29/6/11


Conservación Preventiva en archivos y bibliotecas 
 POR DEBORAH NOVOTNY 

Este texto es parte de la Conferencia de la Conservadora Deborah Novotny (*1) durante el “Curso de Especialización en Conservación Preventiva del Patrimonio Bibliográfico y Documental”, organizado por la Fundación Patrimonio Histórico en 2000. Traducción y adaptación de Susana Meden.


Las colecciones tradicionales de Biblioteca están constituidas por un amplio espectro de materiales orgánicos: papel, tela, pieles de animales y adhesivos, entre otros. Esas sustancias orgánicas atraviesan un proceso de envejecimiento natural e inevitable (más o menos como nosotros!!!) 

Si bien es imposible evitar este proceso, podemos hacerlo más lento y reducir el riesgo de destrucción. Para lograrlo, se deben tomar medidas tales como la manipulación cuidadosa y la provisión de un ambiente adecuado. Los Programas de Preservación se aplican en bibliotecas y archivos para minimizar el daño al que están expuestas las colecciones. Las principales amenazas para el material de bibliotecas y archivos, pueden describirse en cuatro grupos: 

1. La naturaleza del material 
2. El ambiente en el que se guardan las colecciones 
3. El modo en que el material de biblioteca es manipulado 
4. Desastres naturales y causados por el hombre 

1. La naturaleza del material 

La estabilidad química y física del material de biblioteca depende, en gran medida, de la calidad y el procesamiento que recibieron las material primas usadas en su manufactura. A través de los siglos, las presiones de la producción en masa han reducido la calidad de muchos de los materiales que ingresan a nuestras bibliotecas. 
Por ejemplo, casi todo el papel producido después de 1850 es muy ácido, razón por la cual se está poniendo quebradizo y se autodestruirá con el tiempo. 

Por otra parte, los soportes modernos -microformas, discos ópticos y magnéticos, fotografías y los medios audiovisuales- también tienen problemas endógenos de preservación y necesitan ser almacenados y utilizados con cuidado si no queremos que desaparezcan prematuramente. Para poder cuidar sus fondos, una biblioteca debe realizar un honesto relevamiento del estado físico de su edificio y de todas sus colecciones, y considerar, con mucha seriedad, todos los requisitos necesarios para su preservación. 

No es posible cuidar las colecciones si no se formula una política de preservación. Sobretodo con un presupuesto limitado y con recursos limitados, es importante que las decisiones se tomen sobre una base clara y racional, en la que se contemple incluso la política de adquisición. 

Se deben considerar los siguientes puntos: 

En qué condición están las colecciones?
Qué colecciones están especialmente en mal estado?
Cuáles son las colecciones más valiosas / importantes?
Qué colecciones están en mayor riesgo?
Con qué velocidad están creciendo las colecciones?
Qué rumbo tomarán las adquisiciones?
Hay espacio disponible o asignado para colecciones futuras o en expansión? 

2. El ambiente en que se guardan las colecciones 

En las páginas siguientes, voy a concentrarme en la importancia del ambiente, de su monitoreo y de las condiciones de almacenamiento. 
Obviamente no es sensato -inclusive desde el punto de vista económico- restaurar una pieza de una colección, si esa pieza regresará luego a condiciones de almacenamiento malas o inadecuadas. 
Si hay fondos disponibles, aunque sean limitados, lo prioritario debe ser asegurar un ambiente marcadamente estable. En el Reino Unido, se trabaja bajo la norma BS 5454 (2*), que ha sido revisada y reformulada en el año 2000. 

Sus recomendaciones se refieren a los siguientes temas: 

Ubicación del edificio
Construcción y protección del edificio
Precauciones contra fuego
Ambiente para almacenamiento de papel y pergamino
Iluminación
Equipamiento para almacenamiento y producción
Embalaje para almacenamiento, medios modernos, otros materiales y exhibiciones. 

Como ejemplo de los contenidos de esa norma, transcribo aquí las condiciones aceptables para el almacenamiento de papel y pergamino, enumeradas en la sección 7, que comienza: “un ambiente inadecuado daña los documentos más que ningún otro factor.
La humedad y la mala ventilación pueden estimular el crecimiento de hongos.
Las atmósferas muy secas causan la disminución del contenido de humedad en documentos y su papel se vuelve quebradizo.
El papel también puede volverse quebradizo por la hidrólisis de su celulosa, causada por la acidez.
La temperatura alta acelera tales cambios químicos. La Humedad relativa alta también aumenta la tasa de deterioro.
Las atmósferas con polución también pueden contribuir a la degradación ácida” 

Las recomendaciones sugieren: 

-una temperatura estable entre 16º C y 18º C con una tolerancia de + - 1º C
-Humedad Relativa estable entre 45% y 60% con un a tolerancia de + - 5%

En la British Library hemos usado varios métodos para monitorear la Humedad Relativa y la temperatura. Uno de los más usados, previo a los avances tecnológicos, fue el termohigrógrafo. Otro, muy útil dentro de vitrinas, es el higrómetro de cabello. En la actualidad, usamos data-loggers. 
Para asegurar la conservación de los fondos de bibliotecas y archivos, es necesario monitorear allí, cuidadosamente, las fluctuaciones de la temperatura y la Humedad Relativa. Esas fluctuaciones causan aún más daño que las temperaturas y humedades altas. 
En zonas húmedas, donde la Humedad Relativa no baja de 65% en todo el año (y es aún más alta por largos períodos), es poco realista esperar un nivel muy por debajo de 65%, a menos que la institución tenga aire acondicionado día y noche todo el año (a muy alto costo). Sin aire acondicionado, en estas regiones es imperioso tener buena circulación de aire, para evitar la proliferación de hongos. 
Se pueden tomar medidas simples -pero efectivas- para prolongar la vida de las colecciones. Por ejemplo, no ubicar estantes sobre calefactores. 
Rutinariamente, debe hacerse mantenimiento en los depósitos de la colección -limpiando los estantes, quitando el polvo. Los entornos limpios desalientan a los hongos, insectos y plagas. En las instituciones que realizan estas prácticas se ha demostrado que un programa de limpieza -normal, pero sostenido- posibilita la detección precoz -y a tiempo- de todo tipo de daño biológico o químico. 

Aquí, una breve mención a los efectos devastadores de la luz: 

La luz es energía y energía es lo que se requiere para que se produzcan reacciones químicas.
Todas las longitudes de onda -visible, infrarroja y ultravioleta (UV)- promueven la descomposición química de los materiales orgánicos por oxidación. 
La radiación UV -la de más alta energía- es la más dañina, especialmente en presencia de polución atmosférica. Debilita y vuelve quebradizos a los materiales compuestos de celulosa, a los adhesivos, los textiles y las pieles. 
La luz causa decoloración en algunos papeles y oscurecimiento o amarillamiento en otros. 
También puede causar cambio de color en tinturas y medios, alterando la legibilidad y apariencia de documentos, fotografías, obras de arte y encuadernaciones. 
El daño causado por la luz es irreversible. En este punto quiero mencionar también a los contaminantes que, desde las más diversas fuentes, afectan a las colecciones compuestas por materiales orgánicos. 

Una de esas fuentes de daño son los materiales inadecuados usados en el edificio o las estanterías. Por ejemplo, los gases desprendidos de estanterías de roble (madera muy resinosa) causan la desintegración de los sellos de plomo, que a veces forman parte de los documentos antiguos. 

Reitero que éste es sólo un aspecto de la contaminación en bibliotecas y archivos. 
Si podemos lograr un ambiente estable y seguro, el siguiente gran desafío será promover una cultura del cuidado en toda la biblioteca, es decir, cultivar una cultura en la que todos y cada uno sea responsable. 
Las medidas de preservación tienen que ser respaldadas, sostenidas y estimuladas en todos los niveles del personal, desde el más alto al más bajo... 

(*1) Deborah Novotny es Conservadora de Libros. Trabaja en el Departamento de Preservación de la Biblioteca Nacional Británica, en Londres. 


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