¿Cómo enseñar la dictadura en el aula?
Compartimos una reflexión de Julia Coria (1), hija de Roberto Coria y María Ester Donza, desaparecidos durante la última dictadura militar. Ella es socióloga (UBA) y magister en Educación (UdeSA). Actualmente la Dra. Silvina Gvirtz dirige su tesis de doctorado en la UBA.
La
conmemoración escolar del 24 de marzo*
La transmisión del pasado argentino
reciente desafía a la escuela por colisionar contra la forma tradicional de
entender y enseñar la historia en el contexto escolar. En la escuela argentina
la historia como disciplina cumplió tradicionalmente una función que puede
entenderse como “romántica”. Es decir que no estaba destinada a fomentar en los
estudiantes el pensamiento crítico sino a incentivar en ellos una adscripción
emotiva a lo nacional, a promover un lazo de comunión basado en un relato
romántico del pasado. En este tipo de relato el centro estaba en un pasado
lejano que se entendía como signo de origen y promesa de un futuro de gloria.
Una serie de procesos han tendido a
desplazar esa función tradicional. Cabe señalar los dos más importantes. Por un
lado, la reforma educativa impulsada durante la década del ’90 se propuso
explícitamente acercar el saber académico al saber escolar. Los Contenidos
Básicos Comunes (CBC) prescriptos en ese momento fueron obra de historiadores
profesionales, y también este fue el origen de los autores a cargo de la
renovación editorial que también se produjo en esa época. Los CBC consistieron
en prescripciones laxas que luego debían ser reelabordas en el nivel local e
institucional, pero en los hechos los libros resultaron en los más de los casos
propuestas curriculares de hecho, orientando lo que efectivamente pasó a
enseñarse en las aulas. Así, un saber historiográfico que lejos de centrarse en
la función romántica se basaba en el análisis crítico empezó a permear el saber
histórico escolar.
El otro proceso que puso en jaque la
función tradicional de la escuela fue la tarea persistente de los organismos de
derechos humanos, que avanzaron en la instalación de un discurso condenatorio
del terrorismo de Estado en la esfera pública nacional. Desde mediados de la
década del ’90 una serie de factores (como las declaraciones del ex oficial
Adolfo Scilingo sobre los llamados vuelos de la muerte o la creación de la
agrupación H.I.J.O.S.) colaboraron con la difusión de ese discurso. En la
década siguiente, las políticas de memoria impulsadas desde la llegada del
Néstor Kirchner al ejecutivo nacional coronaron dichos procesos.
Así, el abordaje de la historia argentina
reciente es cada vez más extendido y más profundizado en nuestras escuelas.
Desde el punto de vista curricular, los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios
(NAP) sancionados en 2004 incorporan la temática en distintos niveles de la
escolaridad. En el marco del Ministerio de Educación de la Nación , el programa
Educación y Memoria encara acciones de capacitación docente y elaboración de
materiales sobre el tema, y algunos ministerios provinciales han replicado esta
estrategia. Los libros de texto presentan, como se ha dicho, un relato en el
que la última dictadura militar se entiende en términos de terrorismo de
Estado. Algunas efemérides se han incorporado al calendario, instalando en la
rutina de las instituciones conmemoraciones asociadas con nuestro pasado
cercano: el 24 de marzo, aniversario del golpe de Estado; 11 de septiembre,
conmemoración de la llamada “Noche de los Lápices”; y 10 de diciembre,
recordatorio de la recuperación de la democracia.
El 24 de marzo suscita estrategias muy
variadas de conmemoración. Si bien la disposición legal de la que la fecha debe
ser conmemorada estrecha los márgenes, existen aún escuelas en las que se intenta
pasar por alto. En estos casos se recurre a estrategias como restar importancia
a la conmemoración por medio de gestos netamente escolares. Un ejemplo de esto
es realizar un acto formal pero desprovisto de los pasos tradicionales, como lo
es el ingreso de la bandera de ceremonias o la entonación del himno. En esos
casos la evocación suele reducirse a la pronunciación de un discurso por parte
de alguna autoridad de la escuela, y la participación estudiantil es
prácticamente nula.
Otras escuelas se vuelcan a conmemoraciones
que podríamos llamar “intensas”. En estos casos la evocación suele no
circunscribirse a la realización del acto sino que involucra actividades
asociadas (clases especiales, cine-debate), y buena parte de los actores
escolares participan de diversas formas. No es infrecuente la participación de
actores de la comunidad que fueron afectados por el terrorismo de Estado, como
ex detenidos o familiares de desaparecidos. Es interesante que aquí se recupera
algo de la función romántica de la historia escolar, al realizar una
reconstrucción emotiva de la década del ’70, un relato poblado de héroes que
luchan por sus ideales en un formato que apela a la identificación de los
jóvenes como protagonistas de la
Historia.
Parece pertinente proponer como hipótesis
que la reinterpretación romántica del pasado reciente le abre camino en el
marco de la escuela, habituada a esa forma de discurso en lo que a la historia
refiere. En la media en que este procesamiento no redunde en lecturas
sacralizadas vale aprovechar esta brecha para darle cabida a saberes antes
marginados por la transmisión escolar.
*Basado en la tesis doctoral de Julia Coria, en elaboración en el
marco del Doctorado en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos
Aires.
"Creo que debemos buscar que los alumnos puedan comprometerse y convertirse en productores de contenidos relacionados con la memoria, para reflexionar sobre los años más oscuros del país con quienes serán nuestro futuro.
Este fue el caso de los alumnos de la escuela Normal Superior "Mariano Moreno" de Moreno, que usaron sus netbooks de Conectar Igualdad para investigar y elaborar un proyecto de ordenanza que presentaron en el Concejo Deliberante local. Ellos querían que en las comisarías 1ª y 6ª se colocaran placas para que fueran identificadas como ex centros clandestinos de detención durante la última dictadura.
Más allá del resultado de esta iniciativa, creo que proyectos como éste dejan un gran aprendizaje, y marcan el rumbo. Son un ejemplo claro acerca de cómo educar desde la memoria significa sembrar un futuro mejor." (Silvina Gvirtz)
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NOTAS:
(1) Julia Coria nació en Adrogué (Prov. de Buenos Aires) en 1976 . Es licenciada en Sociología (UBA) y especialista en Educación (UDESA). Es docente de Sociología General en la UBA. Publicó diversos cuentos en varias antologías y la novela Permiso para quererte en el 2003. Trabajó en el Programa de Derechos Humanos y Educación de la DGCyE durante la gestión de Silvina Gvirtz. Desde diciembre de 2011 lidera el proyecto "Libro Libre", que provee de libros a bibliotecas de escuelas humildes. Se trata, según sus palabras, de un homenaje a sus padres, María Ester Donza y Roberto Coria, desaparecidos el 19 de febrero de 1977. María Ester enseñaba en las escuelas 9 y 21 de Longchamps.
Véase nuestra nota del 23/03/12.
Lecturas sugeridas: su cuento-testimonio "El sentido de la historia", publicado en la Revista "El Monitor" http://www.me.gov.ar/monitor/nro6/elcuento.htm
"Causas del cambio de lo social: las tesis de la ciencia, las tesis de la escuela", en
Artículo periodístico "Legajos docentes que ahora dirán la verdad" en
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-190254-2012-03-23.html
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La Dra. Gvirtz entrega a Julia el nuevo legajo de su madre,
en el que se restituye la verdad histórica.
Fuentes: prensaconectarigualdad@gmail.com
http://www.youtube.com/watch?v=7XKhIucb7s0
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