5/10/14

Haciendo memoria (4)

LA MATERIALIDAD DE LA CULTURA ESCOLAR
Recordando los pupitres
Alicia Clerbout de Cano

La Sra. Alicia Clerbout de Cano nos ofrece generosamente, con prodigiosa memoria y clarísima caligrafía, sus reminiscencias sobre los pupitres escolares quilmeños de hace ocho o nueve décadas. ¡Muchas gracias!


"Escuela 19 (25 de Mayo entre Paz y Pringles). 
Los bancos tenían rebatible asiento y pupitre, eran de madera sólida y buenos herrajes pintados de negro. El pupitre tenía un  hueco donde colocábamos el tintero de vidrio.

Los sábados (en mi época teníamos clase los sábados), llevábamos papel de lija, pomada para zapatos marrón oscuro y varios trapos, en la última hora de clase, lijábamos el banco hasta dejarlo limpio, después una mano de betún. Quedaban así hasta el lunes en que, en la primera hora, le sacábamos lustre. Se volvían a colocar los tinteros que habían sido lavados y vueltos a llenar de tinta.

Los bancos no tenían cajón. En general eran de dos asientos, pero también había algunos de uno solo. Los bancos no podían moverse, estaban fijos al piso.


Después, cuando la Escuela, aproximadamente en 1930, se mudó al edificio que hoy ocupa, los bancos fueron exactamente iguales.


En la primaria de la Normal, los bancos eran parecidos pero con cajón: allí poníamos carteras o pequeñas valijas con los útiles (no había mochilas). (En Quilmes había una zapatería cuyo nombre no recuerdo que regalaba a los compradores de calzado para niños unas valijitas "muy simpáticas" hechas de cartón muy resistente y pintadas de marrón oscuro de tal modo que parecían de cuero.)

Los bancos seguían con asientos y pupitres rebatibles, siempre fijos.

Desde el comienzo de las clases, nos hicieron un cubre-pupitre confeccionado en una tela gruesa, color azul oscuro, algo así como brin, y ribeteado con un borde de cinta hilera blanca, que también lucía alrededor del hueco destinado al tintero. Más adelante llegó el tintero involcable (1), una esfera de madera dura que impedía que la tinta se volcara (con gran alivio de nuestras madres y guardapolvos). Más tarde vendrían las lapiceras fuente. (2)

Fotografía del Museo de las Escuelas - Universidad de Luján
Ninguno de los bancos que recuerdo tenían perchas ni apoyapies.

En 1er. grado de la Escuela Normal los bancos eran más chicos. En la Escuela 19 no recuerdo que lo fueran pero pienso que debrían serlo."  (3)

Alicia Clarbout de Cano

Aula de primaria - Escuela Normal de Quilmes s/f

NOTAS: 
(1) De apariencia redonda, en realidad tenían una base plana y una tapita; muchos eran de baquelita, los hubo de vidrio y, más cercanos en el tiempo, de plástico.

(2) Durante mi período escolar primario (1954-1960) -dice el autor de este apartado- nos estaba permitido escribir utilizando únicamente lápiz o pluma de acero y portaplumas (este último generalmente de plástico, terminaba mordido en su extremo).
En la escuela, mojábamos la tinta en el tintero de porcelana blanca embutido en el pupitre, y en casa, en el tintero "involcable" que nos había comprado mamá para prevenir desastres (aunque yo me encargaría de demostrar que esos tinteros no respondían tan bien a su nombre como era de esperar).
El "limpia plumas" de tela primorosamente confeccionado por nuestra madre era de rigor.
De todas formas, mis padres me obsequiaron durante los últimos años de ese período, una Parker 21, con capuchón de acero (y sin la clásica flechita), que resistió varios cambios de plumas y hasta el reemplazo de su cuerpo posterior, rotos en algunas inevitables caídas. 
(http://www.domenech.com.ar/escritura.htm) 

(3) A mediados del siglo XIX, varias discusiones acompañaron el diseño y la creación de un mobiliario escolar específico para los estudiantes: los bancos o pupitres.
Esto sucedió a raíz de los argumentos que se generaron en torno al “mejor banco” que hacían referencia a la prevención de enfermedades, al comportamiento de los niños y las niñas en clase, a cuestiones ambientales (reflexión de la luz), etcétera. Todos estaban de acuerdo en que la modernidad escolar tenía que ir acompañada de un respaldo para sentarse…
Los pupitres de madera continuaron utilizándose hasta la década de 1960 cuando comenzaron a ser reemplazados por otros materiales, por ejemplo la madera por la fórmica (laminado de alta presión) y el hierro por el acero.
Si observamos las imágenes de los pupitres del álbum de fotos Pupitres eran los de antes, hoy se dice banco..., podemos encontrar algunas pistas acerca de los argumentos anteriores: 

El número en la herrería. Adecuándose al triunfo de la escuela graduada los pupitres se diseñaron con distintos tamaños según la edad de los colegiales. Los números más altos eran para los primeros grados. 



Las curvas del respaldo y del asiento. Otra novedad fue la incorporación definitiva de respaldos y la forma ergonométrica que se les imprimía. Esto obedecía a las prescripciones de la medicina para prevenir enfermedades o malformaciones físicas como la lordosis y escoliosis. 

La base del pupitre atornillada al piso. Los pupitres individuales se atornillaban al piso organizando pasillos de aproximadamente 50 centímetros entre sí por dos razones, para permitir una mejor vigilancia de los alumnos por parte del maestro y porque la actividad escolar era fundamentalmente individual, no se trabajaba en grupo.


La luz desde la izquierda. Las recomendaciones higiénicas de la época prescribían ubicar los pupitres de tal manera que la luz de las ventanas ingresara desde el lado izquierdo, ya que se debía escribir solo con la mano derecha.

La fabricación. Al principio, la mayoría de los pupitres modernos eran importados de EEUU, Gran Bretaña, Francia y Alemania. En la colección de pupitres del Museo de las Escuelas hay piezas importadas por la Casa Ángel Estrada en 1912 de modelo similar a la imagen publicitaria de la American Seating Company de la ciudad de Chicago y a la descripción del Model 101, de 1911. 


Fuente: http://museodelasescuelas.blogspot.com.ar/2013_11_01_archive.html

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