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Archivos históricos ¿privados y/o públicos?


REPORTAJE 
Secretos de la Segunda República 
Los documentos robados al presidente Niceto Alcalá-Zamora durante la guerra prueban su negativa a secundar un golpe de Estado y su distanciamiento de Azaña 

TEREIXA CONSTENLA - Madrid - 06/04/2011 


De 1931 a 1936 pasaron cinco años y un mundo. De ese tránsito del entusiasmo a la desolación fue testigo excepcional un hombre que lo vivió en primera línea: Niceto Alcalá-Zamora, abogado brillante, terrateniente liberal, católico practicante, monárquico decepcionado, finalmente republicano a machamartillo y político equidistante en un tiempo malo para moderaciones. Alcalá-Zamora (Priego de Córdoba, 1877- Buenos Aires, 1949) fue el primer presidente de la Segunda República, destituido por antiguos compañeros de viaje en abril de 1936, a las puertas de la insurrección militar. Y fue, consciente de su hueco en la historia, puntilloso anotador de impresiones, registrador de diálogos y guardián de documentos, como se puede ver en el legado depositado en el Archivo Histórico Nacional (AHN) después de peripecias dignas a veces de Le Carré, a veces de Ibáñez. Así que el primer cronista de esos cinco años en los que España dio tantas vueltas fue su primera y máxima autoridad: el jefe del Estado.

- Del robo a la venta. Alcalá-Zamora guardó en una caja fuerte del Crédit Lyonnais de Madrid unos 1.200 documentos, que incluían papeles privados como sus sucesivos testamentos, conferencias, discursos, cartas, diarios de sus días en la presidencia y documentos oficiales como actas de las elecciones de 1936, informes militares sobre el aplastamiento de la revuelta de Asturias en 1934 o copias de telegramas y conversaciones telefónicas. Al comienzo de la Guerra Civil los papeles desaparecen y su rastro no se recupera hasta 1941, cuando -no se sabe cómo- llegan a manos de la familia Soria, que los conserva en secreto hasta 2008. Salen a la luz entonces de la misma forma turbia en que se habían esfumado. La familia se los ofrece en venta a varios historiadores, entre ellos César Vidal. Enterados los descendientes de Alcalá-Zamora, denuncian la operación que finalmente frustra la Guardia Civil, que confisca la documentación. El juzgado que asume el caso ordena que se depositen en la caja fuerte del Ministerio de Cultura, algo que solivianta al PP y a los herederos, que piden que se entreguen a la Academia de Historia. Se especula con que el archivo podría contener explosivos papeles sobre el abuelo del presidente Rodríguez Zapatero, el capitán Juan Rodríguez Lozano, y la implicación del PSOE en la revuelta de Asturias en 1934. El juzgado sobreseyó el caso al considerar que no había delito en el intento de venta de la familia Soria, a la que se considera propietaria por usucapión (adquisición por uso). Finalmente los Soria entregan el legado en donación para saldar una deuda con Hacienda. La colección fue valorada en 80.000 euros y depositada en el Archivo Histórico Nacional, "donde se custodian todos los documentos de los jefes de Estado", precisa el director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco. El fondo será accesible para el público en sala en cuanto finalice su restauración que la directora del AHN, Carmen Sierra, calcula en un mes. 

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