(Fragmento)
A lo largo de los últimos doscientos años la fotografía ha ejercido una influencia determinante en la vida cotidiana de la mayoría de las sociedades occidentales. Podemos identificar, a muy grandes rasgos, dos principales encuentros entre la Historia Oral y la fotografía: el uso de la historia oral para reconstruir procesos vinculados a la fotografía (historias de vida de fotógrafos, análisis de fenómenos fotográficos, estudio de vanguardias artísticas, etc.), o bien el uso de las imágenes fotográficas como una fuente y una herramienta para la Historia Oral.
En cualquiera de ambos casos es necesaria una metodología específica que guíe la elaboración de cuestionamientos y problemas adecuados para analizar las fotografías a la luz de la Historia Oral. Esto debido a que la imagen fotográfica tiene un lenguaje, contexto e implicaciones sociales distintas a la palabra articulada, ya sea hablada o escrita. Con este fin propongo una metodología de lectura de imágenes que parte de las concepciones cotidianas de la fotografía, las técnicas fotográficas y tipos de cámara de uso común y las técnicas de preservación y exhibición (álbumes, portarretratos) de la imagen en la vida cotidiana. Así el análisis sistemático, formal, cuantitativo y cualitativo de las fotografías conservadas por el entrevistado, o por personas vinculadas a éste, nos abre un nuevo campo de estudio en la Historia Oral que puede enriquecer notoriamente las futuras investigaciones. Esta texto intenta proponer dicha metodología, procurando centrarse en la fotografía como fuente y herramienta de la historia oral.
Comencemos por establecer la pertinencia de utilizar la fotografía como herramienta y fuente para la Historia Oral. En primer término existe la posibilidad de utilizar la imagen fotográfica como documento, esto es, como una huella del pasado a la cual, a través de los cuestionamientos adecuados, se le puede extraer información sobre nuestro objeto de investigación. Aunque más adelante hablaré de cómo deben elaborarse estos cuestionamientos, me permito, a modo de ejemplo, decir que el análisis de la fotografía puede arrojar información sobre la situación económica de una familia (basándose en la calidad y abundancia de sus fotografías o en la posesión o no de una cámara) o quizás sobre las costumbres y tradiciones familiares (a través de la comparación de imágenes de una misma festividad en distintos años), entre muchas otras opciones.
En segundo lugar existe la posibilidad de utilizar la fotografía como una herramienta. Para los fines de este texto entenderé a las entrevistas que forman parte de un proyecto de historia oral, como una dinámica entre dos o más personas que tiene a priori un carácter evocativo, es decir, una enunciación, relectura e interpretación, de acontecimientos del pasado.[1] Sean estos procesos históricos, actividades de la cotidianidad, aconteceres de la vida personal o hechos específicos en donde se entremezcla todo ello con la historia nacional, local o comunitaria, siempre persiste el carácter evocativo de la entrevista.
Debido al desarrollo histórico que ha tenido la imagen fotográfica en occidente desde su invención a mediados del siglo XIX, la fotografía ha adquirido el poder de catalizar la evocación. En otras palabras: observar una fotografía nos invita a recordar, a revivir, nos hace necesario enunciar, releer e interpretar aquellos acontecimientos del pasado que sentimos vinculados a la fotografía.
La pertinencia de utilizar la fotografía como fuente y herramienta de la historia oral radica en las facilidades que nos ofrece recurrir a un medio esencialmente evocador que resulta familiar para la gente común (la fotografía) para mejorar la dinámica de otro método evocativo (la entrevista).
Con estos dos posibles fines en mente, debo plantear una serie de cosas. Cuando la luz rebota en un objeto del medio y pasa a través de la apertura de la cámara crea una impresión directa y física de ese objeto en el soporte fotográfico (sea éste analógico o digital). La imagen fotográfica ofrece la ilusión de una prueba perfecta, una copia exacta y contemporánea de una experiencia pasada. Por supuesto, esta "copia perfecta" del momento visual en la imagen es ilusoria: la fotografía se manipula en la creación, en su exhibición o puesta en escena [2] y en su lectura o interpretación. Por lo tanto, para interpretar y utilizar las fotografías como evidencia histórica, debemos entender sus diversos códigos, es decir, sus características técnicas y lenguaje visual, contextos culturales y relaciones en las que se crean y utilizan. [3]
Continúa...
Notas
[1] No pretendo decir que la entrevista de Historia Oral está conformada únicamente por el aspecto evocativo, pero a lo largo del texto sólo me referiré a éste por ser el que requiero para construir mi argumentación.
[2] Sea ésta en el ámbito público o en el privado.
[3] Vid. Alistair Thompson, “Family memory, meaning and identity: integrating oral history and photographs” en Memorias del XV Congreso Internacional de Historia Oral, pág 2.
Bibliografía
- Aparici, Roberto y Agustín García Matilla, Lectura de imágenes, 3° edición, Madrid: Ediciones de la Torre, 1998, 119 pp. (Proyecto Didáctico Quirón)
- Fontcuberta, Joan, El beso de Judas. Fotografía y verdad, 4° edición, Barcelona: Gustavo Gili, 2002, 190 pp. (Colección FotoGGrafía)
- Kossoy, Boris, Fotografía e Historia (trad. Paula Sibilia), Buenos Aires: La Marca, 2001, 123 pp. (Biblioteca de la mirada)
- Thompson, Alistair, “Family memory, meaning and identity: integrating oral history and photographs” en Memorias del XV Congreso Internacional de Historia Oral: Los diálogos de la historia oral con el tiempo presente, México: International Oral History Asociation, Asociación Mexicana de Historia Oral, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guadalajara, 2008, 11 págs.
Fotografía y Memoria
(fragmento)
[...] Como muchos sustantivos del español “memoria” es una palabra que puede utilizarse con muy diversos significados en una enorme variedad de circunstancias. “Memoria” es la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado. Es la huella o vestigio (material o inmaterial) del ayer, o incluso el pasado mismo visto desde la actualidad del sujeto. Hacer memoria es el acto mediante el cual (consciente o inconscientemente) enunciamos para otros, o para nosotros mismos, acontecimientos del pasado propio o compartido. El mismo vocablo se utiliza para referirse a la facultad mental de todo individuo, al objeto material, al pasado propio y colectivo y al acto de recordar. Incluso se refiere a este supuesto espacio, pequeño cofre, dentro de nuestro cerebro, en donde cuidadosamente atesoramos aquello que recordamos, o creemos recordar, sobre lo que ha pasado en nuestra vida y en nuestro entorno.
Contrario a la multiplicidad significante de “memoria”, “fotografía” goza, como pocas palabras, de un significado casi unidireccional, lo cual no quiere decir menos flexible. A pesar de las dificultades de definir en qué momento preciso los calotipos, daguerrotipos y otros procedimientos contemporáneos a ellos, pueden considerarse propiamente fotografías; y a pesar del debate actual en torno a la validez o no de la manipulación digital; casi todo el mundo, aceptará el llamar “fotografía” a cualquier imagen consecuencia de la acción de la luz sobre una superficie sensible. Sobra decir que el término es, ante todo, versátil, pues resulta igualmente válido para denominar la imagen estenopeica, análoga o digital, entre muchas más.
Dicho en otras palabras, a pesar de la mencionada versatilidad, casi cualquier persona al ver una fotografía la reconocerá como tal y la llamará con ese nombre, y casi nadie llamará “fotografía” a un óleo, un poema, una escultura o cualquier producto de otra técnica de representación.
Pensemos lentamente en los múltiples significados de memoria. Repasemos somera e imaginariamente la amplitud de imágenes que (a pesar de sus enormes diferencias) son todas fotografías. ¿No será que la unión de memoria y fotografía es aún más fértil de lo que pensamos? La fotografía como memoria gráfica, como referencia, fotografía como huella, como pasado, fotografía como el acto mismo de recordar. [...]
[...] A primera vista un recuerdo se construye con lo que recordamos. Sin embargo, en una reflexión un poquito más profunda, la materia prima del recuerdo, de la memoria y también de la fotografía, es el olvido. Lo que no pudimos asir, lo que se escapa, lo que no vimos o no quisimos ver, que queda fuera de cuadro, lo que nunca notamos. La memoria se construye primero con lo que olvidamos (consciente o inconscientemente) y sólo más adelante, con todo aquello que sí conseguimos preservar y que re-interpretamos desde la circunstancia presente.[...]
[...] La fotografía y la memoria, son para el individuo y las sociedades occidentales actuales, dos caras de la misma moneda.[...]
Continúe leyendo estas notas en http://fotohistoria-s.blogspot.com Blogger Xavier Aguirre Palacios
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