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Vergüenza del Bicentenario

El Archivo de Córdoba, memoria documental histórica y uno de los más importantes de Sudamérica, desaparece un poco todos los días.

23/05/2010


Un promontorio de excremento de palomas mojona el patio interno del edificio del Archivo Histórico de Córdoba, ubicado en pleno centro de la capital provincial, 27 de Abril casi General Paz. En ese mismo patio, cuentan algunos conocidos investigadores locales que La Voz del Interior consultó para esta nota, llegan a realizar asados los empleados, en pleno horario de trabajo: encendieron fuego a metros de documentos únicos de la época de la fundación de la ciudad, del siglo XVI.



También en la planta baja, la colección de tomos de los siglos XVII y XVIII que recopila las historias judiciales penales cordobesas, llamada Crimen, vive bajo la permanente amenaza del chispazo que la haga desaparecer en minutos. Está entre cables de electricidad que cuelgan y atraviesan el estrecho pasillo en que se encuentra, sin ningún dispositivo de control de humedad, luz ni temperatura.
Si no es el fuego, es el agua: un caño que reventó en ese mismo lugar mojó estantes enteros. Los libros se inflaron, se doblaron y hasta hoy no han recibido un peso para restauración desde la Secretaría de Cultura, autoridad a cargo del Archivo. "Se los van a comer los hongos y los microorganismos", afirma la directora de la Escuela de Archivología de la Universidad Nacional de Córdoba, Anna Szlejcher.
"Los tomos llevan más de un año mojados y no implementaron ningún programa de recuperación, pese a que es algo urgente". Empleados del Archivo consultados por este diario contaron que los secaron "poniéndolos sobre hojas de diarios". Este diario pudo ver que los tomos más dañados están en cajas de cartón de las que se compran en cualquier librería por cinco pesos, sin otra medida de preservación.
El único ascensor del Archivo Histórico no funciona hace por lo menos 50 años. Desde hace décadas es imposible el acceso de personas con discapacidades a los documentos históricos. La vieja sede califica sin duda en la categoría arquitectónica de edificio enfermo, con su mala ventilación, su pésima circulación, sus ambientes asfixiados de papeles y muebles viejos, y es a todas luces inapropiada para la función que debería cumplir.
La mayor prueba de que la provincia de Córdoba se desinteresó de su memoria documental histórica es que hace más de medio siglo que no ingresan nuevos documentos al Archivo debido a la falta de espacio. La ley 3.967 del año 1941 -jamás reglamentada- obliga a las reparticiones públicas de toda la provincia a remitir antes del 31 de enero de cada año sus documentos y expedientes que superen los 40 años de antigüedad. Es decir, el Archivo hoy debería tener documentación hasta 1969. Pero, en los rubros más importantes, llega sólo hasta 1925.
Toneladas de documentación que debería servir para que los investigadores actuales y futuros dibujen las memorias históricas de los habitantes de esta esquina del mundo, hoy permanecen arrumbadas en oficinas y pequeños archivos a merced de los ratones, las inundaciones, el olvido. Las últimas administraciones provinciales destinaron sus presupuestos a fortalecer un concepto de cultura atado a los nuevos edificios o al adoquinado de las calles de la ciudad que deberían fungir como zonas históricas, mientras el Archivo sigue sin recibir siquiera los dineros mínimos para la mantención.
La situación desastrosa del Archivo llevó, en los últimos años, a que reparticiones que estaban obligadas a enviarle su documentación tomaran la decisión de no hacerlo más y construir sus archivos propios. El ejemplo más patente es el del Colegio de Escribanos, que este año inaugurará un edificio de 15,7 millones de pesos cerca de La Cañada. Será el primero construido específicamente para Archivo en la ciudad de Córdoba, incluirá toda la tecnología necesaria y guardará los protocolos desde 1926 a la actualidad.
Los documentos que producen los escribanos son muy apreciados por los investigadores de historia, ya que dejan constancia de numerosas actividades de la vida privada que no suelen encontrarse en otros registros. Las actas y protocolos de escribanos son uno de los patrimonios más valiosos que tiene el Archivo Histórico cordobés, que lo distingue a nivel sudamericano.
Pero la saturación del Archivo Histórico obligaba a los escribanos a alquilar inmuebles sólo para guardar la documentación vieja, con el riesgo de que robos o incendios hicieran perder los registros oficiales. Además el otro archivo al que se derivaban protocolos, perteneciente al Registro General de la Provincia y ubicado en Rosario de Santa Fe y Costanera, no es garantía: se inunda.
El actual presidente del Colegio de Escribanos, Daniel Ruiz, contó que su nuevo archivo comenzará albergando 400 mil tomos de documentación. "Este edificio ha sido un gasto muy pesado para nosotros, porque es algo que debería haber construido el Estado". Para esto, el Gobierno debió permitirles a los escribanos, por convenio de 2006, no enviar más sus papeles al Archivo Histórico.
Algo similar ocurrió con los documentos del Poder Judicial, que amplió sus archivos también debido a la saturación de la sede histórica. Laura Martínez, directora del archivo de Tribunales II, dijo que el Poder Judicial cordobés es una excepción positiva en cuanto a la importancia que le da a los registros documentales. "La documentación es sinónimo de poder, aunque en Argentina hay quienes la han ocultado o desconocido por motivos no muy buenos".
El desguace y la saturación que sufre el Archivo Histórico provocaron también que en el otro archivo oficial, que la Provincia tiene que mantener en calle Humberto Primero, se guarden hoy decretos y resoluciones ministeriales desde el año 1903, pese a que según la ley sólo debería tener documentos de los últimos 40 años. La directora de la repartición, Edith Fernández, recordó que deberían funcionar solamente como archivo temporal.
Al teatro. La falta de lugar en la sede histórica hace que también proliferen miniarchivos en reparticiones como el Teatro San Martín, la Dirección de Enseñanza Media, la Secretaría General de Gobierno, etcétera. Se trata de documentación que no está correctamente cuidada ni clasificada ni gestionada por profesionales capacitados para la tarea. Desde hace 15 años, la Escuela de Archivología de la UNC capacita a becarios de países latinoamericanos, pero no puede conseguir que aquí en Córdoba se apruebe una ley que establezca un sistema provincial de archivos como ya lo tienen Neuquén, Santa Fe, San Juan y Chaco, entre otras.
El director del Archivo Histórico es otro histórico, Alejandro Moyano Aliaga, quien lleva medio siglo en la institución. "Nuestro estado es espantoso. Estamos saturados, el espacio no alcanza", dice desde la galería del primer piso, mirando los estantes viejos y apretados de la planta baja. "Este archivo es la memoria histórica de Córdoba. Por ley todos los documentos deberían estar acá, pero andan por otros lados. Vivimos con el temor de que los roben, de que los pierdan y no conocemos cuál es el estado de la documentación de los últimos años".
Además, el Archivo no tiene ni una sola página digitalizada de sus cientos de miles de documentos. Es más, no tiene ni una sola computadora. Ni hablar de página web y recorridos virtuales como tienen otros archivos no del Primer Mundo, sino de países latinoamericanos como Chile. Las administraciones gubernamentales de las últimas décadas, radicales y peronistas, lo redujeron a un depósito de papel viejo, al mismo tiempo que recitaban su respeto por la identidad y la memoria.

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