ESTADOS EN BLANCO
Domingo Faustino Sarmiento
Ambas Américas fue una revista de la que sólo salieron a la luz cuatro números, producida por Domingo F. Sarmiento durante su misión en EE.UU., que comenzó en 1847. El artículo que copiamos a continuación finalmente no fue editado en la revista. En el mismo, se postula la utilidad de llevar en las escuelas y órganos de gobierno escolar determinados tipos de registros en formularios estandarizados (“blancos”) en los que se sistematizaría la información procedente del funcionamiento del aparato educativo.
Un Gran Proyecto
Estados en
Blanco
Llámanse blancos simplemente en inglés los estados, planillas, interrogatorios, que en palabras y con casillas impresas, dan la fórmula en que han de ser llenados ciertos documentos públicos. En los Estados Unidos la ley, como ha de ser ejecutada por funcionarios tomados de la masa general del pueblo y por el pueblo mismo, se encarga ella misma de dar las fórmulas precisas del contrato, juramento, declaración que ha de hacerse o prestarse, cosa que entre nosotros se deja al escribano, al contador, al oficinista, lo que establece en muchos casos el arbitrario, y en los más las omisiones y errores más garrafales.
Cuando la cosa a que tales fórmulas ha de aplicarse no tiene antecedentes en el país, entonces ni bueno, ni aproximativo ni malo puede obtenerse, y si hubieran de colectarse y refundirse en uno los varios informes resultaría que las discrepancias serían tales que no pudiese obtenerse un resultado.
El Honorable Henry Barnard, comisionado de Educación Nacional de los Estados Unidos, pasará luego un informe al Congreso sobre el estado y difusión de la Instrucción en todos los Estados Unidos. Es el primero que de este género se intenta en el país, y sus datos arrojarán una grande luz sobre la historia y progresos de la educación en este país. La Europa, y sobre todo la Francia, la Inglaterra y la Alemania encontrarán en este trabajo preciosas y útiles lecciones.
Pero para la edificación o estudio del pueblo americano el comisionado no se detendrá aquí. Es su ánimo reunir los datos para hacer la historia y averiguar el estado de la Educación en Europa y América hasta concluir un día con saber cuál es el grado de desarrollo intelectual de la especie humana y por tanto las proporciones en que se hallan las fuerzas morales y productivas del hombre en toda la tierra con las inermes o destructoras que aun no han sido iniciadas en el progreso humano. ¡Qué tarea tan noble, y qué resultados tan vastos, si por ejemplo en lugar clasificar pueblos por naciones, lo que poco revela, se clasificasen los individuos de la raza humana, según los grados de desarrollo intelectual! Así podría decirse: ¿Hombres que ensanchan los conocimientos humanos? ¿Hombres completamente ilustrados con los ya adquiridos? ¿Hombres que leen y escriben pero que no adquieren conocimientos? ¿Hombres que ni el instrumento han adquirido? ¿Hombres en estado de barbarie? ¿Hombres salvajes? ¡Qué contingentes darían a las estadísticas, naciones que hoy encubren con el nombre de cristianas y civilizadas, poblaciones enteras que habrían de clasificarse en los más bajos escalones de este cuadro! El honorable Mr. Barnard se ha dirigido a nosotros pidiéndonos la historia de la educación en Sud América, y no hemos vacilado en ofrecerle nuestro concurso, con los hechos que estén a nuestro alcance.
Pero, como estos son incompletos y en este estado inútiles para su grande objeto, hemos creído que debíamos proceder del mismo modo que aquí se procede y servirnos del mismo medio, aunque entonces muy restringido, con que Chile y Buenos Aires de 1855 a 1860 averiguaron por la primera vez cuál era el estado de difusión de la instrucción. Lo que aquellos estados ensayaron entonces puede el resto de América y ellos mismos ensayarlo ahora en grande escala, y nos atreveríamos a asegurar que con intentarlo sólo, se echarían los cimientos de un vasto plan de educación.
Consistiría sólo en distribuir a todos los gobiernos blancos, o planillas impresas de las cuestiones a que los prefectos, intendentes, gobernadores, de subdivisiones administrativas responderían, con sólo refundir en un cuadro también impreso las parciales relaciones que municipalidades, visitadores u otros comisionados darían, refundiendo en uno, los que les suministrasen los maestros de escuela, último eslabón de esta cadena de blancos, que han de irse llenando.
Sería tares por demás ímproba, dar desde ahora minuciosa explicación del contenido de estas fórmulas. Ellas se explican a sí mismas, y el juicio propio de cada gobierno o funcionario que haya de usarlas, establecería diferencias que al colectar los datos y querer refundirlos, destruirían la unidad, que es todo su mérito.
Bástenos hacer aquí la enumeración de los blancos de que se sirve el Departamento de Escuelas de Pensilvania, y de que hemos obtenido un ejemplar de la oficiosidad de Mr. Wickersham como un favor especial.
……………………………………………………………………………………………………Para confeccionar este documento que resume es estado general de la educación de un Estado, han sido consultados cada uno en sucesión los documentos que se colectan con los siguientes:
Blanco para informe anual de Distrito (provincia, etc.).
Blanco para informe de Condado (partido, subdelegación, etcétera).
Blanco para informe anual de Escuela Normal.
Blanco para íd. de Colegios.
Blanco para íd. de Academias.
Blanco para íd. de escuelas Superiores.
Blanco para Institutos de Maestros.Estas piezas como han de ser uniformes, convendría imprimirlas en la misma imprenta del Estado de Pensilvania, que tiene costeado todo el material especial que requiere y obreros hábiles.
Estos son los más esenciales blancos para el objeto indicado. Para la permanente organización de las escuelas y su inspección, aconsejaríamos hacer una edición en castellano de las piezas y registros siguientes:
Libro de informes mensuales de los maestros.
Libro de notas de los superintendentes del Distrito.
Estadística de los superintendentes de Partido, Registros de las escuelas, etc., etc.El Estado de Pensilvania ha publicado un libro de Arquitectura de Escuelas, en que se encuentran modelos, planos y explicaciones para el constructor, de todas las formas, tamaños posibles de edificios de escuelas, a fin de que las Municipalidades y gobiernos no malbaraten dinero en construcciones fiadas al mejor parecer del albañil o arquitecto.
Un mal edificio es un error caro y duradero. Dos o tres generaciones pueden ser víctimas de él. ¡Cuánta necesidad de este libro habría en Sud América, donde la arquitectura escolar no tiene sentido! En Chile, el Gobierno encargó a M. de Baimes, arquitecto francés, que construyó palacios y teatros, edificar una escuela. No era propio decirle al Gobierno, que un arquitecto graduado no sabía cómo son los edificios para escuelas, y apeló por modelos a quien se había ocupado de esas cosas. Ambas Américas puede ahorrar muchos errores, suministrando modelos.
Creemos con lo expuesto, justificado el pasar una nota a los gobiernos de Sud América indicándoles la idea de costear la impresión de los blancos que hemos indicado al principio, para levantar el censo de la instrucción en sus respectivos Estados. Los blancos ya llevan la mitad de la tarea ejecutada, y el gasto es tan pequeño, que nos atreveríamos a aconsejarles extender su erogación hasta proveer a sus escuelas re registros, a sus visitadores, contadores, municipales, etc. de los libros y fórmulas que les corresponden.
Si la idea no fuese suscrita, se habría perdido una hoja de papel y un esfuerzo. La dignidad del silencio o de la inacción no es un título que siempre pueda ostentarse.
Fuente: Obras Completas de Sarmiento. Bs. As., Editorial Luz del Dia, 1952. Tomo XXIX, págs. 301 y ss.
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