Reproducimos a continuación una entrevista realizada el año 2007, cuando el Museo estaba en la calle Montevideo 950. A ver qué se nos ocurre a nosotros. La Prof. María Cristina Linares nos ha ofrecido su orientación, muy generosamente.
Entrevista con María Cristina Linares, curadora de la muestra del Museo de las Escuelas (Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación)
"Museo de las Escuelas: otra forma de recorrer la Historia"
María Cristina Linares es Licenciada en Ciencias de la Educación y curadora de la muestra del Museo de las Escuelas (ubicado en el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación), creado con el fin de preservar el patrimonio escolar argentino y a su vez, de promover una visión crítica de la educación.. En esta entrevista, nos cuenta acerca de esta experiencia y especialmente, sobre la importancia de reconstruir la Historia a partir de las prácticas.
¿Cómo nació el proyecto Museo de las Escuelas?
Desde la cátedra de Historia Social de la Educación de la Universidad Nacional de Luján, de la carrera de Ciencias de la Educación hace seis años iniciamos un proyecto de investigación que se llama HISTELEA y como una actividad de extensión nos propusimos armar un museo, que en ese momento iba a ser de la Escuela Bonaerense. Comenzamos con una campaña de difusión que se llamó “Rescatando las cosas del pasado”. Así, llegamos a todas las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires, de las cuales nos respondieron veinte, donándonos objetos y testimonios, entre otras cosas. Pero la mayoría de las cosas provinieron de particulares, gente que vio la noticia en los diarios y nos llamó. Una actitud de desprendimiento que suele ser lo más difícil en la construcción de un proyecto como éste.
El museo nació como una exposición. Primero se inauguró en el Instituto Bernasconi, para el día del maestro del año 2002 y de ahí nos invitaron al Centro Cultural Recoleta, donde tuvo mucho éxito. Luego, pasamos a la Feria del Libro, con todos los visitantes que eso implicó y finalmente se presentó en Rosario. Fue itinerante hasta que nos establecimos en el Ministerio de Educación de la Nación.
¿Existen experiencias parecidas en otros países? ¿En Latinoamérica?
Si bien la construcción de museos escolares es algo reciente, en Europa hay una tradición de veinte y treinta años. En Gran Bretaña son más de treinta y cinco, en Alemania setenta y cinco, en Francia cinco y en España, donde no había, han abierto dos o tres.
En Latinoamérica había museos, pero con otros fines. Las cosas han cambiado y justamente, en septiembre, vamos a encontrarnos algunos museos en Quito. Hasta hace poco había sólo museos pedagógicos, pero muchos se han trasformado. Este es el caso del “Museo Pedagógico Varela” de Uruguay, que nació con la función de formar maestros y alumnos, pero pasó a ser un museo de las escuelas. En Chile y en Brasil ocurre algo parecido. En Argentina lo creamos ahora.
¿Cuál es el objetivo del museo: qué cosas se pueden ver en él?
Durante los años ´60 y ‘70 -aquí se extendió un poco más por la dictadura- el modelo de Escuela Normal entró en crisis y esta escuela que ahora no está, es la que se puede ver en el museo. Si bien hay cosas que continúan, algunas resignificadas, hay otras que ya no están más: como la pizarrita, la pluma, el Silmulcop, porque los soportes de la escritura han cambiado.
El objetivo del museo no es armar una colección de objetos, si no que los objetos estén en función de las prácticas y de las ideas que sostienen esas prácticas. Ideas pedagógicas, políticas, sociales, culturales que están en esa escuela, que se construye como tal a fines del siglo XIX. Hay una postura epistemológica e ideológica detrás, la de leer la historia social, es decir, la de inscribir a la Educación en un proceso dialéctico con las esferas de lo político, lo económico y lo cultural. Desde este lugar se buscan las continuidades y las rupturas, se pretende entender cómo se va construyendo en esta dinámica la escuela. Lo central es tratar de comprender la escuela de hoy para poder verla con ojos críticos. Ver qué cosas surgen, cuándo y en qué contextos; por qué siguen estando o por qué ya no están más. Sin cargas positivas o negativas de esos elementos. Entender por qué y, en función de eso, tomar una postura.
¿Cuáles son las ideas que se pueden identificar detrás de los objetos y las prácticas presentadas en el museo?
Lo que está muy presente en la escuela normal es la formación del ciudadano argentino con una identidad nacional. Todos los dispositivos -textos escolares, láminas, prácticas educativas- están en función de formar ese tipo de ciudadano. La escuela debía ser homogénea, igual, uniforme en todos los espacios del territorio nacional, por eso el Sistema Educativo Nacional entra en cada una de las provincias, la Capital Federal, los Territorios Nacionales y algunas colonias existentes en ese momento. Primero, lo hace a través de la Ley 1420, y luego con la Ley Lainez, en 1905, estableciendo las escuelas nacionales en las provincias. En el museo se ven fotos de chicos formados o en una clase de Educación Física, y no es posible distinguir en qué provincia está pasando eso. No quiere decir que no haya habido prácticas alternativas, como la de la Escuela Nueva. Pero esas prácticas, en general, eran bastante combatidas.
Otro elemento es el Higienismo, que está detrás de cada objeto y de cada espacio. Por ejemplo, las escuelas debían tener buena iluminación y ventilación, los chicos no debían escupir en el piso, ni compartir los vasos para no contagiarse enfermedades. Esto sucede porque a fines del siglo XIX había grandes epidemias y todavía no existían los antibióticos. Precisamente, a través del sistema escolar se hacía la prevención. Así, en las escuelas principales de cada distrito escolar funcionaba un consultorio médico que también está representado en el museo. Ello da cuenta de un estado educador y preventivo en sistemas de salud. En los libros, en el currículum, en los pupitres -diseñados ergométricamente para no desviar las columnas- hay siempre un fundamento biológico funcionando.
Más adelante, con la corriente espiritualista, se hará hincapié en la formación de un ciudadano portador de determinados valores. Habrá valores buenos y otros malos, y categorías claras, como por ejemplo, combatir al Comunismo, al Judaísmo, etc. La idea no será sólo instruir, si no fundamentalmente educar. En el museo, esto se ve en los libros de lectura. Los que corresponden a la primera etapa poseen contenidos instructivos de Ciencias Naturales, Geografía, Historia y desaparecen para 1930. Los siguientes serán fundamentalmente formativos, basados en la dicotomía de los vicios y las virtudes, lo bueno y lo malo.
¿Cómo está dispuesta la muestra?
En el museo hay tres tipos de aulas. La primera representa el aula lancasteriana, modelo anterior al Normal, que en la Argentina abarcó el período 1820-1830, a la que concurrían 500 alumnos, con un solo maestro y muchos monitores. En este sistema lo importante es aprender a leer, escribir y contar. Después, está el aula normal, que triunfó y fue hegemónico. Hay que aclarar que son esquemas bastante representativos, donde los objetos están hablando de las prácticas. En tercer lugar, otro espacio en el museo es de la Escuela Nueva, que se correspondió con otra forma de ver lo educativo, una visión critica del modelo anterior.
¿De qué modo es posible reconstruir los imaginarios del maestro y del alumno en el museo?
Es posible hacerlo desde los contenidos en los cuadernos, con los tipos de procesos que incluyen, o desde el tipo de letras que en éstos se considera mejor. En los libros de lectura se ve qué tipo de niño se quiere formar. También, desde la dicotomía entre la lectura infantil, representada en los cuentos o revistas infantiles y la lectura de los libros de lectura. Esta es la escuela que quiere formar para la vida y donde la vida comienza después.
El imaginario del docente se puede reconocer en el lugar que tiene asignado en el aula. La distancia con el alumno es clara en el aula normal, donde los chicos se sientan en los pupitres, frente al maestro que está arriba de la tarima. Por el contrario, en el espacio de la Escuela Nueva están al mismo nivel, en bancos enfrentados y trabajando en grupos. Por otra parte, en la escuela lancasteriana, los alumnos deben entrar formados y pasar de a uno para sentarse en los pupitres, que son largos. Ahí el maestro está adelante del aula pero quien enseña es otro compañero, un monitor.
También se puede ver cada rol en función de los castigos. En el aula lancasteriana se coloca un cartel en la cabeza del alumno, donde dice sucio, o el bonete de burro. En el aula normal el alumno castigado debe escribir cien veces en el cuaderno “no debo hablar en el aula”. Son distintas formas de disciplinamiento, en una escuela que fue cambiando. Esta objetivación permite desnaturalizar la escuela y sus distintos espacios, observar cómo se va conformando cada modelo, cómo cambia y finalmente, cómo entra en decadencia.
En la exposición se presenta una cronología dedicada al libro de lectura escolar: ¿Qué cambios se pueden observar en ese recorrido?
Con el dispositivo del libro de lectura escolar es posible ver los cambios ocurridos en el corto plazo, pero sobre todo, en la edición de los libros se puede identificar el rol del Estado en los distintos gobiernos, las posturas ideológicas y políticas.
En el principio marcamos que el Estado está presente en la educación y la salud, controlando cada objeto que irá a la escuela, todo el utillaje, los pupitres y los cuadernos. Con la última dictadura se inicia el quiebre. El Estado Nacional comienza a estar ausente, y nos encontramos con que desde 1983 no se regulan más los libros de lectura. El gobierno, fundamentándose en la idea democrática de que el Estado no debía intervenir en todas las esferas, asumió que eso no funcionaba más. Lo cual fue funcional a las ideas neoliberales. El Estado sólo actúa subsidiariamente, para tapar agujeros. No está presente para financiar, para dictar contenidos mínimos en todos lados, y así como antes había una escuela única, que nosotros representamos en nuestra fotogalería, ahora hay tantas escuelas como distritos, provincias y pueblos hay. En el museo buscamos recalcar esas presencias y ausencias.
¿En qué consisten las visitas guiadas?
Se realizan tres visitas a lo largo del día, desde las diez de la mañana. Existen distintos guiones narrativos en función de los diferentes niveles: para los más chiquitos; para alumnos de tercero a sexto grado, para alumnos secundarios y para profesores.
Los más chicos realizan muchas actividades. La exposición es más corta. La idea es que sea un museo vivido, ya sea para el chico como para el adulto y que puedan reproducir las prácticas de escribir con la pluma, jugar con los bloques, etc. Buscamos romper con la imagen de museo donde no se pueden tocar las cosas. Estamos generando nuevos dispositivos, reproducciones de pizarritas, de plumas, del tintero. Nuestra intención es hacer ábacos, contadores, facsímiles de libros para que los visitantes los puedan manipular, ya que los originales son parte del patrimonio. Pretendemos, además, que los mismos textos interpelen al lector.
En general, ¿cuál es la reacción de los visitantes?
La gente adulta que se acerca al museo viene con nostalgia, negativa o positiva. Aquel que tuvo una buena escolaridad borra todo aquello negativo, por lo que algunos carteles le producen un shock. Para quien fue una experiencia negativa, buscamos lo contrario, que descubra elementos positivos.
Pero por sobre todo, es una satisfacción ver cómo los chicos se involucran. Se van con respuestas, pero sobre todo, con muchas preguntas y eso es lo más importante.
Colaboración: Constanza Kabakián - Estudiante de Ciencias de la Comunicación de la UBA.
Fuente: http://www.educared.org.ar/biblioteca/dialogos/entrevistas/entrevista_linares.asp
Hola Raquel, qué bueno que sigas con la idea de crear el Museo en Quilmes. Contá conmigo para lo que necesiten; te pido un favorcito, escribí en el blog en la parte de la entrevista que fue realizada en el año 2007 porque hay varias cosas que ya están fuera de contexto, por ej. la cantidad de museos en España que son muchos más y la sede actual del museo.
ResponderEliminarUn besito, Cristina