Apreciamos los documentos antiguos, clamamos por la digitalización de los archivos para poder consultarlos y que evitar que desaparezcan algún día, pero ¿qué ocurre con nuestros propios fondos y los que tenemos a nuestro alcance? Con un equipamiento medio, un escáner estándar o una cámara digital al uso, es posible hoy en día obtener magníficas digitalizaciones de documentos de todo tipo. Veamos algunas recomendaciones y ¡prediquemos con el ejemplo!
Primera decisión: Escáner de mesa o fotografiado digital
El escáner de mesa es siempre la mejor opción para la obtención de imágenes perfectamente encuadradas, enfocadas y sin interferencias de la luz ambiente, factor éste último que puede llegar a ser una pesadilla en el caso de las fotografías digitales. En su contra debemos señalar que es un método notoriamente más lento y que no siempre podemos o debemos colocar determinados documentos en un escáner, ya que acomodarlos en la pantalla de barrido puede ser imposible o perjudicial cuando manejamos elementos encuadernados o en general susceptibles de deterioro al realizar esta maniobra.
Las ventajas e inconvenientes del fotografiado digital podemos deducirlos a la inversa de lo antes expuesto, resaltando la libertad que la cámara nos ofrece para digitalizar cualquier documento, sea cual sea su tamaño, estado o forma. También es importante la autonomía de este sistema, ya que no siempre podremos disponer de los documentos para tratarlos en nuestro lugar de trabajo o trasladar el escáner al lugar donde se encuentren; la cámara nos convierte en digitalizadores universales.
En principio, siempre que dispongamos de medios y tiempo, optaremos por el escáner de mesa, especialmente en el caso de fotografías o documentos que precisen la mayor calidad posible. No obstante, cuando se trate de un conjunto voluminoso de documentación escrita, la fotografía digital es una opción mucho más ágil que nos proporcionará unos resultados adecuados.
Escáner, cámara y... ¡nuestro móvil! Ante situaciones imprevistas, no descartemos esta opción.
Formatos de imagen: TIFF, JPG, RAW
Debemos ser conscientes de que todos los formatos no son iguales. Un estándar muy extendido es JPG cuya gran ventaja es también su punto débil ya que genera imágenes que consumen poco espacio mediante la aplicación de un algoritmo de compresión. Cada vez que editemos una imagen JPG y la grabemos, aunque sea para efectuar sólo una rotación, se realizará una nueva compresión. Algo inapreciable si se realiza un par de veces pero que puede llegar a ser notorio en sucesivas ediciones. Ahora bien estos archivos se pueden abrir sólo para consulta indefinidamente sin que sufran merma alguna.
TIFF es un formato ya veterano que ha sido recomendado reiteradamente por los profesionales y organismos públicos para almacenar las imágenes digitales ya que cuando éstas se generan no se aplica compresión o es muy leve, mientras que posteriormente se puede editar una y otra vez sin que se deteriore la calidad. La contrapartida es que los ficheros tienen peso notablemente más alto que los JPG.
Por último, en el caso de las cámaras digitales profesionales o semiprofesionales cabe la opción de almacenar las imágenes en formato RAW, literalmente formato de imagen sin modificaciones, conocido también con el negativo digital. Es una opción que no aconsejamos ya que nos volcará la foto tal como se realizó, sin los filtros de mejora que aplican las cámaras, por lo que sería necesario posteriormente tratarlas. Es sí, es muy apto para usuarios avanzados en fotografía que busquen la mejor calidad.
Estos son los formatos de referencia que deberemos manejar. Si se es consciente de las posibles compresiones que realiza JPG, creemos que puede ser la mejor opción para realizar todo el proceso ya que realmente se obtienen muy buenas imágenes con un tamaño más que razonable. Eso sí, recomendando siempre guardar un fichero maestro de las imágenes originales por si necesitásemos recurrir a ellas ante cualquier daño o deterioro de las copias. Sólo para los casos en que nos preocupe obtener la máxima calidad y fidelidad creemos que sea adecuado recurrir al formato TIFF en escáneres o RAW en cámaras digitales, conociendo las necesidades de espacio y el tiempo que posteriormente necesitaremos para adaptarlos a otros formatos más manejables.
Configuración del escáner
El parámetro básico al escanear será la resolución que queramos obtener, medida en puntos por pulgada (dpi en inglés). A más resolución podremos ampliar en mayor medida las imágenes sin deterioro, pero a la vez generaremos ficheros más voluminosos, llegando un punto en que la mayor resolución no aportará ventajas sustanciales.
En el caso de documentos antiguos, tamaño folio o A4 la recomendación estándar es fijar entre 200 y 300 dpi. Si se trata de documentos muy nítidos, efectivamente 200 dpi puede ser suficiente, pero recomendamos adoptar como norma 300 dpi para asegurar el resultado. Incluso en documentos de mediana o difícil lectura se puede aumentar hasta 500 ó 600 dpi. Aunque se trate solo de documentos escritos siempre es aconsejable escanear a color.
Escáner aéreo, la solución profesional para archivos. Imagen procedente de Wikipedia, digitalización de un rollo manuscrito en la Biblioteca Británica.
Para la digitalización de fotografías, planos, pergaminos con ilustraciones, etc obviamente escogeremos siempre la opción de color y la resolución base la elevaremos a 600 dpi, pudiendo incrementarse hasta 1200 dpi para óptimos resultados.
La luz y las fotografías digitales
Como ya avanzamos, la luz es un elemento crucial para la fotografía digital de documentos, aunque nuestro ojo no pueda apreciarlo, una iluminación artificial no adecuada puede generarnos marcadas sombras en las imágenes.
Siempre que contemos con suficiente luz natural decantémonos por esta opción pero, en caso de duda, es conveniente realizar pruebas previas. Nos puede ser de ayuda fijar la posición de flash automático en la cámara para observar si se dispara, en cuyo caso sabremos que no se detecta suficiente luz ambiental para tomar las fotografías.
Si debemos realizarlas con luz artificial lo ideal es contar con un sistema de iluminación múltiple, desde diferentes ángulos, para proporcionar un efecto lo más uniforme posible. Podemos fabricarnos una plataforma de escaneado mediante la colocación de dos, o mejor cuatro, focos fijados con una orientación de 45º sobre el documento.
Otras consideraciones sobre las fotografías digitales
La calidad de las fotos digitales dependerá de varios factores tales como la lente, el sensor, el procesador de la cámara y la resolución (megapíxeles, mpx) así como la propia configuración de la cámara, convendrá conocer y aprovechar todas estas características. Eso sí, estimemos que para una buena fotografía de un documento A4 conviene fijar una resolución de 6 mpx.
Hay que centrar siempre la cámara para que enfoque al centro del documento. Además es aconsejable anclar la cámara a un trípode o soporte para agilizar el proceso y evitar que haya imágenes movidas. En procesos masivos también nos será de gran ayuda un disparador remoto.
En lo posible, veamos algunas imágenes de prueba en un ordenador antes de realizar una sesión completa de fotografiado. No siempre una imagen nítida en la pantalla de la cámara muestra después suficiente calidad.
Descartemos siempre el uso del flash ya que siempre desequilibrará la luz de la imagen por tanto dará lugar a pésimos resultados.
Si vamos a realizar una prolongada sesión de fotos fuera de nuestra casa preveamos los aspectos logísticos; contar con pilas o baterías de repuesto y llevar cargador, así como disponer de un amplio espacio de almacenamiento, bien en tarjetas de memoria o pudiendo descargar las fotos durante la sesión en algún otro medio de almacenamiento.
Asimismo, cuando vayamos a realizar cientos de fotos recordemos identificar en lo posible qué es cada documento y dónde acaba uno y empieza otro. Una solución sencilla puede ser intercalar una foto en blanco entre cada conjunto de imágenes, de modo que posteriormente sabremos identificar rápidamente las agrupaciones.
Almacenamiento final
Un sencillo sistema de carpetas nos permitirá almacenar el fichero maestro de fotos originales
Una vez realizado el escaneado o fotografiado, debemos almacenar ordenadamente las imágenes originales y para ello podemos valernos de las carpetas de archivos, utilizando cuantas subcarpetas sean precisas para aclarar el contenido. Hecho esto, seamos prudentes, no dejemos pendiente la tarea de crear una copia íntegra y almacenarla en algún otro lugar seguro para prevenir pérdidas.
Entonces llegará el momento de considerar si hay que procesar las imágenes, si es conveniente agruparlas en ficheros tipo PDF o similar, estudiarlas con detalle, compartirlas, etc. pero ya habremos hecho el trabajo de campo que nos lo asegure.
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