26/11/22

Un aporte desde el Archivo Histórico

  

                 Una lección de Ética

 Este breve artículo fue redactado para la revista digital “El Provocador”, del ISFD Nº 104, y publicado en su edición 2022.

Para ver la revista completa https://isfd104-bue.infd.edu.ar/sitio/presentacion-y-ediciones/ 



«Obra sólo según aquella máxima por la cual
puedas querer que al mismo tiempo
se convierta en ley universal.». (E. Kant)

  

El episodio que voy a relatar a continuación nos da cuenta de una actitud moral, personal y profesional, cuyas consecuencias quizás no fueron evaluadas oportunamente y produjo efectos indeseados por los protagonistas, aunque luego se subsanaron felizmente.


José Domingo Sosa del Valle


Lugar y tiempo

Situémonos en la Escuela Normal de Quilmes, en el año 1925. La normativa que regía las actividades escolares era muy otra, comparada con la que los lectores y lectoras conocen y han experimentado en su vida académica.

Para graduarse como maestra o maestro había que cursar cuatro años de nivel secundario, bajo unas condiciones de gran exigencia académica. Esta escuela, que pronto celebrará sus ciento diez años de existencia y tenía, por cierto, mucho prestigio en la comunidad, contaba con una sola división por año; vale decir, un curso de primer año, uno de segundo y así sucesivamente.

Por añadidura, todo el estudiantado debía rendir exámenes a fin de año de la totalidad de asignaturas, más allá de las calificaciones (en aquel entonces de decía “clasificaciones”) obtenidas durante los períodos bimestrales, por excelentes que éstas fueran. Era necesario, también, que hubieran sido calificados (o, mejor dicho, clasificados) en cada bimestre.

Otra característica a tener en cuenta es que el personal directivo debía dictar cátedra como parte de sus obligaciones.

Regían el establecimiento los que fueron sus fundadores, en el cargo de Director el Profesor José Domingo Sosa del Valle y en el de Vicedirector el Profesor Olivio Jorge Acosta. El primero, de origen catamarqueño, había estudiado en la Escuela Normal de Profesores de la Capital Federal donde se había recibido en 1899. Desde 1900 se desempeñó en varias escuelas de General Sarmiento y de Capital. Había llegado a Quilmes después de ejercer como Regente en la Escuela Normal de Santa Rosa de Toay, Territorio Nacional de La Pampa, donde había sido nombrado en abril de 1908. Acosta, por su parte, se recibió en 1893 en la Escuela Normal de Paraná[1], Entre Ríos, y había ejercido la docencia en Nogoyá y Diamante (Entre Ríos), en Colonia Sarmiento y Trelew (Chubut) y en la Capital. Fue ascendido a Inspector en 1907 y ocupó ese cargo tanto en La Pampa como en Chubut, antes de ser destinado a nuestra ciudad.

Puede inferirse, en consecuencia, que ambos gozaban de la mejor formación que se podía esperar en su época. Tenían esposa e hijos. Sosa del Valle vivía en una finca alquilada muy cercana a esta escuela. La Sra. de Sosa del Valle era profesora de música y, según nuestro conocimiento, fueron sus hijos Elba (1910), Mario (1911) y Leda (1917).

Así es que, puesto en funciones, Sosa del Valle, aparte de dirigir la institución con férrea voluntad y gran dedicación, dictaba la cátedra denominada Idioma Nacional.


Olivio J. Acosta


 Los hechos

                Los acontecimientos que refiero más adelante surgen de la documentación conservada en el Archivo Histórico de la escuela. Ésa es la utilidad del Archivo, reconstruir una historia que ya nadie puede recordar, habida cuenta del tiempo transcurrido. No nos hablan las personas, nos hablan los documentos.

En 1925 la hija mayor de Sosa del Valle cursaba el segundo año del nivel Normal. Era su profesor de Idioma Nacional su propio padre. La nota que transcribo a renglón seguido, asentada -como las siguientes- en los Libros Copiadores, ahorra las explicaciones que yo pudiera exponer.

 


Quilmes, Noviembre[2] 10 de 1925

 

Al Señor Inspector General de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial de la Nación

Don Pascual Guaglianone

S/D

 

El suscripto, Director de esta escuela y, a su vez, profesor de Idioma Nacional de 2º año, curso en el cual figura la alumna Elba Sosa del Valle, hija del recurrente, tiene el honor de dirigirse al Señor Inspector General, a objeto de solicitar autorización para que la expresada alumna pueda presentarse a los exámenes de fin de curso, sin registrar clasificaciones en los bimestres.

La alumna de referencia no fue clasificada porque el profesor ha considerado que su honestidad profesional pudiera sufrir desmedro ante el juicio de los alumnos, por la mera duda o sospecha de parcialidad en el justiprecio del merecimiento de sus alumnos, dado que, es creencia muy general la de que el parentesco obra como fuerza de favoritismo.

No es una gracia la que solicita el recurrente, sino una medida de justicia que deje a salvo su decoro.

Saluda al señor Inspector General con el respeto que se merece

                                                                                                                         (Firma) José Sosa

 

 

El expediente generado por esta solicitud se ve acompañado por otra nota redactada una semana después por el Vicedirector, que dice así: 

 

 

Noviembre 17 de 1925

 

Señor Ministro: tengo a honra elevar a conocimiento y resolución de V. E.[3] la nota presentada por el señor Director de la Escuela Normal de Quilmes por la que gestiona que la Sta. [sic] Elba Sosa del Valle rinda las pruebas de fin de curso, correspondientes a Castellano de 2º año, sin haber sido clasificada en ningún bimestre del año escolar.

                Según expresa el señor Director no ha querido clasificar a la alumna de referencia porque como se trataba de su hija podría sufrir desmedro su honestidad profesional ante el juicio de los alumnos, quienes teniendo en cuenta el parentesco que mediaba, podían dudar o sospechar de parcial al apreciar la labor de su hija.

                El señor Director, al proceder de tal manera, ha tenido las razones de orden moral que menciona en su nota pero ha olvidado que con ese procedimiento perjudicaba a la Sta. [sic] Sosa del Valle en su carácter de alumna, toda vez que, como cabe suponerlo, no podía olvidar que el Reglamento vigente no admite semejante situación. Además, el señor Director debió advertir que ninguna disposición le autorizaba a proceder en la forma que lo ha hecho, correspondía plantear oportunamente el caso ante la superioridad a fin de que ésta resolviera lo que estimara conveniente. Teniendo, pues, en cuenta, que la falta de clasificaciones de la mencionada alumna no le es imputable en manera alguna y que es el señor Director el responsable exclusivo de lo ocurrido, considera el suscripto que V.E. podría autorizar a la Dirección de la Normal de Quilmes para permitir a la Sta. [sic] Sosa del Valle que rinda el examen escrito y la prueba oral de Castellano, debiendo promediarse las clasificaciones que obtuviera sin tener en cuenta su situación respecto de los cuatro bimestres del año escolar.

                Saludo al señor Ministro respetuosamente

 

 

                Realizados los trámites de rigor que suponían el pasaje por algunas oficinas ministeriales, finalmente el Dr. Antonio Sagarna, a la sazón titular de la cartera, aprueba la solicitud y se recibe la respuesta en la escuela:

 

 Buenos Aires, 25 de Noviembre de 1925

 

Visto lo solicitado, pase a la Dirección de la Escuela Normal de Quilmes para que proceda conforme a lo aconsejado por la Inspección General, que se apueba. Hecho, vuelva para su anotación y archivo.

Firmado Antonio Sagarna

 

 

 Quilmes, Noviembre 26 de 1925

 

Debidamente notificado, devuelvo estas actuaciones para su archivo.

                Firmado José D. Sosa del Valle

 

             

           Consultado el respectivo Libro de Actas de Exámenes, he visto que la niña fue aprobada con diez y, al pie, hay una nota en la que se lee:

 

               

“Al tomarse el examen de la alumna Elba Sosa del Valle, el miembro de la mesa Sr. José Sosa del Valle, se retiró, atento á [sic] su parentezco [sic] con la examinada”.

                Está firmada por el Director y por Sarah Vilá, quien era la Regente del nivel primario.

 

 

Andando el tiempo, Elba se recibió de maestra en 1927 y más delante de Profesora de Inglés, profesión que ejerció. Contrajo enlace con Edgardo A. W. Robinson, no tuvo descendencia y falleció en 1983.


        Con esta anécdota invito a las y los lectores a reflexionar sobre aquello que llamamos “deontología profesional”, es decir la rama de la ética que trata de los deberes, especialmente de los que rigen actividades relacionadas con el ejercicio de una profesión. A su vez, es parte de la filosofía moral dedicada al estudio de las obligaciones o deberes morales. La deontología también es la teoría en ética normativa según la cual existen ciertas acciones que se deben realizar, y otras que no se deben realizar, más allá de las consecuencias positivas o negativas que puedan traer. Para la deontología, las acciones tienen un valor en sí mismas, independientemente de la cantidad de bien que puedan producir. De acuerdo con la convicción de que hay acciones buenas o malas en sí mismas, se sigue el deber de realizarlas o de evitarlas. Una acción puede ser moralmente correcta, aunque no produzca la mayor cantidad de bien, porque es justa por sí misma. Según Jeremy Bentham (1748-1832), que acuñó el término, la deontología tiene como objetivo actuar de forma recta y apropiada.

  



Prof. Raquel D. Gail
Coordinadora (ad-honorem)
Archivo Histórico “Silvia Manuela Gorleri”
Escuela Normal Superior de Quilmes

Agosto de 2022
Especial para “El Provocador”



[1] La primera Escuela Normal Nacional, creada por iniciativa de Sarmiento en 1870.

[2] Según las normas ortográficas de la época, los meses se anotaban con mayúscula.

[3] Vuestra Excelencia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario