Como parte del día Internacional de los Archivos quisiera compartir algunas reflexiones
Arch. Leandro Enrique Vurcharchuc, 09-06-2015
Creo que es necesario ponderar primeramente la actividad académica en Argentina, la cantidad de carreras existentes, su permanencia; y la continuidad de algunos eventos de referencia nacional y local, como aspecto fundante de una archivística argentina moderna.
Pero también es necesario marcar un notable déficit en la producción bibliográfica (reducida a la prolífica actividad de un mínimo número de autores) y la casi inexistente investigación, tan necesaria para el avance real de la disciplina.
Tenemos que cuestionarnos por otra parte acerca del estado actual de aquellos archivos emblemáticos como el Archivo General de la Nación, los Archivos Generales de Provincia, los Archivos Municipales y más allá de loables hechos y avances (parciales o muy específicos), tenemos que reconocer un claro divorcio del desarrollo académico, la función y proyección archivística con la aplicación e incorporación de esos conocimientos, funciones y proyecciones en las instituciones, en sistemas integrados, en procedimientos, normas y estructuras, la incorporación de cuerpos de profesionales a la administración pública y tal como dijera en anteriores oportunidades la ausencia de parámetros cuantificadores y calificadores para una mejor lectura de la realidad archivística.
Esta ausencia de información puntual sobre la temática archivística podría salvarse con la puesta en marcha de un “Observatorio Archivístico Argentino” con la participación de entidades intermedias propuesta que hago desde estas líneas.
Este divorcio entre el conocimiento y la práctica, y un supuesto incumplimiento de la función moderna, propia e inajenable de las instituciones emblemáticas y la circunscripción de las actividades de éstas a las más básicas, simbólicas o de imagen institucional, obedecen a varios factores.
Creo que el primero, es la incomprensión o desatención de la función moderna y pública de las instituciones archivísticas emblemáticas por falta de interés, presupuesto, recursos humanos acordes, en sí, una ausencia de decisión política.
El segundo es la ausencia del reconocimiento formal de parte del estado de la labor y del perfil profesional del archivero, enfatizando la frase que sigue “con todas las consecuencias que esto implica”.
El tercero, la actualización del corpus legal necesario para armonizar la función (teórica) con la labor concreta.
Los tres ítems, se corresponden a una necesaria evolución y modernización del estado en cuanto a la función archivística.
La construcción del estado moderno en Argentina, como determinante en la configuración archivística moderna, quedó marcada por los procesos políticos de expansión y benefacción, represión-destrucción, liberalismo y neo expansionismo benefactor, éste último proceso, ha puesto interés en el uso simbólico y práctico de la recuperación para la historia y el discurso oficial, de colecciones documentales pertenecientes a distintos fondos, referentes al proceso del estado represor creando los Archivos de la Memoria entre otras cosas, pero a pesar de este reconocimiento claro de la importancia de los archivos para la construcción de identidad, no se ha hecho lo mismo con todo lo demás. Se ha rescatado mediante la decisión política del caos aquello de interés particular, pero no se impuso para el estado nuevas normas y roles como centro y elemento ordenador del caos archivístico, sino que actuó de forma discrecional sobre el mismo. Políticamente no se adquirió la percepción de la importancia del conjunto y el árbol tapó al bosque.
Lo mismo podemos decir sobre el embate neo colonizador desde lo cultural, que rescata de forma exclusiva la tradición y acervo documental hispánico, enmarcando fuertemente su significado histórico y de dependencia cultural. Recordemos que el reino de España ha pagado la realización de censos de archivos en Latinoamérica cuya información centraliza, pero no así el Estado Argentino sobre sus archivos y registros en su territorio, situación que debiera manejar el Archivo General de la Nación y cada Archivo General de Provincia.
Esta desatención e incumplimiento sobre la función moderna y reguladora de las instituciones archivísticas emblemáticas, tiene mucho de falta de decisión política de quienes ocupan los cargos de responsabilidad sobre éstas áreas, porque este divorcio entre la teoría y la práctica en Argentina no es por inacción de quienes bregan por la mejora desde la propia comunidad archivística. Las propuestas siempre estuvieron en alguna mesa y bajo el brazo de alguien.
Esta falta de decisión política alcanza por elevación, a la profesión, generando varios problemas, como la bajísima tasa de inclusión en circuitos de trabajo específico de profesionales, como también la lentísima capacitación profesional de las áreas del estado. Esto ha dado lugar también a la intrusión y enajenación de la función archivística profesional por parte de otras profesiones como informáticos, historiadores, etc. y de seudotécnicas como la gestión documental, generando confusiones sobre formas, métodos, requerimientos, competencias, etc.
Tal vez por intereses demasiado egoístas, la profesión inexplicablemente se mantiene bajo la línea de reconocimientos oficiales, quedando sumergida en un denigrante manoseo de competencias y el clásico “ninguneo” argentino; generando esto lo que se señaló al principio; en un claro círculo vicioso.
La salida para poner a la archivística argentina a la misma altura de otros estados nacionales, es la modernización de las misiones y funciones archivísticas de las instituciones emblemáticas del país, la actualización normativa y el reconocimiento oficial de la profesión, pero dentro de un plan claro y consistente, coherente y bien estudiado, sin improvisaciones, emparches o medias tintas.
No es mucho pedir, es una decisión política que los argentinos nos merecemos.
Fuente: http://www.mundoarchivistico.com/?menu=articulos&id=495
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