31/3/16

CURSO INICIAL 2016

Con motivo del comienzo del ciclo lectivo, se incluyó en la programación de actividades del Curso Inicial para los aspirantes a los profesorados una disertación que dé a conocer el trayecto recorrido en la Recuperación y Puesta en Valor del Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes.

Se realizó los días 15, 16 y 17 de marzo y estuvo a cargo de la Coordinadora (ad-honorem) Prof. Raquel Gail e incluyó a los alumnos de 1º A, 1º B (Educación Básica), 1º D, 1º E (Educación Inicial), 1º G (Geografía) y 1º H (Historia).




28/3/16

¡UN GRAN AVANCE!

La llegada de la Bibliotecaria Referente de Región IV el año pasado a nuestro Archivo constituyó la piedra fundamental de un gran avance para difundir la tarea realizada.

Su creatividad y empeño han fructificado en el diseño de un Proyecto de Capacitación para Bibliotecarios y Secretarios de escuelas centenarias, a las que se procurará estimular y dotar de herramientas básicas para la consecución de procesos similares al que hemos seguido en la Recuperación y Puesta en Valor de nuestro Archivo Histórico.


Ya se pone en marcha la Capacitación aprobada por Resolución de la DGCyE Nº 2711/15, que tendrá 78 horas reloj de duración, evaluación y puntaje para los Bibliotecarios participantes. Se espera que comiencen los equipos pedagógicas de 6 escuelas entre las invitadas.

El programa consiste en cuatro Unidades Temáticas, con contenidos teóricos, ejercicios y prácticas de prestación inicial en el Archivo de la Escuela Normal de Quilmes, para concretar después en cada una de las instituciones que participen mediante la metodología de "concentración de esfuerzos en un punto". Esta Capacitación ha sido diseñada por las Bibliotecarias Bibiana Riomayor y Laura Biazzi, bajo la supervisión del CENDIE y la asesoría de la Prof. Raquel Gail y del Lic. Ariel Ghizzardi.


Sra. Inspectora Jefa Distrital
Prof. Laura Bressi

Envío a Ud. el siguiente mail para su conocimiento y solicito informar a las Sres./as Supervisores/as Areales para que los/as mismos/as informen a las escuelas nominalizadas en el cuerpo del mail; de la presente invitación.

Atentamente
Bibiana Riomayor
Bibliotecaria Capacitadora
CENDIE Región IV


El Centro de Documentación e Información Educativa (CENDIE) invita a los/as secretarios y bibliotecarios/as de escuelas centenarias del distrito a participar del Encuentro para la Presentación Provincial de la Capacitación "Archivos  Escolares: buscando la historia escolar", aprobada por Resolución 2711/15, a realizarse el día lunes 18/4 en la Escuela Normal de Quilmes (EES N° 20) de 13.30 a 17 hs.

La mencionada capacitación es una experiencia inédita en la provincia y el primer grupo de destinatarios será el de los docentes de nuestra región.

Dicho encuentro contará con el acompañamiento de Equipos Técnicos del CENDIE, referentes del Programa Nacional de Archivos Escolares y Museos Históricos de la Educación y del Programa Bera, de la Prof. Raquel Gail, Coordinadora del Archivo Histórico Escolar "Silvia M. Gorleri" de la institución anfitriona y de las Bibliotecarias Capacitadoras Laura Biazzi (Región V) y Bibiana Riomayor (Región IV).

A tan importante evento que enorgullece a nuestra región, han sido invitadas las autoridades educativas de los 3 distritos de nuestra región, autoridades del Municipio de Quilmes, personalidades de la cultura local, directivos de la Unidad Académica y de institutos superiores y del CIE.

MUY IMPORTANTE
Convocar a secretarios y bibliotecarios de las siguientes...
Escuelas centenarias invitadas:

De nivel PRIMARIO: 1, 3, 6, 7, 9, 10, 12, 13, 14, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 28, 31 y 84.
De nivel SECUNDARIO: EES 14, EES 15, EES 20 y EEST 4.
Todos los ISFD yT del distrito y CIE.

SALUDOS CORDIALES
Bibiana Riomayor
Bibliotecaria Capacitadora
CENDIE Región IV

Laura Biazzi
Bibliotecaria Capacitadora
Técnica en Archivística
CENDIE Región V

26/3/16

La Dictadura en el Nacional Buenos Aires (2)

ENCONTRARON DOCUMENTOS DE LA DICTADURA EN EL COLEGIO NACIONAL DE BUENOS AIRES
 La patota del Nacional

La actual rectora recuperó carpetas que estaban apiladas en armarios y en la escalera interna de su despacho. Son papeles dejados allí por quienes ocuparon ese lugar durante la última dictadura. Hay seguimientos a estudiantes y docentes. También los nombres de los represores que estaban en contacto con las autoridades del Buenos Aires.

Por Werner Pertot

En una escalera polvorienta y llena de telarañas, en un rincón oscuro de la rectoría del Colegio Nacional de Buenos Aires, fueron halladas decenas de carpetas con documentos de inteligencia sobre los estudiantes y docentes que acopiaron las autoridades de ese secundario durante la dictadura. Hay listas negras, con datos sobre alumnos y sus padres, organigramas de cómo funcionaba la UCR y hasta un listado de celadores y represores bajo el simpático título de “Comisión Nacional de Desaparición de Personas” (sic). Los encontró la actual rectora, Virginia González Gass, quien planea crear un Archivo de la Memoria con esos papeles. Además de informes sobre alumnos y ex alumnos –que se enviaban a los represores–, en las carpetas hay documentos de las épocas anteriores, que incluyen volantes y actas de reuniones del cuerpo de delegados de 1973.

Las carpetas estaban apiladas en varios armarios y en lo que era la escalera interna de la rectoría de ese colegio –que tiene cuatro siglos–, que era usada por el rector para ir a lo que era su residencia, que hace tiempo fue convertida en el gabinete de informática. González Gass asumió en mayo del año pasado, en reemplazo de Horacio Sanguinetti, ahora director del Colón designado por Mauricio Macri. Durante su extensa gestión frente al Buenos Aires (1983-2007), Sanguinetti no demostró mucho interés por esos documentos: dejó que juntaran polvo, aunque permitió que los revisaran dos alumnos que publicaron algunos de ellos en un libro sobre el Buenos Aires en la dictadura ("La Otra Juvenilia", de Werner Pertot y Santiago Garaño).

González Gass, apenas encontró los nuevos documentos, llamó al Archivo Nacional de la Memoria y a la Comisión provincial de la Memoria para asesorarse y organizar un archivo. “Uno supone que los rectores, cuando se van, se llevan todo. Encontrarse después de 25 años con esto es impactante. Con esto, vamos a hacer un Archivo de la Memoria y remitiremos a la Justicia lo que corresponda”, asegura la rectora del Buenos Aires a Página/12.

La historia está

¿Cómo llegaron ahí esos documentos? Se trata de capas geológicas de papeles dejados por los rectores. Algunos corresponden a la gestión de Raúl Aragón, que asumió en 1973 durante el gobierno de Héctor Cámpora. En esa época se formó un cuerpo de delegados muy combativo, que defendió a Aragón con una toma del colegio cuando la derecha peronista avanzó sobre la universidad y sus secundarios. En esa toma, los militantes velaron en el claustro central a un estudiante, Eduardo Bekerman, que fue fusilado por la Triple A. Poco después, Aragón fue removido y se sucedieron otros dos rectores que chocaron con los alumnos, resolvieron expulsiones masivas y finalmente tuvieron que renunciar: Mario Garda y Antonio Muñoz.

El siguiente rector llegó en 1975 y continuó durante la dictadura: se llamaba Eduardo Aníbal Rómulo Maniglia, pero los docentes lo apodaron cariñosamente “La Bestia”. Desplegó un grupo de celadores que hicieron tareas de inteligencia dentro del secundario e impusieron una disciplina similar a la de una cárcel: dictaminaron el orden marcial y el silencio en cada momento del día y los azules y grises uniformaron la vestimenta de los estudiantes. El Buenos Aires tiene 106 víctimas del terrorismo de Estado, entre alumnos y ex alumnos.

Maniglia murió en 1978 y quedó a cargo del colegio su segundo, Icas Edgardo Micillo, que continuó el contacto permanente con represores que pedían información hasta que dejó el cargo en 1982 para asumir como secretario de Educación de la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires. Y abandonó a su suerte los documentos de la rectoría, que quedaron allí como prueba de las persecuciones a alumnos y docentes y del contacto con represores. “A Aragón no los dejaron entrar más. Maniglia murió y Micillo no sé por qué no se los llevó”, resume González Gass, sobre los documentos, que hacen un recorrido por esta historia.

El colegio era una fiesta

1968. El año del Mayo Francés. Dos de los documentos encontrados contraponen lo que era la militancia en el Buenos Aires en esa época. Uno de ellos es de la juventud comunista y está fechado: 17 de julio de 1968.

Cuestiona “el sistema disciplinario carcelario basado en la ley de Talión, basado en celadores y auxiliares con grandes complejos de autoridad y machismo” y cierra con la frase: “Leña a los cabrones que impidan nuestra lucha”. Lo firman los “comités de resistencia año nocturno”. Otro volante convoca a un paro estudiantil nacional en homenaje al estudiante asesinado Santiago Pampillón. En contraposición, hay otra tanda de volantes, firmados por un “Grupo Anticomunista F. Quiroga”, que alerta que “las asambleas son organizadas por extremistas rojos”. “Combata al comunismo. No traicione a la patria. No manche nuestra bandera poniendo la hoz y el martillo en su centro”, alecciona el panfleto.

Una carpeta entera dice “rectorado de Aragón”. Son los documentos que dejó el rector y que fueron aprovechados como “evidencia” por las autoridades de la dictadura: allí están las actas de las “mesas de trabajo para la reconstrucción nacional” de 1973, en las que estudiantes, docentes y no docentes discutieron cuál tenía que se el sistema educativo del secundario; si se tenía o no que enseñar latín, si el Buenos Aires era elitista y cuál era la solución. También hay minutas –escritas a mano en hojas de carpeta– de las reuniones de delegados, listas de los presentes en los encuentros (entre ellos, Magdalena Gallardo, que fue secuestrada cuando tenía 15 años), nombres de los integrantes de las comisiones de campamentos.

Un comunicado del cuerpo de delegados refleja el clima en la toma del ’74: “El avance de la derecha ha cambiado de táctica en su intento de destruir el último bastión leal a la política votada por el pueblo el 11 de marzo. Ya no ataca directamente, sino que busca el desgaste progresivo de nuestras fuerzas”. Una oblea de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) lo sintetiza mejor: “Los botones nos reprimen y no podemos estudiar. Gracias Isabel”.

Varios volantes y obleas recuperan trazos de los conflictos que tuvieron con los rectores que siguieron a Aragón: “Garda no nos pudo pisar, ¿por qué nos va a pisar Muñoz?”; “Fuera Muñoz y sus matones. Cuerpo de delegados”; “Insurrección y resistencia. Movilización y lucha contra Muñoz y su política. Juventud Radical Revolucionaria”; “Fuera la policía de Maniglia. Juventud Guevarista”. Todos fueron prolijamente guardados por las autoridades de la dictadura, que incluso conservaron un ejemplar de la revista de la Federación Juvenil Comunista: Claustro Nuevo.

Fuera rojos

“El alumno Aníbal Ibarra fue detenido por personal de la comisaría 29ª por inscripciones políticas en muros (...) según informe de Policía Federal del 25/2/75 y tiene fama de líder de izquierda en el colegio”, informó Maniglia en un memorándum del 5 de mayo de 1976 al delegado militar Edmundo Said, que estaba a cargo del Buenos Aires, el Carlos Pellegrini y el ILSE. El rector de la dictadura también denunciaba que “Daniel Peylocea fue sorprendido en octubre de 1975 mientras distribuía folletos pertenecientes a la Juventud Radical”.

En marzo de 1976, Maniglia optó por no dejar inscribirse a quienes consideraba militantes, con la excusa de que no había cupos. Pero un listado que manejaba internamente tiene el título de “alumnos expulsados durante 1975/76”. Lo encabezan el ex jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra y el periodista Jorge Dorio. En otro documento, asegura que fueron echados “por orden de la Junta Militar”. Como “alumnos expulsados durante 1974” aparecen Diego Aragón –el hijo del rector–, el legislador porteño Martín Hourest y la diputada Vilma Ibarra. Ella vuelve a aparecer a la cabeza de una lista negra, en la que están su domicilio, su teléfono y los nombres y profesiones de sus padres.

En otra carta al delegado militar, Maniglia considera que Aragón “mostró evidencia plena de haber patrocinado a la juventud troskysta, montoneros, FAR, ERP, Franja Morada, de haber convertido cada dependencia en un soviet” y se queja por “el ultraje inferido al Colegio cuando se llevó a cabo el velatorio de Bekerman”. Aragón se tuvo que exiliar con su familia para no ser secuestrado.

“Comisión de Desaparición”

Un instructivo tipeado a máquina describe los “aspectos particulares a tener en cuenta con relación a la detección de agentes de la subversión”. Allí, los militares le advirtieron que “las autoridades de los establecimientos educacionales deberán informar sobre la detección de agentes o presuntas actividades subversivas a las que diere origen el personal a sus órdenes, a las autoridades militares de sus jurisdicción”.

Maniglia y Micillo no tuvieron problemas en cumplir esa instrucción. En otro documento, compilan los nombres de los represores con los que se escribían frecuentemente, seguido de los de sus celadores (los más recordados: Tito Gristelli y Eduardo Kember Urquiza). El documento se titula “Comisión nacional de desaparición de personas (ámbito educacional) CNdeBA”. Y lo integran: “coronel: Hoffman, Amiano, Genovese, Valladares. Tnte. Coronel: Guillermo Brizuela. Oficial: Navarro (S.I.F.A.). Doctor: Bianchi”.

Juan Carlos Amiano fue responsable de los centros clandestinos de detención de Florencio Varela y Berazategui, mientras que Héctor Hoffman dirigía la base naval de Mar del Plata. Pero el más significativo es el coronel Agustín Valladares, quien dirigió el “operativo claridad”, destinado a buscar subversivos en el ámbito educativo. Su enlace con los rectores del Buenos Aires fue el secretario de Coordinación Universitaria, Carlos Bianchi. Valladares le solicitó a Micillo información sobre varios estudiantes y Micillo le contestó con un prontuario sobre Hourest.

De hecho, entre los documentos hallados hay una carpeta completa con el título “Martín Hourest. Franja Morada 1975-agosto 1976”. Allí hay una ficha con un organigrama de cómo funcionaba la UCR (conducciones regionales, secretarías de prensa, círculos de tres a seis personas), con la foto de Martín Hourest enganchada. Y otra ficha, con la letra de Maniglia, se refiere al “activismo en general. Selecciones clandestinas de delegados estudiantiles. Conexiones estudiantes con CGT” y menciona a “Perla, Mariano. Cursó 1er. año 1972. 2do. año 1973 incompleto”, seguido de su domicilio y los nombres de sus padres.

A los docentes, también

En 1976, Maniglia dictó una resolución en la que ordenaba a los profesores de historia y castellano que dieran una clase sobre “los valerosos esfuerzos del Ejército en el combate contra la subversión”. Por ese motivo, lo felicitó públicamente el jefe de la SIDE, Otto Paladino, que regenteaba en ese momento el centro clandestino Automotores Orletti. Entre los documentos encontrados, hay una “ficha de comunicación” de Micillo a Maniglia, del 15 de octubre de 1976. En ella, informa “sobre profesores que no han dado cumplimiento a la resolución 629 (homenaje a miembros del Ejército caídos en combate)”. Menciona a Elvira Meyer, Osvaldo Giorno y Juan Turrens, tres de los docentes que resistieron desde las aulas a la dictadura con pequeños gestos cotidianos.

“La dictadura de Videla le tiene miedo a la escuela popular. La política proimperialista de los milicos trata de frenar con asesinatos, torturas, despidos y hambre las luchas del pueblo”, denuncia un volante de la UES, probablemente de comienzos de 1976. “Libres o Muertos, Jamás Esclavos”, dice el panfleto. Pegados en una sola hoja, con la fecha de 22 de noviembre de 1977, están los primeros intentos de los estudiantes del Buenos Aires por combatir el miedo y el aislamiento. Son diversas obleas, que dicen todas lo mismo: “Contra la disciplina carcelaria, los planes de estudio anticientíficos, el actual sistema elitista, por una seria orientación vocacional, por la libre agremiación estudiantil, por la democracia educativa. Comisión organizadora centro de estudiantes CNBA”. Las pegaron manos anónimas de adolescentes en medio de la dictadura.
laotrajuvenilia@hotmail.com


Colocación de baldosas por los desaparecidos del Nacional Buenos Aires
Fuentes: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-112385-2008-09-28.html
http://claudioslemenson.blogspot.com.ar/

La Dictadura en el Nacional Buenos Aires (1)

La espada, la pluma y la palabra
 INVESTIGACIONES

La Otra Juvenilia. Militancia y represión en el Colegio Nacional de Buenos Aires 1971-1986 restituye una historia silenciada. Escrito por Santiago Garaño y Werner Pertot –ex alumnos de apenas 21 años–, el libro es el resultado de una minuciosa investigación que devuelve la voz a sus protagonistas (alumnos, preceptores, docentes, autoridades) y desaloja al Colegio del lugar de equilibrio y estabilidad donde siempre se empeñó en ponerlo la historia oficial.

Por Cecilia Sosa

“Algunos se jactaban de haberse echado un polvo en el sillón de la sala de profesores. Era una especie de transgresión. El placer de ser dueños de este espacio que siempre había sido de otros. Durante esos días, el colegio fue absolutamente nuestro. Pudimos hacer lo que quisimos” (Julio del ‘74)

Tapa del diario Noticias del 24 de agosto de 1974: “Sepultan a peronistas fusilados en Quilmes”, dice el título en mayúsculas y negrita. En la foto, cientos de estudiantes con la V en alto despiden un cajón. Una bandera engalana en el claustro central: “Montoneros”. Eduardo Beckerman, 19 años y dirigente estudiantil de la UES, había sido asesinado por la Triple A. 

El mismo lugar, dos años después. Los alumnos forman enfundados en riguroso uniforme azul y gris. Mujeres, adelante; hombres, atrás. Un brazo de distancia. Posición de firmes, inalterable, hasta el desmayo. “Avancen, señores”. Ésa es –según “El esquema normal”, documento que instruye a los preceptores sobre la circulación de los alumnos– la única forma de entrar al aula. 

Tres momentos, tres historias, ¿un mismo colegio? Anclada en un trabajo documental minucioso, más de 50 entrevistas, 33 horas de video y 20 de audio, La Otra Juvenilia restituye una historia silenciada: la de la militancia y la represión en el Colegio Nacional de Buenos Aires entre 1971 y 1986. A diferencia de las correrías autobiográficas de Miguel Cané en el Real Colegio de San Carlos, lectura obligada de todo aquel que pretenda trasponer las puertas del colegio, el libro de Santiago Garaño y Wernet Pertot, ambos ex alumnos de 21 años, transita una historia que sus autores no vivieron pero que se vuelve relato colectivo a partir de las vivencias de sus protagonistas: ex alumnos, preceptores, docentes, autoridades.

A modo de punto de partida, los investigadores eligieron enfrentar el discurso tradicional, sostenido por el rector y muchos de sus profesores, que tiende a adjudicar al llamado “Colegio de la patria” un aura inmaculada que lo retira casi de la historia. “Siempre estuvo presente esa idea de que había un colegio tradicional que había sido subvertido”, cuenta Pertot, estudiante de Letras en la UBA y de periodismo en TEA. “Primero hacia la izquierda, con Aragón, y después a la derecha, con Maniglia. Pero siempre había un equilibrio: un colegio liberal que permanecía invariable.” Garaño, estudiante de Ciencias de la Comunicación e Historia en la UBA, agrega: “Nosotros partimos del lugar opuesto: no hay un colegio sino muchos. El de los ‘60, el de Onganía, el de Cámpora, el de la Dictadura. Había que romper esa burbuja”. 

Luego de cuatro años de trabajo, madrugadas insomnes y somatizaciones varias, el resultado dista y supera en mucho el propósito inicial que tenían en mente Garaño y Pertot, alumnos miembros de la comisión de Derechos Humanos del centro de estudiantes: un video que contara cómo había sido el colegio durante la Dictadura. “La primera entrevista fue en el ‘98. Terminamos haciendo cincuenta. El material nos superó; nos dimos cuenta de que había una historia muy importante que comenzaba antes y que no había sido contada”, coinciden. Tres veces se había intentado un trabajo parecido y otras tantas había quedado en la nada. “A principios de la democracia hubo muchas amenazas, y muchos padres sacaron a sus hijos de los pelos de cualquier investigación”, dice Pertot. “Más allá de algunas frases paranoicas de nuestros viejos (‘cómo hablás esas cosas por teléfono. Andá a un locutorio, por favor’), nosotros trabajamos tranquilos”, dice Garaño. 

El pasaje al libro se resolvió con la aparición de los primeros documentos. “Llegamos a juntar siete carpetas: resoluciones burocráticas, listas negras, interrogatorios, legajos de ex alumnos, de profesores”,dice Garaño. Gran parte del material fue hallado en el propio archivo del colegio, que –autorización del eterno rector Horacio Sanguinetti mediante– desempolvaron de punta a punta. “Revisamos resolución por resolución. Aprendimos a pasar contratos y nombramientos por alto para encontrar lo que buscábamos, todo aquello que tuviera alguna huella ideológica”, dice Pertot. Y había bastante. “Resoluciones con el discurso de la lucha antisubversiva de la dictadura; otras en las que se hacían las grandes limpiezas de profesores... Las fechas de asunción y partida de cada rector. Todo eso nos ayudó a reconstruir el esqueleto cronológico de la historia”, cuenta Garaño. Un ejemplo de ese mundo retórico es la primera resolución de Eduardo Aníbal Rómulo Maniglia, rector entre el ‘75 y ‘78, que rezaba: “Urge detener la creciente uniformidad que a través de la indumentaria desaliñada, el aspecto hirsuto, la palabra y el gesto procaz, la falta de respeto y cortesía, tienden a la destrucción de las instituciones, a la vulneración de los valores morales argentinos, a proclamar siempre con mayor desenfado los fines siniestros de la antipatria”.

Con todo, el material más importante estaba en la propia rectoría. “Había cajas llenas de documentos que Maniglia dejó abandonadas cuando murió. Eran los estrictamente confidenciales”, dice Pertot. Allí estaban las pruebas escalofriantes de la complicidad de las autoridades del colegio con las Fuerzas Armadas: cartas de Maniglia donde le ofrecía al general Bussi el “cuerpo de alumnos” para acompañar los desfiles militares de los 20 de junio; listas negras con profesores y alumnos marcados; interrogatorios marciales a alumnos; páginas de “Conozcamos a nuestros enemigos”, las guías de instrucciones del Ministerio de Educación para detectar “subversivos” en las aulas. Y hasta las felicitaciones con que René Otto Paladino, secretario de la SIDE, aprobaba la exaltación permanente de Maniglia del genocidio. 

La Otra Juvenilia tiene 256 páginas. El original que Pertot y Garaño presentaron a la editorial Planeta se llamaba Memoria Viva y multiplicaba esa extensión por ocho. Rechazado por exceso de documentalismo, el libro pasó todo el 2001 sufriendo correcciones. “La primera versión, casi exclusivamente testimonial, la fuimos puliendo a los ponchazos. Teníamos miedo de que nos lo volvieran a bochar”, dice Pertot. “De a poco pudimos empezar a correr un poco los documentos y a encontrar nuestra voz. Nos gustó así”, dice Garaño. A la editorial Biblos también. Entonces ya tenía el título definitivo. 

La idea de “un mismo edificio, muchos colegios” está presente en la estructura del libro, que se divide en cuatro partes: Antes, Dictadura, Después y Presente. El foco permanece en el colegio, en la reconversión que experimentan sus espacios: las garitas, que de bunkers de las agrupaciones entre el ‘73 y el ‘75 pasan a ser panópticos de los preceptores reclutados en colegios católicos, militares y la propia SIDE, que controlaban desde sus cápsulas de seguridad la circulación restringida de los años grises; o el Salón de Usos Múltiples (SUM) del tercer piso, que fue centro de la militancia a principios de los ‘70 y clausurado durante la dictadura como “antro de perdición montonero”

El libro arranca en el llamado “Colegio para la liberación” y la euforia militante del rectorado de Aragón. “¡Aquí están, éstos son, los soldados de Aragón!”, coreaban los estudiantes en el acto de asunción. “Era una época que teníamos muy idealizada. No podíamos dejar de pensar ‘¡Quiero estar en el Buenos Aires del ‘73!’. Después empezamos a descubrir los matices: no todo el mundo participaba, no todo el mundo militaba. Había complejidades parecidas a las de ahora”, dice Pertot. Luego viene el avance del lopezrreguismo, el comienzo de la represión, la irrupción delos grupos de choque de los alumnos del Otto Krause y los primeros asesinatos de la Triple A... En noviembre del ‘75, durante una asamblea de 1500 alumnos, unas obleas colgadas en el claustro central ilustraban gráficamente la coyuntura: 

IvAnissevich (Ministro de Educación)
OttAlagano (Interventor de la UBA)
GArda (Rector que reemplazó a Aragón)

La asamblea terminó abruptamente, cuando medio centenar de hombres vestidos de civil irrumpieron en el colegio y apuntaron a los alumnos con itakas.

Reinaba “La Bestia”, Eduardo Aníbal Rómulo Maniglia, que el 5 de septiembre de 1975, en su discurso de asunción como rector, había dicho: “En febrero Dios me quitó un hijo, un ángel que está a su diestra derecha (sic). Y, en septiembre, Dios me dio la rectoría del Colegio Nacional de Buenos Aires”.

En la madrugada del 24 de marzo del ‘76, el rector corrió a su despacho para descolgar los retratos de Perón, de Isabel y de Rosas. También cambió las frases de Perón de la cartelera y puso en su lugar las flamantes alocuciones de Jorge Rafael Videla. Maniglia fue el único funcionario de la Universidad que no fue depuesto luego del golpe. Lo respaldaba su amistad con el general Diego Uricarriet, jefe de Fabricaciones Militares y responsable de los campos de concentración El Tolueno y la Fábrica de Armas Portátiles en Rosario.

Fue la parte dedicada a la dictadura la que más dolores de cabeza y dudas provocó en los investigadores; en especial, el capítulo destinado a los 105 desaparecidos y asesinados. “Queríamos contar todas esas historias y nos dimos cuenta de que el libro hablaba poco de ellos. Por eso recurrimos a ex alumnos escritores y periodistas, para que nos contaran cómo eran sus compañeros”, dicen. Así, bajo el título “Presente”, las voces de Jorge Binaghi, Eduardo Blaustein, Marcelo Brodsky, Martín Granovsky, Vera Jarch, Miriam Lewin, Juan Salinas, Enrique Carlos Vázquez y Horacio Verbitsky le dan un tono intimista y casi confesional al listado completo que –con nombres, edades y fechas de muerte o desaparición– cierra el libro. 

En realidad, la investigación comprueba que de los 105 sólo 14 seguían siendo alumnos del colegio. “O se fueron, o los fueron, o les impidieron inscribirse, o se ‘proletarizaron’. Pero su historia debía ser contada”, dicen los autores. Entre el ‘75 y el ‘80, 931 alumnos abandonaron el colegio. Sólo en el ‘76 se fueron 288. Ese año también marcó un punto de inflexión, difícilmente repetible en el Buenos Aires: hubo menos aspirantes que vacantes. Las autoridades impusieron un interrogatorio de admisión, con formularios y entrevista con los padres. “Preferimos católicos a judíos, pero judíos a ateos”, se decía. El combo se completaba con un certificado de buena conducta expedido por la Policía Federal. 

“Discipuli volant, botón manent” (“Los alumnos se van, los botones permanecen”, Tapa de la revista Aristócratas del Saber, 1978)

Investigando la época de la dictadura, los autores se llevaron la mayor sorpresa: “Comprobamos que había contacto fluido entre el colegio y los militares, que hubo delaciones y pasaje de información. Pero lo que no pudimos comprobar es que el colegio hubiera entregado chicos. Es más: según los antropólogos forenses eso nunca pasó. La red de desapariciones era otra. No necesitaban su información. Eso es lo más terrible”, dice Garaño. Ninguno de los alumnos y docentes que figuraron en las listasnegras fue secuestrado. “Lo que hubo fue una fuertísima represión cultural y social. Tanto sobre los que se llevaron como sobre los que no”, señala Pertot. “¡Hablen en silencio!”, exigía entre el ‘76 y el ‘81 Tito Gristelli, prefecto del turno tarde y suboficial de reserva de la Escuela de Artillería, cuando controlaba el ingreso de los alumnos a las aulas.

En ese marco represivo comenzó a gestarse una resistencia silenciosa, subrepticia, que cobró la forma de una revista: Aristócratas del Saber. El pasquín, al principio una única copia en mimeógrafo, empezó a circular de mano en mano a partir del ‘78. El título parodiaba alguna de las frases célebres de Icas Edgardo Micillo, que ocupó interinamente el rectorado luego de la muerte de Maniglia y hasta 1982. Si bien el contenido era variado, había algunas secciones fijas: “L’idiotaire”, compendio de frases memorables de profesores y preceptores; “No se banca más”, una lista de arbitrariedades a las que eran sometidos los alumnos; “Interviuses”, donde se reporteó a Eduardo Pavlovsky, Hebe de Bonafini, Silvio Rodríguez y César Menotti, entre otros. La pesquisa permitió recuperar 23 de los 26 números. “La revista era una especie de mito. Los tres primeros números se perdieron. El resto los conseguimos por ex alumnos que nos los fueron trayendo de a uno. Aunque una vez nos llegaron ocho de golpe”, cuentan.

Uno de los desafíos fue dar con Nacho, el fundador de la revista, que a los 41 años se había abocado a dar seminarios de pensamiento político y psicoanálisis. “Estaba obsesionado con él. Un día abrí el diario y vi que participaba en un panel del movimiento 501. Conseguí el teléfono y lo llamé. No podía creer que lo estuviéramos buscando como el fundador de ADS. Cuando se encontró en una foto publicada en la tapa de Noticias del ‘76 se puso pálido”, cuenta Garaño. “Eso pasó en muchos casos. El golpe de encontrarse en una lista negra fue difícil de evitar”, agrega Pertot. 

Luego de la guerra de Malvinas, la rebeldía estalló en la cara de las autoridades. En La Otra Juvenilia, la agonía del régimen se relata en paralelo con el regreso de las vueltas olímpicas y el renacer del centro de estudiantes. Allí se comprueba la existencia del famoso “chancho aceitado” interceptado en una de las puertas laterales (la vuelta de 1982). Pero un año después la hazaña fue superada: los alumnos de sexto año subieron un Fitito por las escaleras de piedra y trabaron el ingreso. “Ese día, unos 1500 pibes cortaron Avenida de Mayo y celebraron la inminente democracia.” 

El último rector de la dictadura, Alfredo de las Carreras, fue cercado en su despacho por los estudiantes y obligado a renunciar. La leyenda cuenta que fue alzado en andas por un militante morrudo cuando logró arrebatar el bombo. Para despedirlo, ADS le dedicó un poema de Antonio Machado: 

Nunca vuelvas donde no te quieren
Nuca vuelvas donde te odian
NUNCA VUELVAS

La Otra Juvenilia se presentó formalmente el 9 de octubre ante un aula magna repleta. Estaban desde el ex rector Raúl Aragón hasta el rector de la UBA, Jaim Etcheverry, además de ex alumnos, ex militantes, alumnos, padres, hermanos y familiares de los desaparecidos, Madres de Plaza de Mayo. “Quisimos que la presentación fuera un espacio de encuentro como lo fue el libro: un gran homenaje a los desaparecidos pero también un reencuentro de ex alumnos que conocimos a lo largo de la investigación”, cuenta Garaño. De los 400 presentes, la mitad se fue con el libro bajo el brazo. Puertas adentro, la investigación generó lecturas compulsivas, felicitaciones eufóricas y grandes silencios. Una profesora, que se descubrió en uno de los interrogatorios, propondrá incluir su lectura en el curso de ingreso. “Hay que ver si Sanguinetti acepta”, sonríen los autores.

Ambos autores, que nacieron en 1981 y no fueron testigos directos de los años que describen, comenzaron su investigación en 1998, cuando todavía eran estudiantes y participaban de la comisión de derechos humanos del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires.

La Otra Juvenilia, editado por el sello Biblos, establece ya desde el título un contrapunto con la célebre novela de Miguel Cané, "Juvenilia": "A diferencia de esa mirada autorreferencial que tiene Cané en su libro, a nosotros nos interesó contar una historia distinta, la de los que pelearon por un país mejor, los que cayeron en la lucha y los que sobrevivieron en el terror o el exilio", indica Garaño. 


"Las autoridades nos allanaron el camino. Nos permitieron acceder al archivo y pudimos entrevistarlos para conocer el pasado", aseguró Pertot. El único antecedente escrito de la historia del colegio en la década del ´70 son las memorias de la gestión 1973 del entonces rector, doctor Raúl Aragón.

Con un prólogo de la periodista Vera Vigevani de Jarach, madre de Franca Jarach, una de las alumnas desaparecidas, el libro cuenta la historia del colegio entre 1971 y 1986.

Está dividido en tres capítulos: el primero, "Antes", narra la historia de la militancia en el colegio durante la presidencia de Héctor Cámpora y el enfrentamiento con el ex secretario de Juan Domingo Perón, José López Rega. "La dictadura" -tal el nombre del segundo segmento- describe el sistema represivo dentro y fuera del colegio, la resistencia de los estudiantes del Nacional en los primeros años de gobierno militar y tras la guerra de Malvinas, los intentos por vencer la represión disciplinaria y reconstruir el centro de estudiantes. El tercer capítulo, "Después", cuenta cómo la formación del centro se vinculó con la lucha por los derechos humanos en los primeros años de la democracia y describe los distintos tributos que se rindieron desde entonces a los ex estudiantes desaparecidos. 

El libro contiene textos escritos por los ex alumnos del colegio Jorge Binaghi, Eduardo Blaustein, Marcelo Brodsky, Martín Granovsky, Juan Gelman, Vera Jarach, Miriam Lewin, Enrique Carlos Vázquez y Horacio Verbitsky.

El anexo documental incluye fotografías, documentos oficiales, actas de interrogatorios realizadas por las autoridades del colegio a alumnos, y hasta la copia de una "lista negra" de alumnos.

Una fuerte necesidad

"El libro fue surgiendo casi sin pensarlo. Empezamos a acumular entrevistas: un ex alumno nos fue llevando a otro ex alumno y además fuimos juntando un montón de material que había circulado clandestinamente en la época".

"Desde el principio notamos que había una necesidad muy fuerte de colaborar, de aportar testimonios, datos, fotos, fragmentos de revistas que en muchos casos se mantuvieron ocultas durante la época -agregó Garaño-; nuestra tarea fue básicamente darle un sentido a todo lo que recopilamos... darle coherencia al relato y tratar de que no quedaran documentos aislados"

Trabajo por hacer

"Igualmente creemos que todavía queda bastante trabajo por delante: es necesario reconstruir la historia de cada una de esas personas, saber quiénes eran y qué cosas querían cambiar de la sociedad -analiza Pertot-; de lo contrario corremos el riesgo de que se vacíe de contenido político e ideológico a los desaparecidos y se los muestre sin identidad". La investigación emprendida por los jóvenes permitió, entre otras cosas, ampliar la lista de desaparecidos vinculados al Nacional Buenos Aires, que de 98 registros llegó a los 105 ex alumnos que integran actualmente la nómina. "Nos pasó de estar tomando un café con alguien y que nos dijeran "¿sabés que en la lista falta tal nombre?". "Esas cosas fueron muy fuertes porque por un lado nos daban la sensación de que estábamos aportando algo a la historia del colegio, pero al mismo tiempo significaba otro muerto más", recordó Garaño. "El pasado no es algo terminado: se reelabora en forma permanente. La memoria consiste justamente en una reconstrucción de aquello que no nos deja en paz, porque entender el pasado lleva muchas veces a cambiar el presente. La memoria es entonces una acción sobre el pasado y sobre el futuro", concluye Pertot.

Invitamos a los lectores docentes a leer la Propuesta Didáctica elaborada por el Sindicato de Trabajadores de la Educación del Chubut en:
http://www.atechchubut.org/webnews/index.php?option=com_content&view=article&id=459%3A16-de-septiembre&catid=50%3Asecretaria-de-cultura-identidad-y-ddhh&Itemid=78&limitstart=2

Fuentes: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-495-2002-11-27.html
http://www.laprensa.com.ar/NotePrint.aspx?Note=189157
http://www.lanacion.com.ar/436434-los-dias-oscuros-del-nacional-de-buenos-aires
http://www.atechchubut.org/webnews/index.php?option=com_content&view=article&id=459%3A16-de-septiembre&catid=50%3Asecretaria-de-cultura-identidad-y-ddhh&Itemid=78&limitstart=2

16/3/16

Tragedia documental en el Archivo Histórico de la Provincia de Catamarca
Documentos de más de 200 años, muebles y archiveros se mojaron por el pésimo estado del edificio.

SÁBADO, 05 DE MARZO DE 2016

"Acá estamos, con un ventilador y rezando para que todos estos documentos, tan caros a la historia de nuestra provincia y que tienen más de doscientos años no se pierdan, y las futuras generaciones puedan seguir consultándolos", manifestó uno de los empleados del Archivo Histórico Provincial ubicado por calle Chacabuco, entre Sarmiento y Maipú, a pocas horas de pasada la tormenta de la noche del jueves.

Por su parte, un estudiante de la licenciatura de historia de la UNCa, aseguró que "no sabemos si los papeles que se mojaron van a quedar legibles, porque fueron escritos con tinta líquida y tenemos miedo de que con el agua, se corra y afecte a otros documentos"

Decenas de cajas plásticas y de cartón que contenían documentos invalorables de la Sección Judiciales, de Archivos del Gobierno posteriores al año 1830 y muchas más, cargadas con escritos relacionados con causas civiles de los años 1640 en adelante, se mojaron con agua que cayó de los techos de la antigua casona, cuyo mal estado de conservación fuera informado en 2015 por Defensa Civil al ministerio de Obras Públicas de la provincia. En aquella oportunidad, la directora de Bibliotecas y archivos, Celia Sarquís, aseguró que para evitar futuros trastornos y daños en los archivos se acondicionaría un edificio ubicado por calle Sarmiento, entre Esquiú y Prado. Pero recientemente comenzaron las tareas de mantenimiento en este lugar y, según empleados de Obras Públicas, se podrían extender por 8 meses más.

En julio de 2015 "El Ancasti" había informado: "La casona donde funciona el Museo y Archivo Histórico de la provincia se encuentra desde hace tiempo en muy malas condiciones y en las últimas semanas obligó a los responsables a desmantelar y acumular el acervo cultural en otro espacio para resguardarlo.

Las últimas lluvias registradas en la ciudad generaron filtraciones en los techos que ya no tienen los cielorrasos justamente porque personal de Obras Públicas decidió sacarlos para evitar accidentes. Los exhibidores de los salones fueron vaciados y los elementos se depositaron en el piso para evitar que el agua de los techos o algún posible desprendimiento los dañe."


El Museo y Archivo Histórico de Catamarca

Si bien el museo histórico fue creado el 23 de diciembre de 1954, mediante decreto Nº 945 del 8 de mayo de 1956 se dispuso su funcionamiento en la parte sur de la planta alta del edificio de calle Rivadavia Nº 1050 que fuera obra y residencia privada del arquitecto Luis Caravatti.

El Archivo Histórico fue creado por el Decreto Nº 945, siendo inaugurado el 24 de mayo de ese mismo año. Es de destacar como un antecedente inmediato, el Decreto de 1953 donde se establecía la conformación de un Archivo y Museo Histórico de la Provincia. En la parte dispositiva se establecía que todo documento anterior al año 1900 que estuviera en el Archivo Administrativo General y otras reparticiones provinciales debían ser obligatoriamente transferidos al nuevo organismo. También debían formar parte de la entrega toda la documentación del Poder Judicial referente a causas civiles y criminales, Protocolos, Registros de la Propiedad, incluidos en el período consignado. 

Se designó para dirigir el nuevo organismo al presbítero Ramón Rosa Olmos. Con la creación definitiva del Archivo en 1956 donde se nombró al Prof. José Félix Jalile como Director del mismo, y se le asignaron cuatro empleados para trabajar en el organismo, comenzó la etapa de organización, acrecentamiento y catalogación de la documentación. Sin embargo, en el año 1972 fue necesario que un grupo de personas amantes de la historia se unieran para intentar efectivizar su funcionamiento facilitando la adquisición de objetos de importante valor testimonial. Fue así que el 30 de octubre de 1972 se expropió el inmueble de calle Chacabuco, gracias a la gestión del entonces Director Licenciado Gerardo Pérez Fuentes, para destinarlo a local del Archivo y Museo Histórico, siendo inaugurado el 22 de julio de 1977. En el año 1993 el edificio fue declarado de valor histórico-arquitectónico por el municipio.

Esta casa es de estilo neoclásico italiano, el que predominaba en las viviendas de la alta sociedad catamarqueña en el siglo XIX. En ella vivió Doña Genoveva Ortiz de la Torre de Cubas, viuda del asesinado gobernador José Cubas (1798-1841), ajusticiado en tiempos de la guerra civil entre federales y unitarios, cuando Catamarca fue invadida por las fuerzas rosistas de Mariano Maza después de que Juan Lavalle fuera derrotado. [1]

Francisco Cubas, su hijo, adquirió al ingeniero Francisco San Román la casona de calle Chacabuco 425 en 1875. Consta de 11 habitaciones de diferentes dimensiones, dos baños, una cocina, un sótano, dos patios conteniendo el primero un aljibe con arco de rejas, y al ingreso una elevada verja de madera, un gran jardín y una amplia galería con 8 columnas clásicas. El edificio señorial, exponente de la arquitectura del siglo XIX, data de 1872. Posee tres salas delanteras y otras en ala conformando dos patios internos. Las paredes son de ladrillo, con un frente de columnas como se señaló, y salas que se comunican entre si y con puertas en los patios internos. Todas las aberturas son de madera. Estas salas son utilizadas como depósitos a los que denominan archivalías. Los pisos son de madera y baldosas originales. Las estanterías que ocupan todas las salas son en su mayoría de metal. La iluminación es artificial. Su estado de conservación es bueno. Fue adquirido para el Archivo y Museo en 1972. El Museo ocupa el sector de entrada y una de las salas delanteras, mientras que el resto de la edificación está ocupada por el Archivo y la Bilioteca.

Actualmente el Archivo guarda documentación de incalculable valor histórico, la cual está ordenada y catalogada temática y cronológicamente. Posee también una Biblioteca especializada en documentación regional y local y secciones para fotografía y una videoteca sónica con grabaciones sobre Discursos de Gobernadores pronunciados en la legislatura.

La historia de la provincia de Catamarca se ve reflejada en el acervo de este museo que cuenta con objetos de personajes públicos, sociales y donaciones privadas. Por ejemplo se pueden observar retratos de gobernadores desde el año 1821 hasta 1966, cartas, medallas, fotografías de la ciudad, mobiliario de la Legislatura Provincial y del antiguo Congreso Nacional, como un sillón donde se sentaron legisladores destacados como Sarmiento, Roca, Pellegrini, del Valle y otros.

A su vez, en el Museo y Archivo Histórico se puede ver un ejemplar de la Constitución Provincial de Catamarca del año 1895 y el plano original de la Ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca del año 1886.


Más inundaciones en edificios públicos
La tormenta que arrojó poco más de 40 milímetros sobre la ciudad la noche del jueves provocó la inundación del salón de atención al público de Rentas de la Provincia y afectó en gran medida el archivo de esa repartición, que se encuentra en el subsuelo. 

La directora de esta repartición, Susana Varas, aseguró que si bien entró agua, "por seguridad prohibí el ingreso al archivo hasta tanto Obras Públicas no realice un relevamiento". Los daños afectarían el piso y documentos guardados en archiveros.

Rentas municipal

También las oficinas de Rentas de la comuna capitalina, ubicadas por avenida Güemes, frente a la plaza 25 de Agosto, fueron afectadas por la intensa lluvia del jueves y ante una serie de desperfectos eléctricos registrados en gran parte de las instalaciones, este viernes no se atendió al público.

Ministerio de Salud

Los empleados del Ministerio de Salud comenzaron la jornada laboral de ayer, inundados por el agua que ingresó por ventanas, pasillos abiertos y algunas filtraciones en los techos. Por más de una hora sacaron el agua de pasillos y oficinas y, según el relato de los trabajadores, no es la primera vez que sucede aunque ahora fueron más las áreas inundadas. "Se mojaron algunos escritorios, papeles y se humedecieron otros mobiliarios", aseguraron preocupados los empleados. 

[1] Fragmento final del canto popular sobre el asesinato de Cubas (recopilada por Juan Antonio Carrizo en 1915):
Al cuerpo del señor Cubas 
La cabeza le cortaron. 
Y en la punta de una lanza 
En la plaza la clavaron. 
Ese día por la tarde 
Al toque de la oración 
Al cuerpo del señor Cubas 
Una nube lo roció. 
Aquí se acabó este verso 
De Cubas gobernador
La culpa la tuvo Maza 
Y el traidor que lo vendió.

Fuentes: http://www.elancasti.com.ar/
http://www.liveargentina.com/sanfernandodelvalledecatamarca/museohistorico.php
Carrizo Juan Antonio: Antiguos cantos populares argentinos (Cancionero de Catamarca). Buenos Aires, Impresores Silla Hermanos, 1926.

8/3/16

TRABAJOS DE RESTAURACIÓN DE DOCUMENTOS ENCUADERNADOS

Julia, nuestra colaboradora especializada en encuadernación y conservación, ha trabajado esmeradamente en el reemplazo de las encuadernaciones de Libros Calificadores del año 1922, los cuales estaban severamente dañados por plagas biológicas. El estado en que se hallaban no permitía su manipulación ni consulta puesto que las tapas se disgregaban en cuanto se las tocaba. Habida cuenta de que el contenido de los libros se encuentra en muy buen estado de conservación, se resolvió reemplazar las tapas por otras preparadas especialmente que, si bien están confeccionadas con materiales modernos, se parecen todo lo posible a las originales de papel y cartón.

Fue necesario eliminar las grapas metálicas que unían los cuadernillos y reemplazarlas por costuras, para las que se utilizó hilo de coser.

Más aún, se rescataron las etiquetas de antaño, pese a las perforaciones producidas por los insectos, y se las colocó en las nuevas encuadernaciones. El proceso se remoción se inició con un recorte en la tapa para extraer el sector de la etiqueta, luego se desbastó la misma mediante un paciente trabajo de humectación con una dilución de agua y alcohol (previa comprobación de que no se afectarían las tintas) y, tras su secado, se adhirieron todas las partes de la etiqueta a un nuevo soporte de papel para mantener su integridad. Finalmente, con este nuevo soporte fue pegada en la tapa fabricada.

En otros libros, correspondientes al año 1921 y no tan perjudicados por el apetito de los derméstidos, se adoptó una medida menos radical. Esta consistió en "rellenar" los sectores carcomidos con el material resultante del desbastado de las etiquetas, el cual se humectó, se lo mezcló con cola vinílica para formar una pasta y luego se lo tiñó del tono más aproximado al papel original. De modo que, acorde a las tendencias actuales que indican que los procedimientos de restauración deben ser evidentes, la intervención es notoria y las encuadernaciones conservan su funcionalidad.

Las fotografías que ilustran esta nota dan cuenta de algunos de los pasos señalados.

Preparación de guardas (papel obra)
Preparación de lomeras
Armado de las guardas
Remoción de las etiquetas originales
Etiqueta removida: anverso
Etiqueta removida: reverso
Recorte de la tapa (interior)

Recuperación de las etiquetas originales
adheridas a un nuevo soporte
Costuras en lugar de grapas metálicas
Antigua etiqueta pegada en la nueva encuadernación
Detalle de la etiqueta recuperada
Tapa original con orificios rellenados (1921)
Véase nuestra entrada del 3/12/2015.