde detuvieron a Laura, esposa de Sergio TORNOPOLSKY, quien, a su vez, había desaparecido ese mismo día en la propia ESMA, a la vez unidad militar y campo de concentración urbano. Allí Sergio se desempeñaba como asistente del capitán de corbeta Jorge Eduardo ACOSTA ("El Tigre"), personaje triste y mundialmente conocido que fuera beneficiado con la Ley de Obediencia Debida, engendro jurídico también conocido así en el mundo entero.
Sergio, sus padres y su esposa fueron vistos con vida por última vez en la ESMA, y jamás aparecieron. El conscripto fue dado de baja por desertor junto a otros dos soldados desaparecidos como él: Eduardo GUERCI y Javier Antonio OTERO.
(1) Evidentemente, un error
(El destacado nos pertenece)
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