2/4/16

Dictadura y Malvinas

La Historia que debía enseñarse durante la última dictadura militar en Argentina (1976- 1983) 
Laura G. Rodriguez*
(Fragmento)

El tema Malvinas era un contenido escolar de vieja data, donde se argumentaba invariablemente que los derechos de la Argentina sobre las islas eran obvios e indiscutibles (Lorenz, 2006). Se había estipulado que el 10 de junio se recordara en las escuelas que las Islas Malvinas eran argentinas. En 1973 se dispuso por Ley N° 20.561 que se celebrara el Día de la Afirmación de Nuestra Soberanía sobre las Islas Malvinas, Islas del Atlántico Sur y Sector Antártico y en 1979, una circular de la Subsecretaría había planteado, a modo de “protesta simbólica contra las agresiones sufridas por la República Argentina en el Sector Austral” que el 10 de junio se hicieran “clases especiales de una hora de duración”. El 11 de junio de 1979 se debía llevar a cabo un acto que hiciera referencia a “los antecedentes históricos, la legitimidad de los títulos argentinos” y a la forma en que ella se ejercitaba en el sector austral. Dicho evento debía reflejar en forma clara el “fervor del pueblo argentino por la recuperación de las Islas Malvinas para el patrimonio nacional”. Además, había que embanderar e iluminar todos los edificios escolares y las dependencias oficiales. (C. N° 92, 7 junio 1979). 

La Nación, 3 de abril de 1982
El 2 de abril de 1982 las tropas argentinas invadieron las Islas Malvinas y le declararon la guerra a Gran Bretaña (Palermo, 2007). Un día después el cuarto ministro, Julio Lascano, dio instrucciones para que se dictaran clases alusivas en todas las escuelas bonaerenses. Según se decía a través de la prensa, se había vivido “una jornada altamente emotiva en todas las escuelas bonaerenses a raíz de la recuperación de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Atlántico Sur”. En todos los establecimientos se hizo “hincapié sobre la justicia estricta” que implicaba el hecho de la recuperación de aquello que “siempre formó parte de nuestro patrimonio nacional”, aclarando que a partir de ahora el 2 de abril de 1982 pasaría a ocupar un lugar prominente en el Calendario Escolar, “junto a los más caros a nuestra nacionalidad, por lo cual tendrá para todos la misma importancia que el 25 de mayo, el 9 de julio y las demás fechas patrias”. A los pocos días se dictaminó que todos los establecimientos de la provincia tenían que poner el nombre de “Islas Malvinas” a una de sus aulas. Posteriormente, instructores de Defensa Civil capacitaron a los maestros para saber qué hacer en caso de “emergencia bélica”. Paralelamente, la Dirección de Investigaciones de la Policía de la provincia de Buenos Aires (DIPP-BA) se dedicó a vigilar las escuelas inglesas o los institutos adonde se impartía esa lengua. Durante 1982 y 1983, organizaciones desconocidas produjeron atentados con bombas de bajo poder en estos establecimientos acusados de "ingleses".

En el medio de la guerra, decidieron homenajear especialmente a la Armada. En mayo se solicitaba a los docentes que ese Día de la Armada (17) se recordara de manera “diferente”. Se sugería hacer un alto en las tareas docentes y escolares habituales para rendir un “cabal homenaje a nuestra Armada”. En dicha fecha se debía dedicar una hora a fin de reseñar las acciones cumplidas desde el día 2 de abril, “poniéndose particular énfasis en destacar que lo realizado por dicha Fuerza constituye la prolongación de una línea histórica que nace con Guillermo Brown, Hipólito Bouchard, Juan Baustista Azopardo y Tomás Espora”. (C. N° 9, 14 mayo 1982). En la circular se adjuntaba un Anexo que debía leerse en las escuelas para recordar que en vistas de la “etapa de gloria que se ha iniciado y continúa desarrollándose”, adonde los nombres del “capitán de Fragata Pedro Edgardo Giachino y del Crucero A.R.A. General Belgrano” ya habían ingresado “en la mejor historia de nuestra Patria”

A principios de junio llegó a la Argentina el Papa Juan Pablo II. En su homenaje, la Asamblea del Consejo Federal del 10 de junio resolvió aprobar una declaración ante la visita "pastoral de S.S. Juan Pablo II" e incorporar al Consejo la "Gobernación MIlitar Malvinas Argentinas". El ministro bonaerense Julio Lascano estimó conveniente disponer el dictado de clases alusivas en todos los establecimientos sobre la significación histórica del acontecimiento que se vivía, marcando el privilegio que significaba para la Argentina la presencia papal, reconociendo al país como heredero de la más “genuina civilización occidental”

En la prensa católica, los nacionalistas también justificaron la guerra y su tratamiento en la escuela. En Estrada el nacionalista Patricio H. Randle advertía que había que ser "muy superficial para ser pacifista -esto es, partidario de la paz a cualquier precio, incluso la dignidad-" pero también era "inadmisible excluir, como carente de valor pedagógico, los hechos bélicos que nos toca protagonizar, en nombre de ideales muy loables que resultan impracticables en tiempos de guerra."[1] La guerra "nos debe hacer mejores, más desprendidos, menos materialistas, menos frívolos, más profundos y más patriotas, alcanzando a comprender mejor la esencia de la nación sin necesidad de hablar tanto del ser nacional". Ese era el valor de la guerra y el testimonio del militar, creía, debía "ser exaltado en las aulas". Esta era "la gran oportunidad educativa para enseñar lo que es una conducta leal. Si no lo hacemos, no tendremos derecho a esperar una paz fecunda".

La guerra finalizó en junio de 1982, cuando los militares argentinos presentaron su rendición. En julio el ministro propuso que se realizaran “actos patrióticos” en las escuelas de toda la provincia en homenaje a los combatientes que habían regresado del Atlántico Sur, en reconocimiento al deber cumplido, y la bienvenida a sus "nuevos puestos de responsabilidad en la sociedad". Frente a la derrota y el creciente desprestigio de la Junta, las autoridades bonaerenses creían necesario continuar con el discurso de defensa de la soberanía. El mandatario provincial organizó una “campaña” llamada “carta de un niño al mundo”. Estaba dirigida a las escuelas primarias “en virtud de la cual los escolares escribirán cartas a instituciones y organismos internacionales y a distintas personalidades del mundo para hacer conocer la posición argentina con respecto a sus derechos de soberanía sobre las Malvinas y demás islas del Atlántico Sur”. Los niños escribirían “una carta por día” en la clase de Lengua con el objetivo de “dar a conocer a través de ellas la verdad histórica política y geográfica”. Las cartas serían enviadas y pagadas por los padres de los alumnos porque el Ministerio no podía hacerse cargo de los gastos.

[1] Randle, Patricio Horacio. "La guerra, la paz y la educación", en Revista Estrada, Año 3, Nº 13, julio-agosto-septiembre 1982, p. 20.

*Doctora en Antropologia Social (UNaM). Profesora de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) e investigadora del CONICET en la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) / Argentina. 

Fuentes: Revista Antíteses, vol. 2, n. 3, jan.-jun. de 2009, pp. 227-256 
http://www.uel.br/revistas/uel/index.php/antiteses
Rodríguez, Laura Graciela. Católicos, nacionalistas y políticas educativas en la última dictadura (1976-1983), Prohistoria Ediciones, Rosario, 2011, 128 pp. Col. Universidad, 6. (Pág. 110-112)

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